La represión continua
ALEJANDRO ARMENGOL:
El gobierno cubano ha tratado durante décadas de cambiar las reglas,
cuando se destacan las diferencias que existen a la hora de condenar a
una persona por un supuesto delito de opinión y el expediente de
colaborar con el enemigo. Es lógico pensar en acciones de espionaje,
terrorismo y sabotaje cuando se habla de ''colaborar con el enemigo''.
No en el caso cubano. Para el régimen de La Habana, esta colaboración
puede ser un acto tan simple como publicar una crónica en un periódico
de Miami y España. Como en cualquier sociedad, el gobierno de la isla se
encarga de definir lo que es un delito, y lo que disgusta a sus
funcionarios es que alguien en cualquier lugar del mundo se cuestione
esa definición.
El problema con este criterio es que se elabora con una constante
referencia a una "guerra terrible con una potencia nuclear'', cuando en
realidad desde hace muchos años en el diferendo entre Cuba y Estados
Unidos se puede hablar de la hostilidad de Washington mantenida en
ciertas acciones, normas y leyes, pero no de acciones bélicas. Esto no
lo reconocen los gobernantes de La Habana con palabras, pero sí con
actos. Difícil comprender que una nación está en guerra con otra y al
mismo tiempo le compra alimentos a su enemigo, agasaja a los
legisladores del bando contrario y celebra subastas de tabacos donde los
principales invitados y compradores no vienen de una trinchera sino
viajan cómodamente al país anfitrión. Una guerra sin disparos y ataques
mortíferos, sin cañones y acorazados. Una contienda donde los únicos
"barcos enemigos'' que entran en aguas cubanas traen mercancías que se
cargan en los puertos de la nación agresora. Cuba está en una "guerra'',
dicen quienes gobiernan en la isla, y no le queda más remedio que
encarcelar a los "agentes'' que luchan en favor del otro lado.Sin
embargo, un buen número de disidentes cubanos han cumplido largas
condenas por el solo ''delito'' de divulgar análisis políticos y
noticiosos y buscar cambios pacíficos en la isla.
El gobierno cubano comete un error cuando confía en la eficiencia
probada de su mecanismo de represión preventiva para dilatar la solución
¯o al menos el mejoramiento¯ del problema de las sistemáticas
violaciones a los derechos humanos. Lo que es una victoria de la censura
se traduce en una derrota de la creatividad, en el sentido más amplio de
ambos términos.Desde hace mucho tiempo los disidentes luchan frente a
dos enemigos poderosos: la represión y la inercia. Por décadas el
régimen ha alimentado la ausencia de futuro en la población como el
medio ideal para alimentar la fatalidad, el cruzarse de brazos y la
espera ante lo inevitable. Pero si estas actitudes influyen
negativamente en las posibilidades de un cambio democrático, también
afectan a la capacidad de la nación para resolver sus problemas por
medios propios.
Uno de los argumentos más repetidos por el gobierno cubano y sus
seguidores es que : "No hay una sola familia cubana que en los últimos
50 años llore a un familiar desaparecido, no hay una sola que llore a un
familiar asesinado extrajudicialmente, no hay una sola denunciando trato
inhumano degradante, torturas como las que se aplicaron en otros países
de América Latina''. Estas palabras las pronunció el excanciller Pérez
Roque en un foro internacional, el mismo que años después sería separado
de forma abrupta del gabinete cubano, sin necesidad de muchas
explicaciones al respecto, salvo el dictado casi bíblico de Fidel Castro
sobre la predilección por las "mieles del poder´´. Pero no importa si lo
dice un funcionario u otro. No se trata más que de máquinas repetidoras
que no se apartan una palabra del guión dictado desde la Plaza de la
Revolución.
La afirmación tiene una porción de verdad, en el sentido de que no hay
un historial de desapariciones y barbarie similar al que arrastran
diversas dictaduras latinoamericanas. Sin embargo, este criterio no
absuelve al gobierno de La Habana de su historia represiva. Es más, lo
que en otros países es pasado, en Cuba es presente. En la isla se
practica una represión sin tregua, aunque las largas condenas han sido
sustituidas por breves arrestos preventivos.Por otra parte, la
referencia a las desapariciones tiene cierta dualidad, ya que busca
tanto la absolución como el destacar la eficiencia de la maquinaria
represiva cubana. Esta le ha permitido prescindir de acciones que tanta
"mala fama'' acumulan sobre los violadores. Pero aunque se puede
especular sobre la existencia de otras formas de "desaparición'' en la
isla ¯incluso más allá de fusilamientos, juicios sumarios, condenas
excesivas y encarcelamientos sin la celebración de un proceso penal,
para citar algunos de los hechos ocurridos desde la llegada de Fidel
Castro al poder¯, hay un elemento importante a destacar: la diferencia
entre recurrir al delito y la marginalidad para impedir un cambio de
gobierno y el establecimiento de un régimen que cambia las leyes y
normas con el objetivo de perpetuarse.
Aunque estos cambios son fundamentalmente en esferas de la vida
cotidiana, ciertas actividades económicas y acciones represivas contra
la libertad creadora o la discriminación de ciertos sectores
poblacionales. Lo que en cierta época fue delito en Cuba, ahora es
permitido. Pero en esencia, la capacidad o el derecho a expresar el
deseo de cambiar ciertos aspectos de la sociedad o la sociedad y el
gobierno en su conjunto sigue siendo tan refrenado en Cuba como cuando
esta persecución se vestía del ropaje de la lucha de clases.
http://www.elnuevoherald.com/2011/06/19/v-fullstory/964328/alejandro-armengol-la-represion.html
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