ÓSCAR ESPINOSA CHEPE Y MIRIAM LEIVA - La Habana, Cuba - 27/07/2010
El inicio de la liberación de los 52 prisioneros de conciencia del Grupo
de los 75, y el posterior anuncio oficial sobre la excarcelación de
todos los presos políticos pacíficos, son pasos muy importantes que
permitirían ir más allá de la reparación tardía de una enorme injusticia.
Era un gran obstáculo para crear un ambiente propicio a las
transformaciones económicas, sociales y políticas urgentemente
necesitadas, así como un valladar insalvable para mejorar las relaciones
con Estados Unidos, la Unión Europea y otros países democráticos.
Independientemente de los motivos de las autoridades, las conversaciones
con la Iglesia católica cubana y el compromiso de excarcelaciones son
alentadoras. Aunque en muchas ocasiones no hemos coincidido con la
política del actual Gobierno de España hacia Cuba, apreciamos su papel
positivo en el acompañamiento de estas negociaciones y las facilidades
brindadas para que los liberados se asienten con sus familias en la
Península.
La solución definitiva del drama nacional es responsabilidad de los
cubanos, pero la comprensión y la solidaridad mundial ayudan muchísimo.
Sería recomendable que la comunidad internacional reconociera esa
decisión de las autoridades cubanas, fundamentalmente Estados Unidos y
la Unión Europea. La liberación de los presos no constituye la solución
del problema cubano; son indispensables cambios económicos, políticos y
sociales. Incluso de mantenerse el asfixiante clima imperante, en un
corto tiempo se llenarían nuevamente las cárceles, y la represión podría
ser aún mayor para tratar de sofocar la cada vez más creciente
inconformidad popular.
Pero un moderado reconocimiento internacional y gestos calibrados
alentarían al sector reformista, cada vez mayor en el partido y el
Gobierno. Lo contrario serviría de argumento a los más conservadores
para justificar su posición inmovilista. Los Estados Unidos deberían
eliminar la prohibición de viajar a sus ciudadanos, flexibilizar la
venta de alimentos a Cuba, e intensificar los intercambios culturales,
deportivos, académicos, religiosos y otros. Sobre su Posición Común, la
Unión Europea debería considerar junto a la liberación de los
prisioneros, también los resultados de la próxima reunión de la Asamblea
Nacional del Poder Popular y otros acontecimientos que eventualmente se
produzcan. Quizás el examen en septiembre debería aplazarse. Una
decisión precipitada podría ser prematura. Además, podría acordarse un
encuentro con el Gobierno cubano para verificar sus intenciones a corto
plazo. En todo caso, la UE debe realizar contactos con toda la sociedad
cubana durante las visitas de los representantes de los distintos países
miembros a La Habana.
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