2009-08-18.
Francisco Chaviano González, Secretario Ejecutivo de la Unidad Liberal
de la República de Cuba
(www.miscelaneasdecuba.net).- Hace algunos meses la empresa de las
panaderías que dan servicio normado a la población, al parecer con el
ánimo de confiscar la venta que mantenían los panaderos por la
izquierda; comenzaron a producir un pan de flauta de una libra. A este
pan le pusieron un precio de 4 pesos, cuarenta veces más caro que su
similar en la época del capitalismo (aproximadamente un tercio del
salario diario de hoy).
No obstante, comparado con el pan de flauta mayor que se vende en 10
pesos, resultaba más conveniente, pues aquel no le doblaba en talla,
como sí en el precio y más. Razón por la cual la población comenzó a
preferirlo.
La Empresa de la Flauta Mayor, protestó por la competencia triunfadora
que le estaba realizando las panaderías normadas, devenidas en Empresa
de la Flauta Menor. El Gobierno dueño de las dos empresas tomó cartas en
el asunto, criticó el intento de competencia como una reminiscencia
inaceptable del capitalismo.
Valoró cual de sus empresas era más eficiente abusando, – perdón quise
decir cobrando – y decidió que la Flauta Menor tenía que hacer un pan
diferente para eliminar la competencia, a la par de aumentar su
eficiencia en el precio. Así surgió el "Flautín", un pan de textura
suave, en forma de barra, al que le rebajaron 80¢ y 140 gramos de peso;
cuyo precio quedó establecido en $ 3.20.
La falta de vigor en la textura del Flautín, quien no se sostenía
erguido en la mano, puso en peligro su nombre pues algunos le quisieron
llamar "el desmayado." Felizmente la población terminó aceptándolo, pero
pronto comenzó un drama singular: no había fracción en las panaderías
para devolver los 80¢ del vuelto y eso si tenía que discutirse, porque
iba a parar al bolsillo del dependiente quien estaba "escapando" con ello.
Comenzó así el debate público, los intransigentes con estas nimiedades
importantes comenzaron a protestar reclamándole el vuelto al panadero.
Estos decían que no era de su responsabilidad el garantizar tener
cambio. Acometieron entonces contra los administradores y estos más
resbalosos que una anguila, comenzaron a presentar comprobantes de que
las agencias bancarias no tenían menudo.
La prensa nacional tomó el asunto en sus manos, el periódico Juventud
Rebelde, fue el primero en publicar algunos artículos debatiendo el
tema. Otros medios de la prensa escrita y de la televisión se hicieron
eco del importante problema, llamando a la población a reclamarle el
vuelto al dependiente.
No faltaron las investigaciones que llegaron hasta la agencia bancaria,
– no más – donde comprobaron que escaseaba la moneda fraccionaria. Hubo
analistas del tema, intervinieron los inventores y racionalizadotes,
quienes llegaron a la sabia solución de que si el pan costaba $ 3.20 y
tenía 320 gramos; entonces como el gramo costaba un centavo, podía
reducirse el pan a 300 g y cobrarlo a 3 pesos. El periódico Granma,
órgano oficial del Partido Comunista, publicó un artículo sobre el tema
y la solución de los eruditos. Pocos días después se implantó la solución.
En lo que a mí respecta, todo aquello me pareció tan abyecto que
publiqué un trabajo titulado "La punta del Flautín", arremetiendo contra
el artículo de Granma. Me parecía una burla pública la manipulación
sobre aquel tema. Por qué tanto lío con el exageradamente caro pan
llamado Flautín, en lugar de reclamar que lo rebajen a tres pesos y ya,
así de sencillo. Tal rebaja no pasa de la categoría de un pequeño
pellizquito, como salvar una migaja de una tamaña mordida.
Tres meses después, silenciosos, sin decir nada a nadie ni dar
explicación alguna; la Empresa del Flautín siguiendo orientaciones del
Gobierno, redujo el peso de este pan en 100 gramos sin alterar su precio
de 3 pesos. Nadie ha protestado, no dicen nada los intransigentes ni los
sesudos sacan sus cuentas, mientras que los periodistas oficiales miran
para otro lugar.
El Flautín reducido dejó de ser lo que era, para convertirse en una
chancleta incomible. Tal vez sin proponérselo, los panaderos suman su
cuota de protesta traducida en una falta de esmero en su elaboración.
Esta es la impronta del comunismo que han dado en llamar revolución. Un
abuso es superado por otro mayor, en silencio, sin que nadie proteste.
La ira de la población la hacen descargar contra sí misma, azuzándolos
para que protesten los unos contra los otros por pequeñeces. Este es el
pan nuestro de cada día, Señor, mi Dios, por favor no más.
LA TRAGEDIA DEL FLAUTÍN - Misceláneas de Cuba (18 August 2009)
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=22317
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