Tiempo real y juego de palabras
By RAUL RIVERO
Madrid -- He leído en los últimos días, en algunos medios que no voy a
promover aquí, unas críticas veladas y otras descubiertas sobre el
empecinamiento de las Damas de Blanco en salir a reclamar --en las
calles crispadas y peligrosas de La Habana-- la libertad de sus
familiares encarcelados.
Esas quejas tienen, a veces, una cordialidad ambivalente concebida con
la idea de disimular lo que es una labor orientada para producir un
desplazamiento intencionado y parcial del origen de los episodios de
violencia y hostigamiento que se organizan cada domingo en las
inmediaciones de la iglesia de Santa Rita, en la barriada de Miramar.
Sucesos diseñados por la policía y protagonizados por los habituales e
irascibles integrantes de las brigadas de respuesta rápida.
Y se trata del uso manipulador del idioma español para responsabilizar a
las víctimas con las escenas de fuerza, acosos brutales, golpizas y
ensañamiento que, enseguida y con un retrato al desnudo de la
intolerancia, salen a recorrer el mundo.
Empecinarse es obstinarse, aferrarse y encapricharse. Y esa palabrería
no se puede identificar con las intenciones de quienes se arriesgan,
entregan todos los días su salud, sus energías y el tiempo de sus vidas
para pedir, mediante oraciones y manifestaciones pacíficas, que sean
liberados los presos políticos. En castellano, en buen castellano, las
Damas de Blanco son mujeres tenaces porque esa definición tiene que ver
con la resistencia.
El delito, la arbitrariedad y el encono está en el gesto inicial del
régimen. En las condenas de la Primavera Negra del 2003 y en la obsesión
de mantener en los calabozos a más de medio centenar de activistas de
derechos humanos, periodistas y bibliotecarios.
Los empecinados son los que se empeñan en que esos hombres permanezcan
detrás de las rejas donde cumplen condenas de hasta 28 años de cárcel,
después de unos juicios preparados con apuro y torpeza por unos
maromeros provenientes de la carpa de un circo.
La obstinación y la intransigencia están en quienes, desde el poder y
con soberbia, tienen en peligro de muerte al preso político Ariel Sigler
Amaya, un líder de la oposición que ha dejado en las celdas de castigo
su juventud y vive, desde hace meses, desnutrido y sin mejoría, en una
silla de ruedas.
Así, la nómina de opositores y periodistas presos y enfermos ya es mayor
que la de los que tienen una salud estable dentro de las prisiones. En
esa lista está el comunicador Normando Hernández, ingresado en una sala
de penados de la Seguridad del Estado en un hospital militar de la
provincia de Camagüey.
icardo González Alfonso, Adolfo Fernández Sainz, Pedro Argüelles Morán
(casi ciego en la prisión de Canaleta), Víctor Rolando Arroyo, Miguel
Galván Gutiérrez, José Luis García Paneque y Juan Carlos Herrera Acosta,
aparecen entre los 26 presos en peores condiciones de salud.
Los reclamos de las Damas de Blanco tienen una relación directa con el
tiempo real y con la supervivencia de sus familiares. No es juego, ni un
debate que se pueda solventar en los diccionarios. Ellas son mujeres
tenaces que luchan por la libertad y la vida. Lo demás es empecinamiento
y extravío.
http://www.elnuevoherald.com/2010/05/02/709688/raul-rivero-tiempo-real-y-juego.html
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