2010-02-17.
Elías Amor, Economista ULC
(www.miscelaneasdecuba.net).- Si el Gobierno socialista español quiere
realmente hablar de derechos humanos con el régimen castrista debe
hacerlo de otro modo. Ahí está el magnífico ejemplo de Sebastián Piñera,
el nuevo presidente de Chile, que nada más llegar al poder ha anunciado
que si visita La Habana no sólo se reunirá con las autoridades sino
también con la oposición.
Ojalá que este cambio en la política en América Latina se extienda a
otros países y que la situación interna cubana se convierta en un
objetivo para todos los demócratas de la región.
El Ministro de Exteriores español, Miguel Ángel Moratinos, ha anunciado,
con especial relevancia, que el próximo jueves se van a reunir
representantes de los dos países en Madrid para tratar el tema de los
derechos humanos y la situación de los disidentes en la Isla.
Esta reunión parece que forma parte de los acuerdos adoptados durante el
semestre de presidencia española de la Unión Europea, con el objetivo de
cambiar la Posición Común vigente de los 27 hacia la dictadura comunista
de Cuba.
El ministro de exteriores español, Moratinos, parece especialmente
interesado en abordar en esta reunión con los representantes del
castrismo la situación de los disidentes, más acosados que nunca según
las informaciones que proceden de la Isla y se difunden en los medios
del exilio.
También se pretende atender a la situación de las cárceles así como de
la pena de muerte, que sigue figurando como el principal instrumento de
represión del régimen hacia una sociedad atemorizada. Por último, se
quiere incorporar a esta reunión los dos grandes pactos de derechos
humanos de la ONU que el castrismo tiene pendiente de ratificar.
Pienso que esta estrategia no va a funcionar. Y hay varias razones para
suponer que será así.
Primero, porque la parte más importante de todo este proceso de diálogo
ha sido excluida del mismo: los disidentes y los opositores al régimen
deberían haberse integrado de forma activa y pacífica por el gobierno
español en estas conversaciones.
Tal vez una actitud más reivindicativa frente al castrismo, como la
anunciada por Piñera, no sólo trasladaría una posición más decidida a
favor de la defensa de los intereses de quienes sufren en sus propias
carnes el drama del comunismo en Cuba, sino que también podría servir
como estímulo para continuar con su tarea en defensa de la democracia.
Al negar a los disidentes participación en el diálogo, para granjearse
la presencia del régimen, no sólo se elimina de la mesa al sector con
más futuro de la sociedad cubana, sino que se ofrece al castrismo un
trato de igual a igual que, como demócrata, pienso que no debería
concedérsele a ninguna dictadura.
Simplemente pienso, como muchos españoles y cubanos, que una democracia
respetable como la española no debería sentarse en pie de igualdad con
los representantes de una dictadura comunista que no sólo no acepta
cambiar, sino que utiliza toda su propaganda para atacar y difamar a
aquellos que no comparten sus ideas.
Si el gobierno de ZP exigiese a Raúl Castro la amplia presencia de
disidentes y opositores en este proceso de diálogo, tal vez se podrían
estar sentando las bases de una transición a la democracia, pero hablar
de derechos humanos con los que acosan, reprimen y hostigan, es situarse
a su mismo nivel y dar una relevancia que es inmerecida.
España podría así desempeñar un papel mucho más activo en el proceso de
transición a la democracia que se debe producir en Cuba, y liderar entre
los que defienden la libertad y el pluralismo un nuevo modelo de
esperanza y confianza que sentaría unas sólidas bases para las
relaciones diplomáticas entre los dos países el día después.
Yo creo que ese es el papel que le toca jugar a España y no otro.
Entregarse a los que dirigen actualmente el país para defender unos
intereses económicos sin futuro, no es una estrategia acertada y su
precio, a la larga, se va a pagar en términos de desafecto hacia el
nuevo régimen democrático que surja de las ruinas del castrismo.
La realidad más cierta es que se va a desperdiciar una oportunidad muy
importante para tratar de mejorar las condiciones de vida del pueblo
cubano, para que la oposición y los disidentes puedan ejercer una
actividad sin trabas y persecución, y sobre todo, para que los presos
políticos sean liberados y puedan vivir tranquilamente, expresando sus
opiniones con total libertad.
Mientras que estas condiciones no se den en la Cuba de los Castro, ni
diálogo, ni conversaciones, ni planteamiento alguno de negociación entre
un Estado democrático y una dictadura. Tal vez, establecer unas
condiciones de partida, claras y explícitas, sería la mejor herencia que
el ministro Moratinos puede dejar al pueblo cubano.
El resto, es pura demagogia.
EN TORNO A LAS RELACIONES ENTRE EL SOCIALISMO ESPAÑOL Y EL RÉGIMEN
CASTRISTA - Misceláneas de Cuba (17 February 2010)
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=25718
No comments:
Post a Comment