Monday, April 09, 2012

Insularismo y encantamiento liberal

Camila Vallejo
Insularismo y encantamiento liberal
A propósito de la visita de Camila Vallejo a Cuba
Haroldo Dilla Alfonso, Santo Domingo | 09/04/2012 9:15 am
Creo sinceramente que la visita de Camila Vallejo (CV) a Cuba ha sido
una oportunidad para cometer errores bien aprovechada por todos.
En primer lugar, es una pena que una mujer tan valerosa e inteligente
sea puesta en contacto con una realidad tan criticable a la que no puede
criticar, y sobre la que todo el mundo le va a preguntar. No creo que el
incidente llegue lejos, pero creo que si el Partido Comunista Chileno
pretende ocupar un lugar más activo en la política de su país —a lo cual
tiene todo el derecho— debe renunciar a estos actos testimoniales que lo
atan irremediablemente al pasado y le dificultan proyectarse al futuro.
Creo que en ese contexto, CV fue hábil hasta donde pudo. Mostró su
inconformidad con el modelo y declaró querer otra cosa para Chile. Y aún
cuando sus declaraciones sobre Fidel Castro y sobre los rasgos del
sistema político cubano fueron deplorables, no creo que estuviera en
condiciones de hacer otra cosa. No olvidemos que la apoya una
organización cuya historia la liga irremediablemente al Gobierno cubano.
Y que en esa historia hay páginas que yo, si fuera chileno, nunca
olvidaría, como cuando Cuba abrió las puertas a miles de chilenos
exiliados y se convirtió en un pivote del repudio mundial al régimen
dictatorial y criminal de Augusto Pinochet.
Pero no quiero detenerme más en explicar a Camila Vallejo, quien, por
cierto, no basa su aureola en el glamour, como sugieren sus críticos
cubanos, pues CV no es una chica de pasarelas, ni una construcción
mediática. El reconocimiento que posee lo ganó a fuerza de inteligencia
y de ovarios, mucho de ambas cosas, que le permitieron enfrentar con
igual éxito a los ministros derechistas —algunos de ellos admiradores
desfachatados del pinochetismo— como a los ultras que militaban en el
movimiento huelguístico. Y lo hizo con una madurez y un aplomo
envidiables. Fue tan inteligente que nadie pudo acusarla de ser muy bella.
En su periplo cubano CV ha obtenido muchas reacciones críticas. Algunas
de ellas fueron potentes, bien articuladas argumentalmente. Pero casi
todas muy emotivas y terriblemente narcisistas. Como imaginando que en
la Isla no hay un mundo decente después de la oposición. Como si el
resto de la sociedad fuera una manada de oportunistas temerosos donde no
hay (cito a Ismael de Diego) "…casi ninguna persona suficientemente
elevada moral y éticamente", y no la habido por medio siglo.
Es una reacción lógica de personas ubicadas en los márgenes, a quienes
el sistema totalitario condena al status de no-personas. Personas que se
han ganado un espacio a fuerza de enfrentar la represión y el
aislamiento. Pero no es una posición con la que se pueda construir una
alternativa política que valga la pena. La sociedad cubana es mucho más
que disidentes, opositores y emigrados. Y quien quiera hacer oposición
sin reconocerlo va a terminar enquistado en un gueto virtuoso, en un
producto de exportación y sin conexiones con una realidad de lealtades y
resistencias sumamente complejo.
Lo que más me llamó la atención, sin embargo, fue el encantamiento
liberal que padecen los críticos de CV.
Una cosa es el enunciado de derechos liberales —una conquista histórica
de la humanidad— y otra la naturaleza específica de los regímenes
democrático-liberales. Cuando CV habla de la represión en Chile habla de
cosas muy concretas que existen junto al sistema político democrático.
El sistema chileno pose innegables virtudes: una economía dinámica y
numerosos derechos y libertades que facilitan, por ejemplo, que CV pueda
hablar, sus correligionarios organizarse y ella viajar libremente a
Cuba. Posee un sistema electoral estable que permite cambiar a los
gobernantes, y que ha permitido a una coalición de centro izquierda
gobernar por largos años y reformar algunos aspectos particularmente
inhumanos del mundo neoliberal chileno. El propio partido de CV posee
varios diputados y controla algunos gobiernos locales. Virtudes, hago
notar, que son resultados de luchas sociales y ciudadanas que en muchas
ocasiones han tenido que librarse contra carabineros, carceleros,
zorrillos y guanacos en verdaderas batallas campales.
Son virtudes innegables, pero ello no significa que ahí se agote la
historia, como parece colegirse de algunos textos encantados con el
dogma liberal. CV habla de un sistema económico neoliberal terriblemente
desigual, en que inmensas riquezas coexisten con franjas de
depauperación inaceptables, de un sistema de salud caro al que la gente
pobre no llega y la clase media deja el alma, de un sistema educacional
mercurial e inaccesible, de una policía particularmente represiva —de
manera diferente a la cubana pero tanto como ella—, de un sistema legal
que prohíbe el aborto y discrimina a homosexuales e indígenas, entre
otras cualidades que obligan a CV y a la sociedad chilena a seguir
luchando por un futuro mejor. No solo contra una dictadura que ya no
existe, sino también contra las exclusiones y discriminaciones del
sistema capitalista.
Creo que requerimos mirar al mundo más allá de nuestra realidad insular.
Pero también en este tema, los críticos criollos de Camila Vallejo son
víctimas del sistema cubano. Por años nuestros jóvenes han sido
adoctrinados mediante clichés y construcciones ideológicas en torno
tanto a las maldades de un capitalismo caricaturizado que no existe ni
en las favelas de Sao Paulo; como a las virtudes de un socialismo que se
proclamaba superior e irreversible. Cuando algunos de ellos han logrado
romper la coraza doctrinaria, han terminado tirando al niño junto con el
agua sucia. Y han invertido los términos de la explicación pero
manteniendo el mismo esquema maniqueo: un malo y un bueno; la virtud y
el pecado; el honor y la desvergüenza.
Si aprendiéramos a vencer nuestra tendencia irrefrenable al
parroquialismo, al insularismo, al protagonismo y al maniqueísmo, quizás
entonces llegaríamos a entender que Camila Vallejo, la chica veinteañera
que puso en jaque a la avezada clase política chilena, no es enemiga de
una Cuba democrática, participativa y socialmente justa.
Y que por eso en lo fundamental es, para quienes aspiren a este mundo
mejor, nuestra amiga.
http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/insularismo-y-encantamiento-liberal-275667

No comments: