Saturday, May 02, 2015

Regálame una razón para ir a la Plaza

Regálame una razón para ir a la Plaza
Posted on 2 mayo, 2015
Por Elaine Díaz Rodriguez*

El salario medio en Cuba aumentó de 471 pesos en 2013 a 581 en 2014, de
acuerdo con el Panorama Económico publicado por la ONEI. O sea, en lugar
de 18.84 CUC, ahora ganamos 23.36 CUC. Esto no debería ser motivo de
tristeza o desasosiego, teniendo en cuenta que con esa cifra podríamos
pagarnos visa, hotel y pasaje por una semana a Panamá. Al parecer, la
nación centroamericana ofrece descuentos especiales para cubanos. Pero
pasada una semana en Panamá, debemos volver a comprar pollo, perrito y
picadillo, esa tríada que compone nuestra dieta básica, no básica y
dirigida.

La ONEI, como los medios estatales, no suele mentir; pero tiene la mala
costumbre de no publicar toda la verdad. Estas socatas estadísticas no
responden algunas de las preguntas esenciales. ¿Se debe este incremento
-de 4 CUC- a los salarios en el sector no estatal – generalmente más
altos que en el sector estatal? ¿Cuál es la brecha de salarios entre
profesionales y no profesionales? O, vayamos directo al grano, ¿es mejor
ser camarera en La Guarida que profesora en la Universidad de La Habana?
Creo que, llegados a este punto, coincidimos en que el salario no
constituye un motivo para celebrar este primero de mayo.

Podemos, entonces, rendir tributo a los mártires de Chicago. Podemos
rendir tributo callado a aquel que sobrevivió a la horca y terminó por
matarse con una bomba de dinamita en el mismo sitio. Podemos recordar
desde el hoy de Ferguson y New York y Baltimore aquel pasado donde seis
obreros fueron acusados por la muerte de un policía. Pero seamos
honestos, ¿a cuántos de los que cada año componen el
millonario-pueblo-combatiente les importa lo que pasó en Chicago en
1888? Y no es indolencia, claro que no, el problema es el salario, y las
lluvias que azotan con saña a La Habana. Porque La Habana,
reconozcámoslo, no le teme a Obama. La Habana le teme a esa masa amorfa
de agua que cae del cielo sobre su cuerpo vejete y cansado y la
estremece a ritmo de muertos y derrumbes.

Otro buen pretexto

Otro buen pretexto para ir a la Plaza, suponiendo que sea un ejercicio
de conciencia crítica, es la aprobación del nuevo Código de Trabajo. No
a celebrar lo que dice el Código, sino el voto de Mariela Castro en el
Parlamento, que nos despertó del aburrimiento de las sesiones
interminables de la Asamblea. Pero sucede que Mariela votó en contra
porque no se incluía de forma explícita a la identidad de género como
uno de los motivos para no discriminar. Y se le olvidó,
convenientemente, que tampoco se mencionaba la discriminación por
motivos políticos. Puestos a publicar números, sería bueno que la ONEI
ofreciera estadísticas sobre cuántos trabajadores son despedidos, no
contratados o sancionados por motivos políticos o de identidad de
género. E, incluso, quién protege legalmente al transexual disidente que
no recibe dinero de ninguna otra nación y ejerce su legítimo derecho a
disentir en público. Pero eso habría provocado una incómoda cena de fin
de año. Imaginemos cómo serían los silencios de estar congregados el
padre, el tío y la sobrina en la misma mesa luego de añadir esta
propuesta al código cuasi-unánime.

Por ahora, nos queda ser menos ambiciosos. Yo iría a la Plaza por
razones menos económicas y menos legislativas. Seamos realistas. Raúl ya
dejó claro que nada de incremento salarial hasta que no aumente la
producción. Y ya nosotros dijimos -simbólicamente- que nada de
incremento de producción hasta que no aumenten los salarios. Miren no
más lo que pasó con la producción de papa en 2014. Decreció en un 53 por
ciento con respecto a 2013. Sin ganador ni perdedor en esta pelea de
barrio, unos siguen robándole al Estado y otros se largan a estudiar o
trabajar en otros países.

Busquemos, entonces, otra razón para ir a la Plaza, porque queremos ir,
¿no? Hay una razón minúscula, que tiene que ver con ciertas dignidades.
Dignidades que son la suma del olvido de los mártires y los salarios
miserables y la falta de protecciones para el disenso político.
Dignidades que se ven laceradas cuando tus derechos laborales no son
claros y tus recursos son provistos por el Estados y tus espacios de
expresión pública terminan siendo un mejunje donde lo privado y lo
estatal y lo laboral se juntan peligrosamente sin que tengas una manera
coherente de separarlo. Para ir directo al grano. Yo iría a la Plaza a
demandar algo razonable, a pedir que en 2015 ningún bloguero cubano deba
sentarse en la oficina de su jefe a explicarle un post.

* Profesora de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La
Habana y autora del blog La Polémica Digital. Actualmente se encuentra
en la Universidad de Harvard como becaria de la Fundación Nieman para el
Periodismo.

Source: Regálame una razón para ir a la Plaza | Café Fuerte -
http://cafefuerte.com/cuba/24118-regalame-una-razon-para-ir-a-la-plaza/

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