Saturday, October 15, 2011

Un símbolo moral

Editorial

Un símbolo moral

La actitud y dedicación de Laura Pollán saca su muerte y su vida del
entorno doméstico, y la convierte en un símbolo de la dedicación a un
país y a un pueblo que en muchas ocasiones, por temor o por
indiferencia, ha presenciado inerme las golpizas, los atropellos e
insultos, los abusos contra las Damas de Blanco

Redacción CE, Madrid | 15/10/2011

En una entrevista reciente Laura Pollán afirmaba que la labor a favor de
los cambios democráticos en Cuba tenía un precio, pero que ella no iba a
rendirse.

"Nos han dado golpes, nos han pateado. Pero vamos a continuar. Sabemos
que vamos por el camino correcto. Muy pronto Cuba será libre. El pueblo
está despertando", dijo entonces la líder de las Damas de Blanco.

Hoy la noticia de su muerte ha sorprendido como un portazo inesperado.
Laura Pollán no murió en una cárcel, no fue asesinada por el régimen
cubano, pero su fallecimiento se une a la larga cadena de vidas perdidas
tras el empeño de llevar el respeto de los derechos humanos a Cuba. Si
existiera la democracia en la Isla, su muerte no sería más que un
doloroso hecho familiar. Hoy es el fin temprano de una luchadora por un
país mejor, que no quiso abandonar su patria y continuó en su empeño más
allá del logro inicial de conseguir la libertad de su esposo.

Esa actitud, esa dedicación, saca su muerte y su vida del entorno
doméstico y la convierte en un símbolo de la dedicación a un país y a un
pueblo que en muchas ocasiones, por temor o por indiferencia, ha
presenciado inerme las golpizas, los atropellos e insultos, los abusos
contra las Damas de Blanco.

Que 15 mujeres representen la moral de un país es una carga muy dura.
Que esa carga influyera o determinara un deterioro de salud es
innegable. Es el precio a que hacía referencia la Dama de Blanco.

Sin caer en exageraciones y acusaciones hasta ahora no comprobadas, se
puede afirmar que el gobierno de los hermanos Castro tiene una gran
parte de responsabilidad no solo en la muerte de Laura Pollán, sino
también en su vida. Que se la acortó y amargó, igual que a otros cientos
y miles de ciudadanos cubanos que han sufrido la prisión y la angustia
por simplemente defender una causa justa.

No es por gusto que ya se ha iniciado una nueva ola represiva, para
impedir la asistencia a los funerales de la activista a otros opositores
pacíficos, desde disidentes a Damas de Blanco y de Apoyo. Una vez más,
el régimen de La Habana trata de sustituir el dolor con el miedo, o de
aumentar ambos.

A Laura Pollán siempre se le recordará vestida de blanco. Fue profesora
de literatura para la enseñanza media, ama de casa y esposa abnegada.
Méritos sencillos pero importantes, que por muchos años mantuvieron a un
lado un coraje único y una dedicación plena, que saltó a la luz pública
tras el arresto de su esposo, Héctor Maseda. Es en este momento que, sin
pudor, puede catalogarse de histórico, cuando adquiere su dimensión
pública, la trayectoria que va a definir por completo su vida. Ya no
será más la ama de casa o la maestra, labores que seguro continuó
realizando y que quizá hasta llegó a añorar, sino la opositora que
desafiaba al régimen de forma pacífica.

Es precisamente esa biografía familiar la que la convierte ahora en uno
de los muertos más temidos por el régimen. Porque Laura Pollán
representa al ser humano que llega a la política a empujones, cuando es
precisamente la política quien se mete en su casa. Así que la
politización de su vida, y de su muerte, es más por rechazo que por
vocación. Siempre, en todo momento, hasta el final, se mantuvo firme,
reclamando que su actividad no era política sino de lucha por los
derechos humanos, rescatando el hogar para la familia y no para la plaza
o la trinchera.

Ahí precisamente radica uno de sus méritos mayores. En demostrar que a
un régimen totalitario se le puede desafiar con una sonrisa y un gladiolo.

http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/un-simbolo-moral-269394

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