Miguel Iturria Savón.
LA HABANA, Cuba, agosto, www.cubanet.org -Desde que Juanes anunció su
Concierto "Paz sin frontera" para el 20 de septiembre en La Habana,
imaginé las salvas publicitarias que provocaría entre artistas y líderes
de opinión del exilio cubano, cuya indignación fue expresada por Zoé
Valdés en París, Raúl Rivero en Madrid, Willy Chirino y Paquito de
Rivera en Miami y periodistas como Joe Cardona, Antonio Martínez y la
blogger Yoani Sánchez, vecina del "lugar gris, de concreto y mármol"
donde actuará el colombiano en compañía del español Miguel Bosé y los
cubanos Amaury Pérez y Silvio Rodríguez.
Creo que todos tienen razón en lo que dicen, pero no hay que darle
tantas campanadas al asunto. El multipremiado Juanes sabe lo que hace.
Un escenario tan multitudinario y conflictivo como la Plaza de la
Revolución, más la compañía de ruiseñores de la Corte insular corren el
velo de las diferencias para afilar la publicidad y vender más discos en
el mercado regional.
Juanes no es Pavarotti ni Plácido Domingo. No vive en Europa ni ignora
la existencia de una dictadura de medio siglo. Si pone su pequeña voz en
el espacio que simboliza la sumisión de nuestro pueblo demuestra su
forma de entender la "Paz sin fronteras". Si canta en La Habana porque
"es tiempo de cambiar las mentes", no hay mucho que decir, salvo
desearle éxitos.
Recuerdo un concierto de Pablo Milanés organizado en 1989 por Rafael
Gutiérrez, subdirector de Cultura de Ciudad Habana. Antes de actuar en
cada municipio capitalino el artista era agasajado por funcionarios del
Gobierno y el Partido Comunista. Todo estaba minuciosamente programado,
desde el menú del convite hasta las notas de la prensa radial y escrita.
Pablo, conmovido, elogiaba a la revolución y el socialismo.
Así son aún los conciertos de Silvio Rodríguez en las plazas
provinciales del país. ¿Será por eso que el trovador aceptó el puesto de
diputado a la Asamblea Nacional y logró el montaje de su estudio de
grabación?
Juanes no sabe estas cosas, pero con Silvio como guía le sacará lasca a
su actuación en la Plaza que "recuerda la megalomanía fascista". Ya la
televisión cubana promueve su figura y la radio repite algunas canciones
suyas.
Al cantar en La Habana, el autor de La vida es un ratico, La camisa
negra y A Dios le pido, no podrá invitar al concierto a los músicos y
cantantes de la diáspora cubana.
Tampoco vendrán Carlos Vives, Alejandro Sanz, Ricardo Montaner y otras
luminarias que lo acompañaron en marzo del 2008 en la frontera de
Colombia y Venezuela. Silvio y Amaury deben explicarle cómo es el ritual.
La ideologización de la cultura es un lastre del régimen insular, cuya
hambre de aplausos es infinita. A los extranjeros que actúan aquí se les
pide declaraciones favorables. Los "acercamientos culturales" de 1979 y
1999 con figuras de los Estados Unidos; la presencia en enero del 2009
del "solidario" guitarrista japonés T. Kowa, quien grabó un disco por el
50 aniversario de la revolución, o el premio concedido días atrás al
actor Benicio del Toro por reencarnar al Che Guevara confirman la regla.
Juanes no será una excepción.
Cuba: Concierto sin armonía (18 August 2009)
http://www.cubanet.org/CNews/y09/agosto09/18_C_1.html
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