La deliberada ignorancia de la realidad en Cuba
Ante el inexistente liderazgo de Estados Unidos, una parte importante de
América Latina ha sido colonizada por esa especie de imperio de la
desvergüenza que es la Cuba de los Castro.
Lincoln Diaz Balart
noviembre 10, 2014
La tiranía cubana busca denodadamente su aceptación como un régimen
normal . No escatima ni esfuerzos ni recursos en la consecución de sus
objetivos. Cuentan para ello, además, con muchos aliados y
complicidades, abiertas o disimuladas. En primer lugar, tienen a su
favor –lo cual es fundamental para su estrategia– el público
desinterés de la actual administración de Estados Unidos, un gobierno
caracterizado por una especie de buenismo bobalicón –sin dejar de ser
culposo y peligroso– que promueve acercamientos con la tiranía,
olvidando viejos y actuales agravios y desdeñando riesgos evidentes,
amén de hacer dejación de los valores y fundamentos con los que se ha
edificado Estados Unidos.
A partir de ahí, ante el inexistente liderazgo de Estados Unidos, una
parte importante de América Latina ha sido colonizada por esa especie de
imperio de la desvergüenza que es la Cuba de los Castro, como es el caso
de Venezuela; o semicolonizada, al menos ideológicamente (los países del
ALBA).
Por otro lado, sin la presión de Estados Unidos, Europa ha optado por
desentenderse y, aunque con ciertas cautelas, se apresta a tender sus
brazos a la dictadura militar cubana, a través del maloliente diálogo
normalizador.
En América Latina arrecian las presiones para aceptar al castrismo como
un régimen más o menos normal y, percibiendo la debilidad de la
Administración de Estados Unidos, instan permanentemente para
que Estados Unidos regularice sus relaciones con La Habana. Así, el
Gobierno de Panamá invita con gozo a los Castro a participar en la
próxima Cumbre de las Américas. El presidente de Uruguay, José Mujica,
un antiguo terrorista Tupamaro, ahora reciclado en "bondadoso y decente"
gobernante, clama para que se reconozca al régimen castrista bajo el
principio de "unidad en la diversidad". La presidenta de Brasil,
olvidando su pasado terrorista y de asaltadora de bancos, dice ahora que
"respeta por igual a gobiernos democráticos y a dictaduras". Juan Manuel
Santos, mientras negocia con la narco-guerrilla bajo los auspicios de La
Habana, le pide encarecidamente a Estados Unidos que normalice sus
relaciones con la tiranía y levante el embargo, argumentando que
"uno puede tener una relación de trabajo con gente muy diferente". La
presidenta de Chile, Bachelet, dice no estar segura de que en Cuba
exista una dictadura. Y en Méjico el PRI, de nuevo en el poder, retoma
alborozado su antiguo romance con el castrismo.
Existe una evidente hipocresía en todos estos posicionamientos, además
de una deliberada ignorancia de la realidad. Hipocresía, porque
Mujica, Rousseff y compañía no convivieron con, ni respetaron a las
dictaduras de sus respectivos países, sino que las enfrentaron con
métodos violentos, entrenados muchos de ellos en Cuba y siguiendo
fielmente orientaciones de los servicios de inteligencia cubanos.
Hipocresía de las autoridades panameñas, que han "olvidado" que su país
fue de los primeros en ser agredidos por Castro y más recientemente el
no castigado tráfico de armas cubanas a Norcorea. En fin, han
olvidado (algunos incluso lo respaldan) que el régimen totalitario
castrista ha estado siempre, y continúa estando, del lado del mal.
En efecto, en su momento, Ronald Reagan calificó a la hoy extinta Unión
Soviética como el Imperio del Mal. Años más tarde, George W. Bush
denominó como integrantes del "eje del mal" a Corea del Norte, Irán y el
Irak de Sadam Hussein. La lista de regímenes canallas se ampliaría
posteriormente con la inclusión de la Libia del Gadafi, Siria y algún
otro. La Cuba de Castro ha sido y continúa siendo un miembro destacado
de este maléfico Club. Esa es la realidad que obvian todos aquellos que
defienden que se trate a esa pandilla como a un gobierno normal.
Asimismo, pasan por alto –en realidad no les importa– la terrible
realidad que ha vivido el pueblo cubano por más de medio siglo, y que se
mantiene invariable esencialmente. Una realidad de absoluta falta de
derechos, de miseria, de represión, de muerte, de exilio. La realidad de
una tiranía que supera con creces a cualquier otra de las muchas que han
padecido los pueblos de América Latina desde la etapa colonial a
nuestros días.Todo esto les parece "normal" a muchos. Con semejantes
delincuentes quieren establecer relaciones cordiales, de "colaboración
entre diferentes".
No, la Cuba (o mejor dicho, la finca particular) de los Castro no es ni
de lejos un Estado normal. Es la anormalidad absoluta; la anti-Cuba.
Quienes sí lo saben bien son sus víctimas, los cubanos. Pese a todas las
adversidades, muchos de ellos trabajan a pecho descubierto por hacer de
su país un país normal. Saben que la tiranía no tiene salvación y que
ninguna estratagema ni ninguna complicidad podrán sacar a flote a los
tiranos. Más temprano que tarde, la historia barrerá con todo este
horror y condenará sin paliativos tanto a los tiranos como a quienes han
sido sus cómplices.
Source: La deliberada ignorancia de la realidad en Cuba -
http://www.martinoticias.com/content/cuba-lincoln-diaz-balart-cambio-fraude-castro/79403.html
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