El derecho a turistear
Demasiado entusiasmo con la oración de los Lineamientos que habla de
"Estudiar una política que facilite a los cubanos residentes en el país
viajar al exterior como turistas"
Haroldo Dilla Alfonso, Santo Domingo | 06/06/2011
En lo personal, soy un partidario decidido de que el cambio hacia la
República del futuro en Cuba se produzca mediante una transición lo
menos dolorosa posible. Y creo que en esto soy parte de la mayoría de
los cubanos que viven en la Isla y en la diáspora. Pero siempre me tomo
el trabajo de distinguir entre aquellas cosas que son efectivamente
cambios, y aquellas otras que no pasan de ser camuflaje. Entre lo que es
nuevo, y lo que es más de lo mismo. Entre —recurriendo a la impecable
dialéctica hegeliana— la simple variación cuantitativa y lo que
realmente representa un salto de calidad.
Y me detengo en esta perorata para llamar la atención sobre el
entusiasmo desplegado por analistas, observadores y periodistas acerca
del dichoso artículo 265 de los Lineamientos aprobados por el VI
Congreso del Partido Comunista de Cuba. En el que al final, casi de
paso, se ha agregado una oración que habla de "Estudiar una política que
facilite a los cubanos residentes en el país viajar al exterior como
turistas".
Lo primero que llama la atención es la redacción. Observen cuantas
dilaciones para llegar al meollo. Cuanto rodeo para decir que pudieran
permitir que los cubanos hagan lo que cualquier persona en la mayor
parte del mundo hace si tiene deseos, visa y dinero. Y es que en
cualquier parte del mundo —con algunas excepciones— esta es una decisión
muy sencilla. Pero en Cuba es una decisión de fuerte incidencia política.
Si efectivamente permiten a los cubanos viajar libremente el sistema
político cubano se expondría a una hemorragia letal. Por un lado,
perdería el control político sobre una parte de la población que ya no
requeriría el permiso oficial para hacerlo, y por consiguiente no
estaría obligado a "portarse bien" para realizar un viaje que no solo
implica la expansión espiritual al contacto con otros mundos y otras
personas, sino también la satisfacción de muchas necesidades básicas
familiares. Por otro, introduciría un elemento de probable disrupción,
al permitir el contacto de la población cubana con un mundo exterior en
cuya descripción absolutamente pecaminosa basan los dirigentes cubanos
uno de los argumentos de la superioridad del "socialismo" cubano. Y
finalmente, lo que no es menos importante en medio de la crónica hambre
financiera del Estado, significaría renunciar a muchas decenas de
millones de dólares.
Por todo, es previsible que en este "estudio-de-políticas-que-faciliten"
turistear no será una prioridad, y tomará un buen tiempo hasta que se
decida algo. Luego, es también previsible que no implicará un cambio
sustancial, sino probablemente un desmontaje muy parcial, eliminando
algún aspecto, como puede ser, por ejemplo, la carta de invitación, o
una rebaja general de costos, o la agilización de aspectos de la onerosa
diligencia, por ejemplo, eliminando el trámite feudal de no objeción que
hay que pedir a la última entidad en que el potencial viajero trabajó.
No creo que mucho más.
No hay nada cualitativamente nuevo. Por un lado es mucho camuflaje, un
ardid político que les quitará de arriba presión moral y les ganará los
aplausos de los observadores poco informados y de esa turba de
adoradores condicionados que solo esperan un guiñito de ojos para
convencerse de que son amados. Pero sobre todo este paso, cuando se dé,
es un ejemplo de cómo el sistema cubano tiene que dar pequeñas meneadas
a los lados en el ámbito político para que los cambios en la economía
funcionen. Y de lo que aquí se trata es, ante todo, de ofrecer a los
nuevos ricos y a la clase media emergente (incubados en los negocios
estatales, en la tecnocracia vinculada a la inversión extranjera y en el
mercado negro) una oportunidad de gasto para evitar el desincentivo y el
atesoramiento estéril.
No hay mucho más. Y para que nadie se equivoque al respecto los jerarcas
partidistas colocaron esto en un acápite donde se habla de la economía y
del turismo, no de los derechos civiles.
Es, como decía el viejo Vito, puro negocio.
http://www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/el-derecho-a-turistear-263758
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