Inocencia maltratada, niñez desprotegida

Inocencia maltratada, niñez desprotegida
LUNES, 30 DE SEPTIEMBRE DE 2013 10:55 ESCRITO POR LEONARDO CALVO CÁRDENAS

Cuba actualidad, Boyeros, La Habana, (PD) Muy a pesar de la persistente
propaganda oficialista, las autoridades cubanas no han activado los
mecanismos idóneos para proteger la integridad y el buen desarrollo de
la infancia.

Son muchos los menores en Cuba que sufren el lamentable rigor de hogares
disfuncionales, y sobre todo el respaldo casi incondicional que reciben
las madres, aunque carezcan totalmente de las cualidades y capacidades
para cumplir su sagrada misión, más allá de la capacidad natural de
concebir.

Abraham Emir Ordoñez Núñez es un niño dulce, sensible e inteligente, un
niño cubano como otro cualquiera, cuyo derecho a venir al mundo fue
defendido y consagrado por la madura determinación de quienes lo aman y
rompen lanzas por su felicidad y su futuro. Abraham, sin embargo,
enfrenta a su corta edad el durísimo reto de desenvolverse en un entorno
familiar totalmente disfuncional, marcado por el desamor y la
irresponsabilidad de una madre vacía de sensibilidad que mueve a sus
hijos en una lamentable espiral de violencia intrafamiliar, maltrato
físico y promiscuidad.

A la corta edad de nueve años, estremece la profunda tristeza de la
mirada de este niño que brinda y necesita tanto cariño y es sometido
cotidianamente a escándalos y castigos injustificados. Junto a sus
hermanos es sometido a los malos efectos de una vida desorganizada y
licenciosa que les impone la eventual y desestabilizadora presencia de
circunstanciales relaciones amorosas que tratan de marcar la vida de los
niños de acuerdo a sus intereses y diseños particulares.

Abraham Emir es un niño de sentimientos puros que ama a su madre. Aunque
tal vez sea fruto de una relación incestuosa entre padre e hija, ama a
su madre, aunque esta haya pretendido abortarlo cuando solo era un
embrión, aunque muestre rampante despreocupación por sus necesidades y
enfermedades, aunque lo someta a los rigores del desamor y los golpes o
le imponga la increíble presión de cuidar a su pequeña hermana de año y
medio de edad, lo cual desestabiliza emocionalmente al niño.

A estas alturas, más allá de esa profunda tristeza que reflejan sus ojos
y el ansia de atención y cariño que proyectan sus actitudes, Abraham
Emir no ha sido negativamente marcado por el convulso entorno que lo
rodea, gracias en gran medida al amor y la atención que le prodiga el
hombre que ha consagrado su vida a brindarle cariño incondicional y un
horizonte de vida.

El contacto de Abraham Emir con las cosas bellas de la vida es gracias a
este hombre que sin vínculo genético consanguíneo ha consagrado su vida
al niño con fuerza y ternura que estremece su corazón ante cada maltrato
o inconsecuencia familiar que deben enfrentar. El niño todos los días
espera reposar sus miedos, ante la presencia de su protector, que a su
vez lo vuelve a dejar indefenso cuando debe marcharse. Lo mira como un
ser al que le puede hablar de amor y derechos pero lo desprotege, por
tanto queda sin autoridad paterna, debido a la ausencia física
obligatoria en que lo sumen las circunstancias.

Marcado drásticamente por las condiciones en que se desarrolla su
accidentada infancia, queda preso de todo tipo de emociones que se
manifiesten sobre él en su hora de ser niño, reclamando la presencia de
quien único le entrega verdadero amor y respeto a su vulnerable persona,
conocedor de que quien más puede hacer, vive limitado, se escuda en un
silencio tan horripilante que alberga ante todo tipo de autoridad.

Abraham Emir como tantos otros niños sumidos en grave circunstancia
familiar solicita, clama, llora por la capacidad y la acción consecuente
de un poder que más allá de los discursos y estadísticas vacías deje por
sentado los verdaderos derechos sin miramientos, en un proceso de
investigación y determinación profundas que haga justicia y coloque al
niño en un mundo de estabilidad emocional y más promisorias expectativas
de vida junto a las personas que puedan garantizarle un presente sin
sobresaltos y un futuro seguro y feliz.

Abraham Emir es el fruto del amor a la vida que siente un ser que
disiente de las condiciones en que tiene sumido este sistema a la
sociedad y a la patria, alguien que se siente apresado de las
circunstancias, pero que como muchos cubanos de buena voluntad sabe que
valen la pena todos los esfuerzos para legara los hijos propios y ajenos
un país con derecho y justicia para todos.

Abraham Emir mira con ojitos brillosos la posibilidad de ser salvado una
vez más por quien no ha escatimado esfuerzo y desvelo para endulzar la
vida difícil de este niño que ama, consciente de que la consagración y
el compromiso con el bien de los demás comienza por el amor y la
protección a los seres queridos.

Abraham Emir en su inocencia vive el sobresalto de necesitar de la
acción de la justicia que pueda sin resquemores salvarlo de la
desprotección en que hoy su padre putativo lo debe dejar.

Abraham Emir tiene derecho al sueño sin sobresaltos, sin miedo, con la
satisfacción de sentirse protegido por las personas y por leyes que sean
capaces de apartarle del entorno terrible que hoy le brinda como única
opción un presente de sufrimientos y un futuro incierto.

El gobierno cubano es signatario de la Convención de los Derechos del
Niño, pero en una posición acomodaticia y de desidia, no activa los
mecanismos necesarios para garantizar a toda costa el máximo bienestar
de los infantes. En este aspecto, como en muchos otros, Cuba sigue a la
saga del mundo moderno.

A pesar de todo lo que sufre y los peligros que le acechan, tal vez se
convierta en un duro vía crucis llevar a Abraham Emir al seno del hogar
que le puede reportar bienestar y felicidad.

Abraham Emir añora reír sin sobresaltos en el cuartucho de Centro Habana
donde habita su padre, quien además no le impone maltratos ni exigencias
ajenas a su edad. Es un niño que tiene la posibilidad de formarse como
un ciudadano pleno de valores y cualidades. Puede salvarse porque cuenta
con el amor y el respaldo de un padre capaz de todo por su felicidad.
Solo necesita de la sensibilidad humanista de un sistema judicial que
consagre en la práctica los valores que preconiza en el discurso.

Para Cuba actualidad: montesinos3788@gmail.com
*Historiador y politólogo

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