Tuesday, February 09, 2010

Jugar a la mendicidad

Disección de la miseria

Jugar a la mendicidad

Cubamatinal/ En Cuba, necesidad y miseria van de la mano. El hambre gana
terreno y la supervivencia cobra sus víctimas en una cacería que inventa
multas y procesos por delitos comunes. Así mismo el sociolismo y su
Seguridad Social esperan su turno en la cola de los "subsidios
innecesarios", un mega derroche que lastra la economía de los burgueses
del verde olivo, ya no tan verde.

Por Odelin Alfonso Torna

La Habana, 8 de febrero /PD/ Afiliarse al sindicato de mendigos puede
ser la solución para contribuir al descrédito de nuestro sistema "por el
bien y para el bien de todos", dijo alguien de arriba. Y en este punto
quiero detenerme, porque en Cuba jugar a la mendicidad empaña la poca
dignidad que nos queda, si es que hay algo de "eso" en existencia.

Para acceder a Internet acostumbro visitar una o dos veces por semana el
centro del Capitolio de La Habana, por ello me convierto en testigo
ocular de los "mendigos" –habituales cazadores de moneda convertible-
que operan al pie de la escalinata o en la adoquinada calle Obispo.

Y no es que apueste por un socialismo desintoxicado de vagos, mendigos,
prostitutas, figurines o playboys, porque ni siquiera creo en su
filosofía; pero que existan indigentes más saludables que Liborio y con
un titulo urbano en marketing o en lengua extranjera, más bien parece
otra variante de subempleo que empiezo a conocer. Tampoco digo que sean
estafadores, aunque por su actuar pedante e insistente no demuestren
otra cosa.

Arribamos a 51 años de revolución y los visitantes extranjeros conocen
de nuestros "logros" en materia social y educativa, pero sin embargo sus
rostros demuestran pavor y repugnancia cuando son acosados por mujeres
con niños, bufones, empalagosos vendedores o guías improvisados. Claro
que no son los únicos anonadados con estas imágenes, cualquiera con
sentido común los calificaría como usurpadores de los verdaderos
necesitados.

Un buen cronista o reportero oficial con sólo cinco minutos en la
escalinata del Capitolio saciaría su "bien logrado espacio". Pero
supongo que la cobertura debe verse en esa manía de fabricar congresos,
en la malograda agricultura o en los servicios de "excelencia" y no haya
tiempo para aranceles menores. ¿Y la policía en estos casos qué? Bien,
amaga con espantarlos, ¿y después qué?

Fui testigo a finales de diciembre de un hecho que llamó la atención de
los transeúntes frente a la tienda capitalina la Isla de Cuba, a sólo
doscientos metros del Capitolio habanero. Una anciana era sorprendida
por cuatro inspectores y un policía en plena venta ilícita de
pastelillos de guayaba. Cuando se le interrogó, esta dijo que lo hacía
para mantener a sus nietos. Los improperios de la población contra los
agentes no demoraron un sólo segundo. Fin de la historia: se perdieron
los inspectores y la anciana continuó con la venta.

Este es el ejemplo de quienes no juegan a la mendicidad, vendedores que
sobreviven en campo minado por inspectores oportunistas. ¿Y la policía
qué? Ahí, ¿dónde si no?

Por ahí anda la dignidad de esos cubanos jóvenes que juegan a la
mendicidad, detrás de una necesidad fingida, un acoso, una falsa
devoción, o un espaldarazo mal dado. Están aptos física y mentalmente
para trabajar y no necesariamente con el Estado, único empleador. Y si
las autoridades son benévolas con este fenómeno, vengan el maní
garapiñado y los pastelillos de guayaba.

No es difícil buscar el verdadero culpable. Pueden decirme que no son
todos los que vemos ni vemos todos los que hay. Pero de algo estoy
seguro, procedemos de la misma escuela, la de los revolucionarios.

cubamatinal.com| | (8 February 2010)
http://www.cubamatinal.com/Noticia.cfm?NoticiaID=14301

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