Socialismo con bolsillo capitalista
By SARAH MORENO
En la década de los años 90, tres cantautores cubanos reinaban en los
clubes de México: Amaury Gutiérrez, Pancho Céspedes y David Torrens.
Hoy, Gutiérrez y Céspedes están en Miami, componiendo, grabando discos,
descargando en clubes, dando conciertos y criando a sus hijos; en fin,
desarrollando una carrera como cualquier artista, con la única
particularidad de que lo hacen lejos de su país.
Torrens, sin embargo, está en La Habana. El destacado compositor, que
fuera de la isla lanzó varias producciones con una casa disquera
establecida y que se presentó en varias ocasiones en concierto en Miami,
es parte de un grupo de artistas que divide su residencia entre Cuba y
el extranjero.
Algo similar ocurre con el cantante Raúl Paz, quien vivió varias décadas
en Francia, y ahora reside en Cuba, adonde, según se cuenta, ha elegido
regresar para que su hijo se eduque en idioma español en las escuelas de
la isla. Esta situación de vivir entre dos aguas, que algunos
interpretan como una posición apolítica, sería completamente normal si
los artistas que residen en Miami pudieran presentarse en Cuba. Pero
esto es simplemente imposible porque el cacareado intercambio cultural
que reclaman las autoridades culturales oficiales cubanas sólo es de una
sola vía, al menos con artistas exiliados.
De todos es conocido que Willy Chirino ha solicitado ir a Cuba para
ofrecer conciertos y ha obtenido la callada por respuesta. Los que saben
de intercambios y conversaciones con funcionarios cubanos para llevar
embajadas y grupos culturales a la isla cuentan que la negativa de parte
de las autoridades se produce cuando están involucrados los exiliados de
Miami. Entre esas leyendas urbanas de personas a quienes se les negó la
entrada en el aeropuerto de La Habana se narra el caso de un profesor de
FIU que llevó a un grupo musical de dicha universidad y no pudo pasar él
mismo por ser de ``origen cubano'', dirían despectivamente los funcionarios.
Esta herida abierta, más dolorosa si se quiere para quienes genuinamente
buscan un acercamiento de tipo artístico y cultural con Cuba, se agrava
con la gira que comienza hoy Silvio Rodríguez por Estados Unidos, la
cual incluirá en su itinerario a Nueva York, Oakland, Los Angeles,
Washington y Orlando, Florida. El hecho de que Rodríguez haya elegido no
cantar en Miami, estando a sólo unos pasos, sugiere que no le interesa
acercarse a sus compatriotas, sino beneficiarse de la visa concedida por
Estados Unidos para recargar su cuenta de banco.
Si de verdad existiera un deseo de cantar para quienes en otra época
constituyeron su público natural, se arriesgaría hasta a recibir
tomatazos y posibles manifestaciones en las afueras del teatro. Pero los
intereses que mueven tanto a Rodríguez como a otros artistas que hoy
cantan en Estados Unidos y mañana están tomando un avión para Cuba son
simplemente económicos. Para nadie es un secreto que en la isla se puede
tener una cómoda residencia, con servidumbre incluida, con unos cuantos
miles de dólares anuales. Este detalle se suma a otra justificación a la
que a veces recurren los que regresan: la nostalgia de su familia y de
su país, de todas esas ausencias que, por contraste, definen a un exiliado.
Es penoso que estos artistas, después de haber disfrutado la libertad de
la que se goza en España, Francia y Estados Unidos, se plieguen a las
exigencias del gobierno cubano, que para mantenerles el permiso de
entrada y salida vigente sólo les pide que no hagan declaraciones contra
la revolución. ¡Cómo se paran después en la televisión cubana frente a
un público que no puede entrar y salir libremente de su país! Es una
cuestión de socialismo mullido y conciencia muy tranquila para algunos
inescrupulosos.
En otras instancias, la política es el caballo de batalla que divide a
algunos artistas. En la actualidad, el grupo Orishas vive una separación
que ellos justifican como una oportunidad para que cada uno de sus
miembros trabaje por su cuenta, cuando los rumores apuntan a que la
verdadera razón del distanciamiento son las diferencias políticas entre
Yotuel y Roldán. Este último parece inclinarse por seguir las
directrices del gobierno cubano, en tanto que Yotuel está dispuesto a
ejercer la libertad personal de que dispone desde que vive entre España
y Francia.
El chantaje a los artistas con la familia que han dejado en Cuba es
siempre el recurso más efectivo para hacerlos callar. Ahora que la
opinión pública internacional ha puesto finalmente los ojos en Cuba y
que figuras españolas como Pedro Almodóvar, Aitana Sánchez Gijón, Ana
Belén y Víctor Manuel, reunidos por la escritora Rosa Montero, han
condenado la situación de los presos políticos cubanos y la naturaleza
represiva del régimen, es el momento exacto para que los artistas
cubanos dejen de navegar entre dos aguas.
¿Et tu, Silvio? •
http://www.elnuevoherald.com/2010/06/04/v-fullstory/734548/socialismo-con-bolsillo-capitalista.html
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