Sociedad
Las jineteras de La Palma
Iván García
La Habana 22-06-2012 - 2:26 pm.
A pocos metros de la sede municipal del Partido Comunista, la variante
más barata de la prostitución empieza cada día a pleno sol.
Aún antes de caer la noche, bajo un sol de fuego que pasado el mediodía
convierte a la céntrica zona de La Palma en un horno industrial al aire
libre, las jineteras de bajos recursos se pavonean con sus vestidos
baratos por las cuatro esquinas del municipio Arroyo Naranjo, el más
pobre de La Habana, declarado en alerta roja por su alto índice de
delitos y personas encarceladas.
No son prostitutas de nivel. Muchas son jóvenes que huyen de la miseria
y la falta de futuro en pequeños pueblos perdidos del oriente cubano.
Sus edades oscilan entre los 17 y los 40 años. Pero no se asombren si
una niña de 14 o 15 es quien lanza de forma vertiginosa y entrecortada
una propuesta sexual.
Hay varias opciones. La más solicitada es el sexo rápido. Un servicio
que puede costar entre 60 y 120 pesos la media hora, y donde el cliente
elige el escenario.
Si se anda corto de plata, se alquila un cuartucho inmundo por 20 pesos.
Si la billetera lo permite, hay alojamiento en una de las innumerables
habitaciones particulares. Cinco pesos convertibles por tres horas.
Cuartos confortables con aire acondicionado, agua fría y caliente y una
nevera repleta de cerveza oscura Bucanero, a 1.50 cuc la lata.
También se oferta comida. En la pared cuelga un televisor adosado a un
video donde se pueden ver musicales o películas de porno duro. Y, por si
se olvida, encima de una mesa de noche hay un cartón de preservativos
elaborados en China. Aunque esto último no suele hacer falta: las
esforzadas jineteras de la zona siempre cargan con varios paquetes de
condones en sus bolsos de marcas piratas.
La Palma es un cruce de avenidas repletas de transeúntes que caminan
apresurados con sus jabas de nailon en busca de comida o útiles para el
hogar. Allí nacen y mueren las calzadas de 10 Octubre, Managua, Bejucal
y Porvenir. Existen varios cafés por divisas y bares de mala muerte
donde venden ron adulterado. Por supuesto, no son sitios aconsejables
para turistas de paso por La Habana.
Los clientes habituales de estas jineteras suelen ser los trabajadores
de los mercados agropecuarios o carniceros que hacen buen dinero con la
venta de carne de cerdo y ahumados. También cuentapropistas y choferes
de alquiler, quienes después de conducir doce horas, se solazan bebiendo
cerveza en alguna cafetería y tratando de cazar al vuelo a una jinetera
voluptuosa.
Ya entrada la madrugada, en La Palma recalan los faranduleros de
discotecas y jugadores de cartas o dados que asisten a los ilegales
burles (casinos) de los alrededores.
A esas horas, el trueque de sexo por dinero aumenta su voltaje. Y las
habitaciones de alquiler están ocupadas. Entonces las jineteras hacen su
labor en algún pasadizo oscuro o al margen de un riachuelo apestoso que
atraviesa el lugar.
Los chulos, discretamente, cuidan de sus chicas y les buscan clientes.
Aunque hay jineteras independientes. Como Yislén, quien después de
acostarse con cuatro o cinco tipos pasados de tragos, sentada en la
escalera de una dulcería, cuenta un puñado de billetes arrugados que
guarda entre sus senos.
Es hora de partir a casa, donde le espera su hija de 6 años. "Ésa es mi
única chula. Por ella jineteo. Deseo que en un futuro no corra la misma
suerte de su madre", dice mientras hace señas para parar a un botero (taxi).
A pocos metros de La Palma se encuentra la sede municipal del Partido
Comunista. Una valla borrosa por el tiempo destaca una de las tantas
frases lapidarias de Fidel Castro. Al pie del cartel, escudándose en la
oscuridad de la avenida Porvenir, una jinetera practica sexo oral con un
cliente.
http://www.diariodecuba.com/cuba/11646-las-jineteras-de-la-palma
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