Tuesday, January 26, 2016

En el paraíso no hay asesinos

En el paraíso no hay asesinos
El país, gracias al castrismo, era un paraíso donde todos se amaban y
nadie mataba ni robaba.
Pedro Corzo
enero 26, 2016

En el paraíso no hay asesinatos
"Child 44"

Las traumáticas experiencias de quienes han vivido bajo un régimen
policíaco son imborrables, pero lo doloroso de esas vivencias se acentúa
cuando la represión se escuda en fundamentalismos religiosos o en
propuestas ideológicas que implican que el mal de unos pocos es el
beneficio de todos, incluidas las propias víctimas de la represión.

Cada sociedad reprimida sufre su propia escala de terror. Los
instrumentos y métodos represivos dependen de las características del
régimen, de la personalidad del caudillo que tomas las decisiones, del
sistema de ideas y de las propuestas en que se cobija, de la identidad
del país y hasta de la educación, formación e instrucción del represor.

Los resultados de las represiones que más impactan son los asesinatos
judiciales o extrajudiciales, las encarcelaciones y el destierro. Son
sucesos que atemorizan a todas las personas, pero en particular, a
quienes reniegan del gobierno.

Sin embargo, la represión más dañina, la que tiene fatales consecuencias
a largo plazo, inclusive para las generaciones por venir, no implica
muerte ni prisión, porque se cimienta en difundir en la sociedad la
sensación de estar vigilados y la certeza de que el Gran Hermano, el
Estado, es una entidad omnisciente y omnipresente que en principio
considera que cualquier transgresión a las normas impuestas, es un
crimen que debe ser severamente castigado.

Paradójicamente ese tipo de poder se esfuerza por presentar una sociedad
perfecta en la que no hay asesinatos pasionales ni accidentes de
tránsito. Una sociedad en la que la delincuencia no existe y los
crímenes aberrantes han desaparecido.

Por ejemplo, en Cuba, se esfumaron de los medios las llamadas páginas
rojas y hasta programas radiales o secciones de prensa en los que se
exponían graves conflictos familiares. El país, gracias al castrismo,
era un paraíso donde todos se amaban y nadie mataba ni robaba.

El afán de mostrar una sociedad nueva condujo en Cuba a la persecución y
encarcelación de los homosexuales, prostitutas y proxenetas, y a qué
durante la llamada ofensiva revolucionaria de 1968, los bares fueran
cerrados, porque según Fidel Castro, quienes asistían a esos lugares
eran "antisociales y no le interesaban al pueblo trabajador".

La constante demostración de poder, y la represión de baja o mediana
intensidad en la que participan todos los organismos del estado,
incluidas las asociaciones colaterales que haya constituido el régimen
como parte esencial de sus mecanismos de control, conduce al individuo a
la sumisión y a su posterior masificación.

El objetivo fundamental es que la persona haga consciencia que lo que no
está expresamente autorizado está prohibido, un concepto que se apropia
de los propios funcionarios del régimen, incluidos los que integran los
cuerpos de seguridad, que son los que mejor conocenlos extremos a los
que son capaces las autoridades para continuar en el poder.

Esta situación hace que la sociedad en su conjunto se sienta reprimida,
al punto de que cuando está suficientemente domesticada, es capaz de
aceptar responsabilidad de faltas que no ha cometido.

El individuo y la sociedad transformada en masa se quedan sin opciones,
el poder determina la conducta de uno y de todos. Se traiciona por
inseguridad, por temor a lo que pueda ocurrir.

El miedo se difunde, la incertidumbre hace presa de todos, y el sujeto
atemorizado criminaliza sus pensamientos y el de los otros, si considera
que pueden afectar su seguridad. El miedo, que es proporcional a la
riqueza de imaginación de cada sujeto, conduce a la inacción, la
delación y al servilismo, y a concluir que lo importante es sobrevivir,
sin que importen las concesiones y complicidades.

Esa represión en términos absolutos logra la degradación del individuo y
el envilecimiento de la sociedad, lo que hace que los valores y
principios que caracterizaron el país en cuestión, sean muy difíciles de
restablecer cuando las condiciones sean propicias.

Por otra parte, las experiencias han demostrado que el enriquecimiento
económico de una persona y el desarrollo de un país demandan grandes
esfuerzos, talento y voluntad, sin embargo se ha podido apreciar que
para empobrecer a las personas o países sólo se requiere el atrevimiento
de hacerlo.

Es improbable cuantificar los daños morales y espirituales que padecen
los que han vivido bajo un régimen dictatorial sustentado en una
ideología o religión, tampoco los sacrificios que el individuo y la
sociedad deberán realizar para recuperarse de vivencias dolorosas que
dejan huellas imborrables.

Pero aún más quimérico es buscar y responsabilizar a los que deben pagar
por los sueños y las vidas rotas de quienes han sufrido el poder de los
iluminados, de hombres miserables que se creyeron dioses en capacidad de
cambiar la condición humana.

Source: En el paraíso no hay asesinos -
http://www.martinoticias.com/content/en-el-paraiso-no-hay-asesino/113967.html

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