El castrismo y su banda sonora
JORGE OLIVERA CASTILLO | La Habana | 28 Mar 2015 - 11:11 am.
El ruido ambiental es uno de los grandes problemas de la convivencia en
la Isla.
Una de los fenómenos que el socialismo real dejará como legado, y en
abundancia, es el ruido ambiental. Podría considerarse un asunto menor
entre tantos problemas críticos que afectan a casi todos los sectores
sociales de la Isla, como los bajos salarios, la carestía de los
alimentos y el déficit habitacional, pero se equivocan quienes así piensan.
El asunto, por lo menos en la capital, desborda los límites de lo
admisible y son pocas las zonas libres de sonidos desagradables.
Los bombardeos sonoros de potentes equipos de audio emplazados en
balcones y aceras, las conversaciones a gritos y el claxon de bicitaxis
y automóviles, también convertidos en cajas de músicas rodantes, se han
convertido en parte de una cultura que pone en entredicho los altos
estándares educativos del país, según se afirma con regularidad en todos
los medios de prensa del país.
Tramitar una protesta a causa de cualquiera de esas manifestaciones,
bien directamente (y usando los medios más persuasivos) con los
responsables de la falta o a través de una denuncia a las instancias
correspondientes, es perder el tiempo.
En el primer caso, la acción corre el riesgo de ser motivo de una
respuesta violenta, verbal o física, por parte del ciudadano requerido.
Pues lo que por ley es un delito, hoy se considera un derecho adquirido
a fuerza de costumbre y tolerancia.
La atención sobre el tema en los medios oficiales es puro humo. El clima
de marginalidad que explica la proliferación del irrespeto a las normas
de convivencia continúa sin que se avizore un retorno de la disciplina
social. Esto fundamenta la disfuncionalidad institucional del sistema y
el derrumbe de los paradigmas que han propiciado la legitimización del
poder en el ámbito internacional.
El cubano promedio es, en mayor o menor medida, un ente social que se ha
acostumbrado al modo de vida que el Estado ¿revolucionario? le impuso a
nombre de ideales casi divinos.
Más de allá de toda la parafernalia conceptual que sostiene el modelo
que brillaría en el concierto de las naciones latinoamericanas por su
desarrollo económico, educativo y social, se percibe la estandarización
de la decadencia en todas las manifestaciones posibles.
Sobre las estadísticas se vendió una nación modelo que definitivamente
se desmorona entre una banda sonora conformada por los edificios
desplomándose por falta de mantenimiento; el lenguaje soez y grosero de
niños, jóvenes y adultos; la infernal acústica de los motores y cláxones
de los miles de automóviles de la década del 50 del siglo XX salvados
milagrosamente de la chatarra; y la impenitente cadencia de los
reguetones invadiendo el vecindario, desde la ventana o la puerta
abierta de par en par de algún apartamento, con sus más de 100 decibeles.
Seguimos atrapados en el ruido de un desastre en cámara lenta e
irreversible. La sordina con la que los amanuenses del oficialismo
intentan aminorar las estridencias no cumple con los requerimientos
mínimos para cumplir con sus funciones. Lástima que no se den cuenta.
Source: El castrismo y su banda sonora | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1427537497_13624.html
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