Tuesday, June 07, 2011

La otra mentalidad

Sociedad

La otra mentalidad
Reinaldo Escobar
La Habana 07-06-2011 - 5:01 pm.

El Partido Comunista pide cambios, ¿pero es acaso capaz de cambiar?

En las recientes asambleas provinciales de balance del Partido Comunista
de Cuba se ha venido repitiendo —machaconamente— un lema: "Es necesario
cambiar la mentalidad y romper definitivamente la rutina".

En el informe político al XXVII Congreso del PCUS, su entonces primer
secretario, Mijail Gorbachov, advirtió: "No podremos avanzar ni un solo
paso si no aprendemos a trabajar de un modo nuevo, si no logramos vencer
la rutina y el conservadurismo en todas sus manifestaciones, si perdemos
la valentía de apreciar sobriamente la situación y verla tal como es".

En aquel entonces era impensable lo que ocurrió después, pero han pasado
25 años y ahora se pueden analizar los acontecimientos en perspectiva y
sacar algunas lecciones históricas del fracaso. Vale la pena preguntarse
si el desmoronamiento de aquel sistema sobrevino porque los burócratas
del Partido no aprendieron a pensar y a trabajar de un modo nuevo o si
fue el cambio de mentalidad el que hizo el papel de espoleta en la
implosión del socialismo real.

Lo que el segundo al mando del PCC, José Ramón Machado Ventura, entiende
hoy como "cambiar de mentalidad" se resume, según sus palabras, en
aumentar la exigencia, los controles y la disciplina, y en tener la
vocación de analizar los problemas con profundidad, más allá del
cumplimiento de los planes y las estadísticas administrativas.

Pero si la militancia de un partido ha sido conformada por normas
selectivas que privilegian la obediencia antes que la creatividad, la
lealtad a un hombre antes que la adhesión a una doctrina, la
intolerancia con lo diferente antes que la aceptación de la diversidad,
no será posible pedir de la noche a la mañana que se piense con cabeza
propia, que se tomen decisiones audaces ni que se ejerciten nuevos métodos.

Si los cuadros del Partido de todo el país pudieran cambiar de
mentalidad en virtud de un ejercicio voluntario, como aparentemente se
les pide, estarían demostrando que en algún recóndito lugar de su
cerebro, había un segmento agazapado que en un momento dado hubiera
podido insubordinarse contra la propia forma de pensar predominante y
subvertirla. Algo así sería imposible, y Gorbachov aprendió la lección
en carne propia, demostrando la incapacidad del sistema y de sus cuadros
de regenerarse.

Lo que sí parece viable es hacer la crítica a la forma de pensar que se
quiere dejar a un lado, definir con claridad los defectos que se quieren
superar, dejar de contar con quienes ya no pueden cambiar y, en el mejor
de los casos, abrirle un espacio a las personas que ya tienen esa nueva
mentalidad. Pero si se deja todo en el ambiguo lenguaje de las
generalizaciones, cada cual creerá de buena fe que ya cambió en la
dirección correcta y cuando pasados unos días se reúnan los del núcleo
del Partido de la fábrica o los miembros de los comités municipales o
provinciales, se mirarán los unos a los otros con las mismas caras que
de costumbre y se dirán de sí mismos y de los demás, ¡miren cómo hemos
cambiado!, y levantarán la mano unánimemente para aprobar las nuevas
orientaciones.

http://www.diariodecuba.com/cuba/5168-la-otra-mentalidad

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