Luis Cino
LA HABANA, Cuba, abril (PD, www.cubanet.org) – A principios de 2009, el
periodista Adrián Leiva anunció que si no había otro modo de que las
autoridades cubanas le permitieran regresar a su patria, entraría sin
permiso por cualquier punto de la costa cubana. "No por desafiar al
gobierno, sino por el derecho natural que me asiste", dijo en aquella
ocasión. "Y que pase lo que pase", advirtió.
Desafortunadamente, pasó lo que muchos temíamos que podría pasar desde
que leímos su mensaje: Adrián Leiva murió en el intento de regresar a su
país.
Las autoridades cubanas entregaron el cadáver a su familia el 5 de
abril. Dicen que lo hallaron en la costa norte de la provincia La
Habana. Había salido de Miami en una embarcación el 22 de marzo. A los
más allegados no les ocultó que volvía a Cuba.
Adrián Leiva, un periodista independiente que se definía como un hombre
de izquierda y moderado, se fue a Miami en el año 2005. Aceptó irse para
no obstaculizar la salida de su esposa, pero advirtió que retornaría
como fuera. Volvió a Cuba en el año 2008. En octubre de ese año, las
autoridades lo expulsaron del país. Entonces empezó su lucha por el
derecho de todos los cubanos a regresar a su país.
En sus cartas a varios jefes de Estado, al Vaticano, la Unión Europea y
al propio gobierno cubano preguntaba: "Si no defendemos el derecho a la
nación que nos pertenece, ¿de qué vale defender todo lo demás si lo
primero es el ser humano y el concepto de nación y familia?".
Adrián cumplió su sueño. Al fin está en Cuba, pero muerto. Únicamente
así logró que los cancerberos que se adjudican el monopolio de la patria
no pudieran impedirle la entrada o expulsarlo de la tierra que amó
tanto. Ahora sólo nos queda el dolor. Y las dudas sobre las
circunstancias de la muerte de otro hermano. Tal vez nunca sepamos qué
pasó realmente. Pero no hay dudas sobre quién mató a Adrián Leiva.
Adrián murió por culpa de las perversas y orwellianas leyes migratorias
cubanas. Hace más de un año se dijo que el gobierno cubano estudiaba
flexibilizar su legislación migratoria para eliminar los permisos de
entrada y salida del país. Luego del frenazo que impusieron a las
mini-reformas los retranqueros del inmovilismo neo-estalinista, no se
habló más del asunto.
Emigrar o fijar residencia temporal en otro país es un derecho
consagrado por el artículo 13 de la Declaración Universal de Derechos
Humanos. En Cuba se viola ese derecho, como casi todos los demás
derechos de la Declaración, que es considerada casi subversiva por las
autoridades.
Y las leyes migratorias del gobierno cubano siguen ahí, en abierto
desafío a todo lo justo, humano y racional. Esas leyes-engendros, como a
tantos otros compatriotas, mataron a Adrián. ¿Alguien duda todavía que
existan leyes asesinas? ¿Será suficiente con la vida de Adrián? ¿Cuántas
muertes más se necesitan?
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