Una reflexión muy ambigua
Viernes, Junio 22, 2012 | Por Orlando Freire Santana
LA HABANA, Cuba, junio, www.cubanet.org -En los últimos días, para
asombro de los lectores y televidentes cubanos, las reflexiones de Fidel
Castro han destacado por su brevedad. Una de ellas versó sobre el
deportista cubano Alberto Juantorena, la otra trató acerca del ex líder
germano oriental Erick Honecker, y la que paso a comentar, la cual se
refirió al ex dirigente chino Deng Xiaoping.
En unas escasas líneas, aparecidas en la prensa nacional el viernes 15
de junio, Castro escribió lo siguiente acerca del hombre que lideró las
reformas chinas en 1978: "Presumía de hombre sabio y, sin dudas, lo era.
Pero incurrió en un pequeño error. Hay que castigar a Cuba, dijo un día.
Nuestro país nunca pronunció siquiera su nombre. Fue una ofensa
absolutamente gratuita".
Y sucede que los extremos son malos. Si agobiantes resultan las largas
reflexiones del Comandante, esas que ocupan dos páginas de un periódico,
o media hora de lectura por parte de un locutor de la televisión,
desconcertantes devienen aquellas que, por su laconismo, dejan una
sensación de vacío o misterio. Son muchas las personas que, tras haber
leído o escuchado lo escrito por Castro sobre Deng Xiaoping, solo han
atinado a expresar: "Y ahora, ¿a qué viene esto?"
Pero bueno, intentemos desentrañar la madeja. No debemos de olvidar que
en la época del liderazgo de Deng, hacia la segunda mitad de los años
setenta, se produjo la intervención militar de Cuba en Angola. Allí las
tropas de la isla apoyaron al Movimiento Popular para la Liberación de
Angola (MPLA), de orientación pro soviética, a cuyo frente estaba
Agostinho Neto. China, por su parte, favoreció a otros dos movimientos
guerrilleros que eran rivales del MPLA: el Frente Nacional para la
Liberación de Angola (FNLA), encabezado por Holden Roberto, y la Unión
Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA), bajo el mando de
Jonas Savimbi.
Lo anterior deterioró aún más las relaciones chino-cubanas, las cuales
eran tensas desde la década del sesenta debido a desavenencias con
respecto al movimiento guerrillero latinoamericano. En ese contexto hubo
ataques verbales entre los dos gobiernos, y la prensa oficialista cubana
la emprendió contra el país asiático, en especial contra sus principales
dirigentes. Tan hondo caló el sentimiento anti chino en las autoridades
cubanas, que un instituto preuniversitario en el campo ubicado en la
provincia de Matanzas, nombrado República Popular China, estuvo a punto
de perder su nombre.
Mas, comoquiera que el sistema totalitario que padecemos nos ha obligado
a leer entre líneas para tratar de extraer la verdad en medio de tantos
ocultamientos y tergiversaciones, no resulta ocioso el intentar
descubrir otras intenciones en la reflexión de Castro, y sobre todo el
porqué de haberla escrito en este momento, cuando las relaciones entre
China y Cuba parecen atravesar por una etapa promisoria.
Si tenemos en cuenta que Deng Xiaoping representa el espíritu de las
reformas económicas pro mercado en China, cualquier crítica a su figura
podría interpretarse también como un desacuerdo con dichas reformas. Y
si semejante crítica proviene de Fidel Castro, calificado por muchos
como opuesto a que se implemente ese tipo de cambios en Cuba, ese sería
un mensaje de que el líder histórico de la revolución cubana rechaza el
establecimiento del modelo chino en la isla.
De todas formas, no hay dudas de que se trata de una reflexión confusa,
que aporta más oscuridad que esclarecimiento. Son más accesibles las
palabras que denotan la nostalgia por la era de Honecker en la antigua
República Democrática Alemana, o el visto bueno para que Juantorena
sustituya al Gallego Fernández al frente del Comité Olímpico Cubano.
http://www.cubanet.org/articulos/una-reflexion-muy-ambigua/
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