RAUL RIVERO
15.02.2010
EL CHILENO José Miguel Insulza, el hombre que está al frente de la
Organización de Estados Americanos (OEA) desde 2005, demuestra en estos
días su habilidad como negociador y su talento político para ser
reelegido en marzo y engancharse otros cinco años en el poder gaseoso,
pero poder al fin, de las instituciones internacionales. Que su gestión
haya sido un fracaso no importa.
Al parecer, tal y como está el panorama actual, ya tiene garantizado
otro lustro como secretario general de una organización -fundada en
Bogotá en la primavera de 1948- que trabajó en sus tiempos iniciales con
el sambenito de ser un ministerio de colonias de Estados Unidos y que
funciona ahora con el rigor de una comenta, a favor del viento que le
permita mantenerse en vuelo.
Los principios y los objetivos de su carta fundacional, suscrita por 29
países a los que se unieron después Canadá y las naciones del Caribe,
siempre han estado en entredicho, y así ha llegado al siglo XXI.
La OEA de hoy no aparece en la nómina de la empleomanía de Norteamérica.
Está inscrita, por muchos observadores de la región y gracias a la
presencia de Insulza, en la servidumbre de Hugo Chávez, su séquito de
compadres bolivarianos y la izquierda pragmática y enguayaberada (Lula
da Silva, por ejemplo) que se muere por almorzar con dictadores.
En Caracas, el secretario general de la OEA recibe, con la misma
complacencia, insultos que palmadas en el hombro. La sintonía de esa
banda doble lo llevó a sus posiciones erráticas, sin objetividad, ante
el conflicto de Honduras. Y por apegarse a una de las dos se ha
desprestigiado ante la oposición de Venezuela.
Con esta pancarta lo recibieron en la capital venezolana los partidos de
la Mesa de Unidad Democrática: «Señor secretario general de la OEA: no
se haga el tonto, que nosotros sabemos que usted sabe lo que está
ocurriendo en Venezuela; tenga vergüenza y no se convierta en un altavoz
del tirano».
Insulza puede celebrar por adelantado su permanencia en las nubes de
América. Hasta su compatriota, el presidente electo Sebastián Piñera
(lejos de Chávez y compañía en el plano político), lo apoyará en su afán
por seguir en la OEA, porque debe sentirse orgulloso de que un chileno
ocupe esa alta posición en el continente.
América necesita instituciones regionales respetables, solventes y
poderosas. Pero los políticos quieren instrumentos para gobernar e
imponer sus ideas. Cargos para presumir. O un bastidor con figurines
para que no pase nada.
Cáscara y presunciones | Opinión | elmundo.es (17 February 2010)
http://www.elmundo.es/opinion/columnas/raul-rivero/2010/02/22625629.html
No comments:
Post a Comment