De Pánfilo y de Juanes
By ALEJANDRO ARMENGOL
La primera desgracia de Pánfilo puede achacarse a la mala suerte de
estar borracho en el lugar donde a un músico cubano le filmaban un
pequeño video. Pero parece que Juan Carlos González Marcos tiene un
grave problema de alcoholismo, y atrás quedó la época en que trabajaba
en la flota pesquera cubana y los tiempos en que formó parte de las
Tropas Especiales del Ministerio del Interior. Entonces este hombre
negro de 48 años pudo haber sido seleccionado para cualquier documental,
como un ejemplo del presente y el futuro cubano. No sé si algo ocurrió
en lo personal que torció su destino, pero según las noticias de la
situación actual en la isla, Pánfilo destila simbolismo en los tres
videos que parecen haber terminado por conducirlo a la prisión: en sus
gestos, su bravuconería inocente, sus temores y verdades.
Resultaría injusto decir que él representa a la Cuba actual, pero
tampoco es correcto verlo como un caso aislado.
La segunda desgracia de Pánfilo es que no es rico y famoso. Lo segundo
puede ponerse en duda. Su primer video en YouTube ha sido visto por más
de medio millón de personas.
El problema, para Pánfilo, es que toda esa publicidad no le trajo
riqueza sino problemas. ``Nadie me pagó un centavo'', dice en el segundo
video, donde en un tono que es tanto lamento como aclaración se da
cuenta de que el papel al que lo han destinado --tanto en Cuba como en
Miami-- es al de víctima.
Acaba de ser sentenciado a dos años de cárcel por ``peligrosidad social
predelictiva''. En un juicio celebrado a puertas cerradas, la sanción se
fundamentó en el hecho de que no ha trabajado durante los últimos 10
años. Demasiado tiempo dedicado al ``delito'' de no tener empleo y muy
cercano el proceso al día que apareció el primer video. Una advertencia
a quienes viven en la isla: lo mejor es estarse tranquilo y no hacer
manifestaciones públicas de tipo alguno.
En lugar de internarlo para que reciba un tratamiento por alcoholismo,
el hombre ha sido encerrado en una prisión, de acuerdo a las
informaciones recibidas desde La Habana.
Al país que arresta y condena a un pobre diablo, por el simple hecho de
pedir comida en un video, quiere ir el cantante colombiano Juanes. Pero
no sólo eso. Desea además celebrar un concierto por la paz, con artistas
famosos de varios países y otros de la isla. Sería mejor dedicarle más
tiempo a la condena de Pánfilo y menos al concierto de Juanes, pero la
realidad es otra.
¿Cómo interpretar el concierto? ¿Se trata de un respaldo al gobierno
cubano o es simplemente un esfuerzo para que todos nos comprendamos mejor?
No creo que sea una pregunta fácil de responder. Descartar que el evento
tiene un cariz político es ser demasiado ingenuo o bastante mal
intencionado. Pero lo mismo cabe decir cuando se reduce a un acto de
``propaganda castrista''. También es muy candoroso el pasar por alto el
aspecto publicitario de la ocasión. Aunque resulta imposible que
cualquier actividad de este tipo --esté dedicada al hambre en Africa, a
condenar la homofobia o a defender a las especies en peligro de
extinción-- no sea al mismo tiempo una oportunidad de publicidad
gratuita para los artistas. ¿No lo son también todos los telemaratones
que se hacen en este país y en esta ciudad, con independencia de la
nobleza de la causa?
No es la primera vez que ocurre; lo lamentable es que se repita. El
concierto de Juanes en La Habana está provocando declaraciones cuya
sensatez es opacada por la tergiversación, la ignorancia y el oportunismo.
A estas alturas, el evento en sí --las posibilidades de realizarse y su
alcance-- ha pasado a un segundo término en muchas de las opiniones de
artistas vinculados de alguna forma con la comunidad exiliada de Miami.
Lo importante para ellos es que se sienten obligados a señalar su
posición política respecto al régimen de La Habana. Con Juanes o sin
Juanes, parece ser la consigna.
eor aún es que cuando se menciona el lado político del evento, que
Juanes ha tratado de disminuir en declaraciones, pero que está presente
sin lugar a duda, se pasa por alto el hecho de que este objetivo ha sido
acentuado por el sector más recalcitrante del exilio. Vigilia Mambisa y
otros han actuado como un verdadero ``grupo de apoyo al Comandante''.
Es más, no hay mejor propaganda para el gobierno de La Habana que la
imagen de los miembros de Vigilia Mambisa destruyendo a martillazos las
copias de los discos de Juanes y quemando una camisa negra. Sería bueno
que de inmediato se iniciara una campaña en esta ciudad, para alquilar
un cine y mostrarles a esos señores lo que hacían los nazis con los
libros y las obras de arte. Por lo menos, para que en su defensa futura
alguien no pueda recurrir al argumento de la ignorancia.
Estar a favor o en contra de la celebración del concierto de Juanes no
implica asumir una posición castrista o anticastrista. Es mucho más
sencillo: reconocer que el exilio de Miami no tiene ni la razón ni el
poder para prohibir o permitir cualquier actividad que un artista,
cubano o no cubano, quiera realizar en la isla; admitir que tampoco hay
derecho a estar interfiriendo en la vida de los que viven en Cuba. Lo
demás es seguir alimentando la división y el odio, y aspirar a un poder
que no se tiene: el de impedir que se realice un concierto donde los
cubanos se diviertan un poco.
ALEJANDRO ARMENGOL: De Pánfilo y de Juanes - Opinión - El Nuevo Herald
(17 August 2009)
http://www.elnuevoherald.com/opinion/v-fullstory/story/520603.html
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