Oscar Espinosa Chepe
LA HABANA, Cuba, marzo (www.cubanet.org) - Luiz Inácio Lula da Silva ha
sido un dirigente que por muchos años tuvo gran prestigio en Cuba.
Dentro de la mayoría de la disidencia fue considerado como una
referencia de líder demócrata y esperanza para el subcontinente.
Criterio basado en su lucha como dirigente sindical y de enfrentamiento
a las dictaduras militares en Brasil.
Sin embargo, al parecer Lula "el joven" quedó atrás, y con las mieles
del poder surgió una personalidad caracterizada por la carencia de
sensibilidad, con mentalidad egoísta y mezquina. Lula "el viejo" en vez
de adoptar posiciones democráticas, se acoge al oportunismo y la alianza
con el totalitarismo en el mundo entero. No son opiniones gratuitas.
Lamentablemente la vida prueba estas aseveraciones. Sus zigzagueantes
posiciones con la Venezuela de Chávez, el Irán terrorista que causó
decenas de muertes en Argentina y el castrato, que ha reducido a la
esclavitud y la miseria al pueblo cubano, son ejemplos fehacientes de ello.
Aunque ya teníamos preocupaciones sobre su evolución política de los
últimos tiempos, los presos de conciencia integrantes de los 75 le
dirigimos una carta con motivo de su última visita a Cuba en febrero.
Pensábamos que con su anterior trayectoria democrática y su amistad con
los máximos jerarcas del totalitarismo cubano podría tener la nobleza de
servir como interlocutor para ayudar a liberar a personas pacificas e
inocentes, injustamente en prisión por demandar pacíficamente
democracia, justicia social y respeto a los derechos humanos, en una
Cuba sin odios y reconciliada.
La carta, suscrita por 50 prisioneros de conciencia pertenecientes al
Grupo de los 75, fue enviada por correo electrónico a la Embajada de
Brasil en La Habana el 21 de febrero. El propósito original era
entregarla personalmente, por lo que el 18 de febrero telefoneamos a esa
legación para solicitar una entrevista, pero la secretaria nos informó
que no se recibía a disidentes. Ella dijo conocer quién era yo,
mencionó, incluso, mi antigua condición de diplomático. Su solución fue
que dejáramos la carta en la puerta, a lo que contesté que en ese caso
la enviaríamos por correo electrónico, lo que hice a la dirección
escrita en la lista del Cuerpo Diplomático acreditado en Cuba, publicada
por la Dirección de Protocolo del MINREX:
embhavana@brasil.co.cu. Además, la remitimos como carta abierta a la
prensa internacional, priorizando los medios brasileños.
Qué desagradable sería para nosotros, cuando días después llegó a La
Habana el Presidente Lula y a preguntas de periodistas brasileños sobre
nuestra respetuosa carta, en la que también pedíamos su intercesión para
salvar la vida de Orlando Zapata Tamayo, preso de conciencia en huelga
de hambre, quien desafortunadamente falleció el 23 de febrero,
coincidiendo con su estancia, contestó no conocer nada, a pesar de que
la carta había sido profusamente publicada en todo el mundo y debía ser
conocida por la diplomacia de su país.
A esa posición oportunista adoptada para dar la espalda a la situación
existente en Cuba, el Presidente brasileño ha continuado añadiendo las
siguientes declaraciones: "Imagine si todos los bandidos que están
presos en Sao Paulo entran en huelga de hambre y piden libertad". Ha
agregado, en el colmo del cinismo:
"Tenemos que respetar la determinación de la justicia y el gobierno
cubano de tener a las personas en función de la legislación de Cuba,
como quiero que respeten a Brasil". Fue ofensivo al comparar a los
prisioneros de conciencia y políticos pacíficos, juzgados sin garantías
procesales, con delincuentes, haciéndole descaradamente el juego a un
régimen tiránico, y obvió interesadamente que la legislación cubana
actual está hecha a la medida y conveniencia de un gobierno que lleva 51
años en el poder.
La conducta reprobable del Presidente Lula tiene explicación; quiere una
parte de los despojos de un país destruido sistemáticamente. Como otros
dirigentes, se lanza hacia Cuba, como una presa indefensa. Conoce que el
cambio se aproxima y quiere recibir a precio de ganga las riquezas de un
país destruido y atenazado por la miseria. Ya Brasil tiene parte
importante de la producción y mercado de cigarrillos en Cuba mediante la
empresa Brascuba, que explota mano de obra barata, pagada en la
depreciada moneda nacional, mientras vende sus productos en el mercado
cubano en moneda convertible, obteniendo enormes beneficios. Aspiran
también los brasileños a dominar parte importante de las reservas de
petróleo y gas de la zona económica exclusiva de Cuba, en el Golfo de
México. Dominan el puerto de Mariel, que será fundamental en los futuros
vínculos con Estados Unidos, que ya es el quinto socio comercial de
Cuba, aunque algunos quieran ignorarlo. En adición, las exportaciones
brasileñas a Cuba en el periodo 2003-2008 se quintuplicaron y llegaron a
más de 600 millones de dólares, con un híper ventajoso 93,5% del
intercambio total.
Los cubanos mayoritariamente estamos en contra de los embargos y a favor
del comercio y las relaciones con todos los países del mundo, en
especial con las naciones latinoamericanas. Como señaló el Papa Juan
Pablo II, abogamos porque el mundo se abra a Cuba y Cuba se abra al
mundo. Pero rechazamos las intenciones de quienes desean aprovecharse
de la crisis general existente actualmente en nuestro país.
Nuestro afecto por el pueblo brasileño es inquebrantable. Mantenemos
nuestra posición de respaldar a que Brasil ocupe un asiento permanente
en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, pero nos preocupa
grandemente que gobernantes carentes de sensibilidad y reales
concepciones democráticas, hagan mal uso del poder y la responsabilidad
que ese puesto implica.
Consideramos los avances de Brasil como éxitos de su pueblo y sociedad
civil. Son méritos de generaciones de brasileños talentosos y honestos
que están desarrollado esa inmensa nación, eliminando paulatinamente las
desigualdades sociales, colocándola entre las principales del mundo.
Como latinoamericanos sentimos orgullo por los avances logrados por
Brasil, una prueba de que nuestras sociedades pueden progresar,
apoyándose en sus propias fuerzas.
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