Friday, September 18, 2009

Pánfilo, el peligroso

Publicado el viernes, 09.18.09
Pánfilo, el peligroso
By ENRIQUE PATTERSON

Después que el tribunal de apelaciones de La Habana ratificara la
condena de Pánfilo a dos años de prisión por peligrosidad pre-delictiva,
el régimen acaba de liberarlo a cambio de un tratamiento contra la
adicción. Todos fuimos testigos de la reveladora trilogía del hombre, su
verdad y el alcohol. En propiedad vimos solamente dos términos: el
hombre y su verdad, el hambre. El alcohol funcionó como instrumento al
que le debemos el desgarramiento, lo vernáculo del testimonio, la
autenticidad del performance.

Las razones que lanzaron a Pánfilo al ``estrellato'' tienen más que ver
con esas cuestiones de expresión --relativas a la estética-- que con el
contenido de sus afirmaciones. A pesar de la arbitrariedad del sistema
legal cubano y de la injusta condena, me resisto a creer que Juan Carlos
González Marcos fuera condenado a dos años de prisión solamente por
confesar su iria a voz en cuello: ¡``Hace falta jamaaa!!!''.

En reiteradas ocasiones, el actual presidente cubano ha tocado el mismo
tema, posiblemente con ebriedad tan intensa como la del infeliz que
acaso se pudra ahora poco a poco en la calle pero no ya en prisión.
Tendremos que coincidir con la opinión de Raúl Castro (y Pánfilo) acerca
de que, en la Cuba de nuestros tiempos, ``los frijoles son tan o más
importantes que los cañones''. En definitiva, en la isla han sido tan
inútiles y sobrantes los cañones como deficitarios y necesarios los
frijoles. Se precisa algo más: ningún condumio sabe en su excelencia sin
derechos civiles, humanos y políticos, sin la sal imprescindible de la
libertad. Entiendo que a semejante conclusión están impedidos de llegar
los Castro ni --por otros motivos, inteligente a pesar de la ``nota''--
quiso llegar Pánfilo.

El performance de Pánfilo y las expresiones del presidente cubano acerca
del problema alimentario en la isla son idénticos, de ahí la libertad.
Lo insólito es que el gobierno de La Habana encarceló (y gracias a la
solidaridad internacional ahora libera) a un hombre por repetir las
mismas ideas que enuncia el presidente del país. Si se tratara de un
estado islámico achacaría la condena al por ciento de alcohol pero, en
este caso, el reo y su presidente comparten similares adicciones.

El argumento de la ``desvinculación laboral'' en la cual acompañan a
Pánfilo miles de cubanos --y no sólo de las clases bajas-- carece de
asidero; es un atavismo de la sociedad esclavista y sus leyes contra la
``vagancia'' de los esclavos libertos que ahora se aplica, con
selectividad, principalmente a los descendientes de esclavos que no
tienen empleo gracias a la fallida política económica que aplican muchos
descendientes de sus antiguos amos. Al parecer, en Cuba ya no se
persigue solamente el disenso político y, a cortapisas, se le otorga
contenido delictivo y hasta sanción penal al lenguaje popular o, no se
trata de la verdad --el hambre que también reconoce el presidente-- sino
de quién la repite y con cuáles licencias. A los ojos del poder, Pánfilo
es un sujeto excepcional.

El régimen no considera que el sujeto tenga alguna legitimidad para usar
el micrófono y posar ante las cámaras a menos que sea para cantar,
bailar o expresar loas a la sabiduría no demostrada de los dirigentes.
El mundo vive una época de cambios y contagiosas epidemias. En la otra
orilla, en el país que se presentaba como el más hostil hacia gente como
Pánfilo, uno de ellos, sobrio y sofisticado, maneja los micrófonos y las
cámaras del poder que Raúl Castro en la isla torpemente administra. Los
pánfilos en Cuba, más habitantes de los barrios marginales herederos de
los barracones del siglo XIX que ciudadanos de un país, necesitan ser en
extremo controlados. En abril del 2003, tres de ellos intentaron --sin
causar ningún daño-- secuestrar la lancha de Regla para huir de la isla.
Aunque la pena de muerte no se ejecutaba desde el año 2000 --y gracias a
la inhibición del régimen, cincuenta condenados a la pena máxima
conservaban la vida-- los reos fueron juzgados y fusilados, a modo de
escarmiento --según Castro-- en menos de 72 horas.

Aunque ebrio, Pánfilo --y no Juan Carlos González Marcos-- se atrevió a
hacer uso de la libertad de expresión. El mundo vio más legitimidad en
su ronca expresión que en las justificaciones y galimatías de la Mesa
Redonda. No podían dejarlo en la calle hablando al ritmo de cada
borrachera. Ya fuera de la edad escolar, sus opciones se reducen al
hospital o la cárcel.

Al negro lo mataron por ``bembón'' dice la canción popular, es decir,
por creerse que tiene derecho a la voz propia. Y la isla se llena de
bembones ya muchos ilustrados. La actitud del gobierno de La Habana
corresponde a un reflejo condicionado por una larga tradición histórica
que explica la tardía independencia de Cuba respecto a los países
latinoamericanos, las matanzas de la Conspiración de La Escalera, el
fracaso de La Guerra de los Diez Años, las divisiones de los
independentistas del 95, la política migratoria de blanqueamiento de la
Primera República, el genocidio de la guerra de 1912, la superoblación
negra en las cárceles del régimen revolucionario, y el poco acceso de
los negros a las esferas del poder actual.

En la historiografía cubana a esa tradición se le llama ``miedo al
negro'' y en virtud de ella Pánfilo, un borracho común, se ha convertido
en peligroso. Le recomiendo que se mantenga alerta, comparado a Raúl ya
es un presidenciable.

ENRIQUE PATTERSON: Pánfilo, el peligroso - Columnas de Opinión sobre
Cuba - El Nuevo Herald (18 September 2009)
http://www.elnuevoherald.com/noticias/mundo/columnas-de-opinion/v-fullstory/story/545913.html

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