Monday, December 14, 2015

Un año después del 17-D

Un año después del 17-D
JORGE A. SANGUINETTY | Miami | 14 Dic 2015 - 5:49 am.

El 17 de diciembre se cumplirá el primer año del anuncio de una política
de llamada normalización de las relaciones entre Cuba y EEUU. Aún sin
saber con algún grado de rigor en qué consiste la normalización, cabe
preguntarse en qué dirección va el proceso, cuánto se ha avanzado y
sobre todo quiénes se han beneficiado hasta ahora. En lo que sigue me
enfoco en los cambios económicos que pueden haberse logrado en este
período y en los beneficios correspondientes que pueden haberse derivado
para los ciudadanos cubanos que no ostentan cargos importantes en el país.

Con la información disponible, que como siempre es escasa, se puede
afirmar que el cambio de mayor importancia ha consistido en un aumento
significativo del número de visitantes norteamericanos a Cuba. Esto
representa un aumento de los ingresos en divisas principalmente para el
Gobierno cubano y los operadores extranjeros de instalaciones
turísticas. Se puede suponer que una parte del aumento de los ingresos
puede haber beneficiado al sector cuentapropista, formal e informal, que
brinda servicios al turista, pero no hay manera de saber en qué magnitud.

O sea, lo que hasta ahora es el evento económico de mayor significación
en Cuba desde el 17 de diciembre de 2014 es resultado de una decisión
unilateral del Gobierno de EEUU, no del cubano. Es importante señalar
que este último parece descansar en que EEUU tome todas las medidas que
han de mejorar la economía cubana, sin ir más allá de las reformas
listadas en los "lineamientos" de hace casi cinco años. Es de notar que
tales reformas no se han materializado debidamente o que hasta ahora no
han tenido los resultados esperados. En este sentido la reforma más
importante es la implementación de la Ley de Inversiones Extranjeras,
que hasta el momento no parece haber atraído capitales y proyectos a
pesar de las muchas actividades que en tal sentido se han llevado a cabo.

Es cierto que un año es poco tiempo para lograr cambios sustanciales en
la economía de un país, pero el mismo viene detrás de los cinco años
transcurridos desde la adopción de los llamados "lineamientos". La
referencia de Raúl Castro sobre la velocidad de las reformas indicando
que las mismas deberán hacerse "sin prisa pero sin pausa" contradice lo
que parece ser una verdadera parálisis de la gestión del Gobierno cubano.

Varios factores sugieren que la situación actual de la economía continúa
siendo precaria. Por un lado las recientes declaraciones del
vicepresidente Machado Ventura, incitando a elevar la producción
agropecuaria, son congruentes con los informes que se reciben de manera
continua sobre la escasez crónica de alimentos y otros abastecimientos
que afecta a todo el país.

Por otro lado, el éxodo de cubanos buscando residencia en EEUU es una
expresión de que las expectativas de la población sobre el futuro de la
economía no son alentadoras. A esto se le pueden añadir los recientes
informes llegados de la Isla sobre la represión de actividades por
cuenta propia que no son del agrado del Gobierno. Todo esto indica una
hostilidad gubernamental hacia actividades económicas que pudieran
mejorar, aunque sea marginalmente, el bienestar de algunos ciudadanos.

En general, el Gobierno de Raúl Castro no parece interesado o es
simplemente incapaz de crear un clima favorable a los negocios que en
última instancia contribuirían a sacar la economía nacional de su crisis
permanente. Un ejemplo muy reciente es la orden dada por Raúl Castro de
expropiar 20 viviendas y dos restaurantes en el vecindario de su casa
por motivos no declarados, pero que manda un mensaje inequívoco a
posibles inversionistas sobre la incertidumbre que rodea cualquier forma
de propiedad o derecho de posesión o usufructo en Cuba. O sea, Cuba se
sigue administrando como una monarquía absoluta y primitiva (o quizás
peor, como un simple presidio) cuando de un plumazo el jefe de Gobierno,
sin restricción legal alguna, puede tomar arbitrariamente medidas tan
radicales como la expropiación de viviendas.

A pesar de las críticas al estado de la economía cubana que el propio
Raúl Castro formuló y alentó hace años como preámbulo a un programa de
reformas, la realidad es que la economía no da muestras de estar
experimentando mejoras sustanciales, no solo para beneficio de la
población sino para el propio Gobierno, lo cual es insólito. ¿Qué es lo
que realmente está sucediendo en Cuba? ¿Es que Raúl Castro no se atreve
a adoptar las medidas que él mismo patrocinó bajo los llamados
lineamientos hace casi cinco años? ¿O será que las burocracias
administrativas y del Partido están impidiendo los cambios necesarios
para mejorar el estado de la economía nacional?

Mientras tanto, el país sigue su proceso de deterioro continuo, con su
dependencia permanente de fuentes externas de ayuda, ahora con la
posible adición de EEUU, y la pérdida adicional de su capital humano en
forma de trabajadores jóvenes según se puede observar en el éxodo
actual. Ese capital es el recurso, posiblemente el último, que le queda
a Cuba para recuperarse de este cataclismo económico y social. Pero este
deterioro no puede seguir indefinidamente. En algún momento deberá
alcanzar un punto de equilibrio, aunque no sabemos cuándo ni cuales
serán las consecuencias finales.

La revolución cubana se le vendió a la población y al mundo como un
proceso en busca de la independencia económica del país con relación a
EEUU. La gran ironía de esta historia es que después de casi 55 años de
sufrir el engendro castrista de socialismo para lograr ese objetivo, el
futuro de la economía cubana depende ahora más que nunca de las
decisiones que emanen de Washington, gracias a la ineptitud e
irresponsabilidad de los hermanos Castro, agravadas por la incapacidad
de implementar las reformas anunciadas.

Source: Un año después del 17-D | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1450017355_18791.html

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