Wednesday, March 17, 2010

"No existen tabúes cuando rige la represión": Reporteros sin Fronteras hace un llamado al presidente brasileño Lula

"No existen tabúes cuando rige la represión": Reporteros sin Fronteras
hace un llamado al presidente brasileño Lula


Señor Luiz Inácio Lula da Silva
Presidente de la República Federal de Brasil
Palacio de Planalto, Brasilia, D.F.

Señor Presidente,
El trágico fallecimiento de Orlando Zapata Tamayo, el 23 de febrero
pasado, suscitó que los disidentes cubanos dirigieran sus demandas a
usted, que se encontraba en La Habana cuando el opositor sucumbió en
prisión después de 80 días de huelga de hambre. Algunos de ellos le
reprocharon el haber expresado demasiado tarde su "pesar" por este
drama. Sin embargo, su reacción alimentó la esperanza de que usted se
convirtiera en mediador frente a las autoridades cubanas en lo que
respecta a los prisioneros de conciencia, como lo demuestra el correo de
un nuevo "Comité Orlando Zapata", recibido el 9 de marzo en la embajada
de Brasil en La Habana.
Reporteros sin Fronteras, organización internacional dedicada a la
defensa de la libertad de prensa, apoya esta demanda y le exhorta a que,
más allá de sus reservas, le dé seguimiento. Brasil y el resto de países
latinoamericanos son los únicos que pueden influir en la posición del
régimen cubano en materia de derechos humanos y de libertad de
información. La muerte de Orlando Zapata Tamayo quizá le sensibilice de
manera especial, pues usted mismo fue un oponente político víctima de la
dictadura de su país. Usted quiso respetar un principio fundamental de
la diplomacia brasileña, que implica evitar toda injerencia directa en
los asuntos internos de otros países. Pero, ¿es que un llamado al
respeto de los principios universales fundamentales -derecho a
expresarse libremente, derecho de circular libremente, derecho de no
temer por sus opiniones o escritos- constituye una injerencia dirigida y
discriminadora? En diálogo con España, que preside actualmente la Unión
Europea, las autoridades cubanas se comprometieron al respeto de esos
principios y firmaron en febrero de 2008 dos pactos de la Organización
de las Naciones Unidas relativos a los derechos civiles y políticos.
Ahora, esas mismas autoridades se niegan a ratificarlos, ¿por qué?
Al igual que nosotros, Usted condenó, con razón, las graves violaciones
de los derechos humanos cometidas después del golpe de Estado en
Honduras, en junio de 2009. Brasil también acogió en su embajada a un
presidente elegido democráticamente y derrocado por la fuerza. Los
golpistas hondureños lo acusaron de haber intervenido, cuando usted
actuó contra una injusticia. ¿Debería hacer lo mismo por Cuba donde 200
personas están privadas de su libertad por el solo hecho de pensar de
una manera distinta a la de sus dirigentes? Entre ellos hay 25
periodistas, bloguers e intelectuales -incluido nuestro corresponsal,
Ricardo González Alfonso, condenado a 20 años de prisión la "Primavera
negra" de marzo de 2003- que deben cumplir grandes condenas sólo por
haber informado fuera del control del Estado. ¿Cómo un gobierno que
trabaja a favor de la libertad de expresión y del acceso de sus
ciudadanos a la información podría permanecer sordo a este llamado?
Durante mucho tiempo Cuba fue un símbolo en América Latina. La
revolución de 1959 puso fin a una dictadura. El país sufre desde hace
medio siglo un embargo absurdo, injusto para la población cubana, pero
útil para el régimen. Recientemente, en una misión en Haití, que debe
mucho a la presencia brasileña, pudimos constatar la eficacia de las
brigadas médicas cubanas -un orgullo nacional-, que socorrieron a la
población víctima del sismo. Sin embargo, esas realidades no compensan
de ninguna manera la suerte que las autoridades de La Habana infligen a
sus oponentes. Tampoco excusan las brutalidades y las humillaciones
cometidas contra los periodistas, militantes, sindicalistas y sus
familias. No justifican en ningún caso la imposibilidad para los cubanos
de acceder libremente a la Internet o de viajar sin autorización.
Subrayar esta otra realidad cubana es exponerse a la propaganda odiosa
de esos que, creyendo proteger el honor del país, defienden los métodos
de un régimen que carece de argumentos.
El porvenir de Cuba y de sus instituciones concierne a los cubanos. Las
violaciones de los derechos humanos en Cuba conciernen a la comunidad
internacional y a la conciencia universal, como en cualquier otro país
donde esos derechos son pisoteados. Para que sea respetado, el régimen
cubano debe ser respetable. Ese es el sentido de la resolución votada
casi unánimemente por el Parlamento Europeo el 11 de marzo pasado,
incluidas todas las corrientes políticas.
Es urgente. En memoria de Orlando Zapata Tamayo y a nombre de la
liberación de los presos de conciencia, el periodista Guillermo Fariñas
Hernández realiza una huelga de hambre. Nosotros lo incitamos a
suspenderla, pero él se dice preparado a morir. Otros disidentes harán
lo mismo en ausencia de un mínimo esfuerzo de las autoridades cubanas y
si persiste el silencio de los países hermanos de América Latina. ¿Cómo
responde el gobierno al desamparo de estas personas? Ensañándose en
manchar su reputación. El continente americano, hoy comprometido con la
unidad y la integración regional, ha padecido las dictaduras y la
represión. Las democracias latinoamericanas no pueden permitir que esta
situación perdure en Cuba sin tener alguna reacción. En el triste
séptimo aniversario de la "Primavera negra", no hay más símbolo cubano.
No hay más tabú cubano.
Agradeciendo la respuesta que dará Usted a esta carta, que me comprometo
a publicar con su autorización, le envío Señor Presidente mis saludos
más cordiales.
Jean-François Julliard
Secretario General de Reporteros sin Fronteras

http://www.cubanet.org/CNews/y2010/marzo2010/17_O_1.html

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