Una víctima del odio
Como sus compañeras Damas de Blanco, en estas manifestaciones Laura
Pollán no portaba un fusil, sino un gladiolo; como sus compañeras, no
gritaba improperios, mostraba una sonrisa
Félix Luis Viera, México DF | 17/10/2011
Laura Pollán no era de ascendencia burguesa, no había nacido en cuna de
oro, ni siquiera tenía ínfulas de altivez en su quehacer diario. Ella
nació allá, lejos, en la ciudad oriental de Manzanillo, el 13 de febrero
de 1948; tenía once años de edad cuando triunfó la revolución cubana que
proclamaría la igualdad, la abolición del racismo, el poderío de los
humildes, la emancipación de la mujer y el respeto hacia ellas.
Ella era profesora de literatura de nivel medio, ama de casa y
apasionada de las plantas. Nunca sospechó que sería la líder espontánea
de un movimiento que reclamaría democracia a aquella revolución "de los
humildes y para los humildes". Ni mucho menos que alguna vez debiera
proclamar: "Nosotras no tenemos miedo. Más de lo que este Gobierno nos
ha hecho ya no nos va a poder hacer. Se llevaron a nuestros familiares y
nos destrozaron la vida… Para hacernos callar deben acabar con
nosotras". Esto dijo porque los elementos castristas las ultrajaban, las
golpeaban, a ella, a su grupo, las Damas de Blanco, cuando trataban de
manifestarse pacíficamente pidiendo la libertad para sus esposos, reos
víctimas de la Primavera Negra de 2003. Como sus compañeras Damas de
Blanco, en estas manifestaciones Laura Pollán no portaba un fusil, sino
un gladiolo; como sus compañeras, no gritaba improperios, mostraba una
sonrisa. Ella lo dejó claro en una entrevista divulgada en 2008: "A este
Gobierno no le ha entrado en la cabeza que nosotras, las Damas, no somos
políticas… Somos pacíficas, salimos a la calle a pedir la libertad de
nuestros familiares injustamente apresados. No pedimos la muerte de
nadie, queremos paz…"; por eso los gladiolos, las sonrisas.
Hace veintiún días, cuando Pollán y sus compañeras intentaban asistir a
una misa por el Día de la Virgen de la Merced, patrona de los presos,
fueron acosadas y maltratadas por elementos de la dictadura, frente a la
propia casa de ella. Las imágenes que dieron la vuelta al mundo
mostraban una turba enardecida profiriendo insultos, gesticulando
amenazadoramente, empujando hacia dentro del domicilio a Pollán y sus
compañeras. Convoco al lector a que revise estos videos: en los ojos
intensamente verdes de Laura Pollán no había odio. Su último recorrido
con las Damas de Blanco fue el pasado 2 de octubre, por la Quinta
Avenida de La Habana. El 7 de octubre fue ingresada, grave, en el
Hospital Calixto García, de la capital cubana. Padecía de diabetes, que
se le había complicado con una insuficiencia respiratoria; su estado de
salud empeoró cuando contrajo dengue, al parecer mientras se hallaba
hospitalizada. El 14 de octubre, a las 19:50, murió.
Según las noticias que llegan, disidentes de unos y otros sitios de la
capital fueron impedidos por las fuerzas castristas de asistir a los
funerales, que se extendieron durante dos horas en una funeraria
habanera, antes de que los restos de la activista fueran incinerados. En
su casa de la calle Neptuno, en Centro Habana, está abierto ahora mismo,
y lo estará durante tres días, un libro de condolencias.
El certificado de defunción de Laura Pollán dará cuenta de que murió de
un "Paro respiratorio", o algo así. Hasta ahora no se sabe de ningún
certificado de este tipo, que exprese: Causa de la muerte: "Víctima del
odio irracional".
http://www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/una-victima-del-odio-269452
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