Martes, Octubre 18, 2011 | Por Oscar Espinosa Chepe
LA HABANA, Cuba, octubre, www.cubanet.org -El mes de octubre ha
transcurrido en Cuba bajo fuertes campañas propagandísticas. Los medios
de difusión no cesan la constante alharaca política, con una intensidad
que recuerda los tiempos de Fidel Castro. Los temas preferidos en esta
ocasión son el embargo norteamericano, la situación de los 5 cubanos
condenados por espionaje en Estados Unidos y el terrorismo,
aprovechando el 35 aniversario del atentado al avión de Cubana de
Aviación en Barbados que costó la vida a 73 personas inocentes.
El último tema ocupa la primacía en estas campañas, dirigidas a
martillar las cansadas mentes de los cubanos, más que atiborradas por el
incremento de los asfixiantes problemas vivenciales. Sin duda alguna,
el terrorismo es condenable, y hechos como la tragedia de Barbados
merecen un total esclarecimiento y la condena a quienes promovieron tan
bárbara acción. Igual podría decirse de los actos dinamiteros ocurridos
en hoteles y otros lugares de La Habana, donde perdió la vida un turista
italiano y quedaron heridos varios pacíficos ciudadanos cubanos que
casualmente se encontraban en el lugar.
Sin embargo, habría que preguntarse si el gobierno cubano tiene la
suficiente autoridad moral para enjuiciar esos repudiables hechos,
teniendo en consideración su largo historial de haber permitido y
promovido el terror en Cuba bajo distintas formas y métodos durante
muchos años. El terrible hundimiento del Remolcador 13 de Marzo, resultó
en el ahogamiento de 32 personas, de ellos 20 niños, el 13 de julio de
1994, sin que hasta el momento se haya celebrado un juicio para
esclarecerlo, a pesar de la solicitud formulada por la Iglesia Católica
Cubana para que quedaran depuradas las responsabilidades por este
trágico suceso. No menos brutal fue el derribo de dos avionetas de la
organización Hermanos al Rescate, con cuatro personas a bordo, por
aviones cazas Mig 23, el 24 de febrero de 1996. Independientemente de
si estaban o no en aguas jurisdiccionales, no tiene justificación este
desmedido proceder contra pequeñísimas naves desarmadas.
Además, cómo podría llamarse a la condena de 75 pacíficos disidentes a
largas penas de cárcel en 2003, sino una clara acción para sembrar el
terror y el miedo en la sociedad; qué título podría recibir el
fusilamiento de tres jóvenes negros en abril de ese año, que urgidos
por la desesperanza quisieron llevarse un barco para Estados Unidos,
pero no derramaron sangre. Estos ejemplos y otros muchos demuestran
fehacientemente las prácticas terroristas desplegadas por el gobierno
para afincarse en el poder.
Ahora mismo, estos métodos continúan utilizándose mediante las bandas
paramilitares al estilo de los voluntarios españoles en la colonia y la
porra machadista, contra pacíficas personas que cansadas de la miseria y
los abusos protestan y cívicamente piden respeto a sus derechos.
Por otra parte, poca moral tienen las autoridades, cuando
internacionalmente se conjuran con connotados violadores de los derechos
humanos y promotores del terrorismo internacional. Abiertamente se han
aliado con Gadafi en Libia, Al-Assad en Siria y los ayatolas en Irán, a
quienes no ha sido suficiente el terror aplicado a sus pueblo y lo han
exportado.
Resulta improcedente reclamar justicia para la monstruosidad realizada
en Barbados y al mismo tiempo aliarse a quienes dinamitaron un avión de
la compañía Pan Am cargado de más de 200 civiles sobre Lockerbie
(Escocia) y pusieron una bomba en la discoteca La Belle de Berlín en
abril de 1986, con una apreciable cantidad de víctimas, acciones
terroristas probadamente preparadas en Trípoli. Es incompatible
proclamarse campeón en la lucha contra el terrorismo, cuando se hace
causa común con el régimen iraní, promotor del terrorismo a escala
internacional, incluyendo hechos tan salvajes como el atentado que
destruyó la embajada de Israel en Buenos Aires y causó 30 muertes y más
de 200 heridos el 17 de marzo de 1992, así como el atentado contra un
Centro Judío con cerca de un centenar de fallecidos y numerosos heridos,
el 18 de julio de 1994, ambos en Buenos Aires; proyectados por personas
que hoy ocupan importantes cargos en el gobierno de Teherán.
A esto se añade el apoyo brindado actualmente a la dinastía de Damasco,
que ametralla al pueblo para enfrentar su rebeldía, mientras la mayoría
de los países árabes ya han retirado sus embajadores, e incluso
aliados cercanos como Rusia y China, a pesar de vetar resoluciones del
Consejo de Seguridad de ONU contra la tiranía de Bachar Al- Asad,
abrumados por las atrocidades, hayan tenido que reclamar al gobierno
sirio el cese del baño de sangre y busque soluciones.
Estos elementos demuestran que el gobierno cubano, que cercenó las
libertades al pueblo y durante años han gobernado a través de la
implantación del miedo, carece de credibilidad para erigirse en defensor
de los intereses de Cuba. Ciertamente merecen ser sancionados quienes
derramaron de forma monstruosa la sangre cubana inocente, tanto quienes
se escudaron tras una supuesta lucha por la democracia, como aquellos
que utilizan esos métodos para defender un poder absoluto disfrutado por
tantos años.
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