Taller de prensa con Raúl Rivero
Este 23 de noviembre el poeta cubano fundador de Cuba Press, cumple 70 años
REMEMBRANZA (PD)
LA HABANA.-IVÁN GARCÍA
Especial
En esas noches calientes de La Habana, cuando sin avisar aterriza la
nostalgia, ese ladrón silencioso que nos roba fuerza, por mi ventana se
cuela el poeta Raúl Rivero y me ofrece un taller exprés sobre las
últimas novedades del periodismo moderno.
Aún la pedagogía no acepta las cátedras periodísticas por telepatía.
Pero les confieso que he crecido como reportero repasando las lecciones
del poeta de Morón, Ciego de Ávila.
Lo conocí un día antes de la Navidad de 1995. En La Habana había un frío
inusual. El sol no asomaba y la grisura resaltaba las calles agujereadas
y el hollín.
Raúl vivía con su esposa Blanca Reyes en un edificio de apartamentos
rodeado de solares y casas bajas con puntales altos en el barrio de La
Victoria, justo en el corazón de la capital.
Un distrito complicado. Antaño zona de placer y bayúes y después de la
revolución verde olivo cuna del jineterismo, drogas y fullerías del
deformado hombre nuevo que intentó moldear Fidel Castro.
En La Victoria se reinventa un español entrecortado de jergas con aire
del lunfardo bonaerense. Al pie de la escalera del edificio donde
residía Rivero te podían proponer jabón de lavar y detergente robado la
noche anterior en los almacenes de Sabatés, o una pierna de jamón casera.
En aquel timbiriche ambulante, entre comadres que chismeaban de novelas
y maridos, residía el mejor poeta vivo de Cuba. Yo acaba de cumplir 30
años y el periodismo no me era ajeno.
Cuando era un chamaco, mi madre -desde 2003 viviendo en Suiza como
refugiada política-, cargaba conmigo por todo el país, mientras
preparaba reportajes para la revista Bohemia o programas Puntos de Vista
en la televisión nacional.
Una periodista amiga de mi madre nos dijo: "El gordo Rivero está
organizando una agencia de prensa independiente. Lléguense por allá". El
23 de septiembre de 1995 el poeta fundaba Cuba Press.
El día que fui a verle, Rivero me recibió en short y sin camisa, fumando
un cigarrillo tras otro. Abstraído escuchó mi propuesta y me espetó
lacónicamente: "Escribe algo, luego veremos".
Cuba Press era pura abstracción periodística, pero tenía una marcada
intención de contar historias de otra manera. Sería muy pretencioso
llamar agencia de prensa a una especie de oficina donde la redacción era
la sala de la casa de Blanca y Raúl.
No había computadoras ni teletipos. Solo un teléfono fijo y una máquina
de escribir Olivetti Lettera. Eran tiempos donde los textos
periodísticos se leían por teléfono e internet sonaba a fábula.
Cuba Press fue una fábrica de periodistas, en particular para los que
soñábamos con ejercer el mejor -y más riesgoso en el caso de los países
autocráticos- oficio del mundo.
Junto a reporteros desencantados del periodismo estatal, como el propio
Rivero, Ana Luisa López Baeza, Iria González Rodiles, Tania Quintero
Antúnez, José Rivero García y Ricardo González Alfonso, me formé como
periodista libre.
La Primavera Negra
Luego llegó la Primavera Negra, en marzo de 2003. Y por orden expresa de
Fidel Castro, 75 disidentes pacíficos fueron a prisión. Raúl Rivero fue
uno de ellos. En 1999, cuando el régimen cubano aprobó una ley mordaza
que duramente restringía la libertad de expresión y condenaba con hasta
20 años de cárcel a quien la violara, escribió una pieza antológica,
Monólogo del culpable:
"Nadie, ninguna ley podrá hacerme asumir una mentalidad de gánster o de
delincuente porque reporte el arresto de un opositor o dé a conocer los
precios de los productos básicos de alimentación en Cuba, o redacte una
nota donde diga que me parece un desastre que más de 20,000 cubanos se
vayan cada año al exilio, a Estados Unidos, y otros centenares estén
tratando de quedarse en cualquier parte. Nadie me hace sentir como un
criminal, un agente enemigo ni como un apátrida ni como ninguna de esas
necedades que el Gobierno usa para degradar y humillar. Soy sólo un
hombre que escribe. Y escribe en el país donde nació, y donde nacieron
sus bisabuelos".
Su encarcelamiento provocó una sonada repulsa internacional. El 1 de
abril de de 2005 viajó a Madrid con su madre y su esposa como desterrado
político del régimen de Castro. Otro más.
Ahora Raúl publica dos notas semanales en el diario El Mundo y cuentan
los amigos que duerme con Cuba debajo de su almohada.
Las anécdotas
Por acá, de este lado del malecón, cuando Luis Cino, Jorge Olivera y
Víctor Manuel Domínguez nos reunimos, recordamos anécdotas de Rivero
(con ellas se podría editar un libro). O aquellos talleres de prensa que
impartía, balaceándose en un viejo sillón. Y a cada rato repasamos su
poesía y diseccionamos sus notas periodísticas.
Algunas son auténticas clases magistrales para los profesionales de la
palabra. Lean la entrada de esta crónica tras la muerte del Gabo:
"A mí la muerte que me duele es la de Gabriel García, aquel viejo
reportero de Aracataca que se dejó el bigote para parecerse al cantante
Bienvenido Granda. Un hombre que le gustaba soñar y escribir novelas,
agudo y generoso, que descubría la belleza cada vez que miraba por
primera vez a una mujer, trataba de usted a las palabras y al que la
vida le dio toda la gloria literaria del mundo -hasta un Premio Nobel-,
pero lo dejó morir sin permitirle escribir la letra de un bolero".
O más recientemente, cuando en Ningún figurón va a Cuba dice: "Ninguno
de los famosos personajes mediáticos ha ido a Cuba. Esa zona del Caribe
a donde fueron y a donde irán otros a dejarse fotografiar no es un país.
Es una realidad impuesta por el grupo de poder que reclama los dineros
de inversionistas extranjeros para dejar a sus herederos en Palacio al
mando de aquella entelequia".
Hoy 23 de noviembre Raúl Rivero cumple 70 años. Sus amigos vamos a
brindar con un trago de ron. Mientras, en un viejo tocadiscos
escucharemos Lluvia gris, la versión en español de Stormy Weather que en
1945 lanzó a la fama a Olga Guillot.
Source: Taller de prensa con Raúl Rivero :: Diario las Americas :: Cuba
-
http://www.diariolasamericas.com/4847_cuba/3472278_raul-rivero-cubapress-ivan-garcia.html
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