¡Cuando el mal es de apagón, no valen petrodólares!
Miércoles, 01 de Agosto de 2012 04:22
Escrito por Juan Linares Balmaseda
Cuba actualidad, Luyanó, La Habana (PD) Al parecer, de todas las
miserias materiales que sufrimos los cubanos que habitamos en esta
ínsula, la menos tolerada es el apagón nocturno.
La afirmación parecería insolente, un punto de vista disidente, con
pespuntes conspirativos, de no ser por la opinión de coterráneos,
quienes con patética resignación manifiestan preferir las adversidades
del transporte público, o la habitual ausencia de agua potable en los
grifos de sus moradas -que los obliga a cargarla en cubos desde un
vehículo cisterna hasta quizás un alto piso- antes que padecer los
larguísimos apagones de un periodo nada especial.
Para entenderlo, habría que ponerse en el pellejo de los que ya
soportamos cotidiana y "programadamente" más de doce horas seguidas sin
electricidad. Quedamos sometidos al sofoco nocturnal y a las plagas de
mosquitos. Y al faltar la refrigeración, peligran las poca libritas de
bazofia alimenticia que con gran dificultad conseguimos. A menudo
cenamos a ciegas, sin siquiera poder intentar aliviar las desdichas del
diario con la estupefaciente televisión. En conclusión, vivimos
secuestrados por la involución.
Y es que los apagones ya forman parte de nuestra idiosincrasia. Al
contrario de otras miserias perentorias, como la alimentación y el
transporte, no resueltas totalmente para obligarnos a pensar con las
tripas más que con el cerebro o hacernos perder tiempo caminando o
esperando un transporte, el miedo a sufrir apagones ha encontrado
consenso siempre, lo mismo entre los cubanos de a pie que en los
jerarcas, claro que por razones bien distintas.
Los de a pie tememos por la constante degradación que provoca en nuestro
ya pobrísimo nivel de vida. El temor de los jerarcas, es a las
revueltas y protestas a las que esa opresiva oscuridad pueda incitar al
pueblo.
Ni opresores ni oprimidos olvidamos aquel primer lustro de los años
noventa, cuando los cortes del fluido eléctrico en horas nocturnas
provocaron que se rompieran las reglas de la obediencia y se desataran
escaramuzas –fugaces o mas intensas- entre indignados y policías.
Al amparo de la cerrada penumbra, toda cosa asible se transformaba en
proyectil arrojado contra los vehículos particulares o públicos que
circulaban por las avenidas, o contra las casas de ardorosos castristas.
Los autos patrullas eran blanco predilecto de esta artillería
artesanal. A menudo vidrieras y puertas de cristales se hacían añicos en
establecimientos estatales. Y en el en verano de 1994 estalló el
Maleconazo, la última estampida en masa que bogaría rumbo al norte,
solución invalidada hoy por las serias advertencias del gobierno
norteamericano.
Recientemente la prensa oficialista, para restar importancia a la
inquietud de la población por el mal presagio que traen los apagones
cortos que se suceden en todo el país, anunció que el combustible para
la generación eléctrica estará garantizado, y sin una mínima dosis de
pudor, culpó al sector residencial por el creciente consumo de electricidad.
¿Pero cómo entender que el consumo continúe al mismo nivel, o baje,
otorgando licencias para pequeños negocios familiares?
Cuesta creer que los cientos de miles de barriles diarios de petróleo
venezolano -probablemente superior a la cifra subsidiada por los
soviéticos, teniendo en cuenta la cercanía geográfica y la fidelidad
perruna del régimen bolivariano- no logren estabilizar la generación
eléctrica nacional.
En su momento, los grupos electrógenos fueron la solución mágica, según
los medios oficialistas. Hoy muchos han colapsado por falta de piezas de
repuesto. Mantener miles de motores de combustión interna en
funcionamiento las 24 horas del día consume una desmesurada cantidad de
gasoil.
Y buena parte desaparece en la transportación particular, abaratando el
precio en el mercado negro. Gracias a esa corrupción no se ha
multiplicado más aceleradamente el costo del pasaje de los taxis
particulares ni los alimentos en los mercados agropecuarios.
De finalizar el régimen de Chávez y si la plataforma Scarabeo 9 no
encuentra petróleo, volverán los apagones, dando jaque con reina -y
quien sabe si hasta un mate- a la dictadura totalitaria más prolongada
del mundo occidental, pese al pronóstico de quienes aseguran que "aquí
nada pasará".
Para Cuba actualidad: jclb352000@yahoo.com
http://primaveradigital.org/primavera/cuba-sociedad/sociedad/4802-icuando-el-mal-es-de-apagon-no-valen-petrodolares.html
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