Tuesday, May 05, 2009

La gran familia cubana observa el baile político

La gran familia cubana observa el baile político
Por Anthony DePalma | THE NEW YORK TIMES
May 2, 2009

Desde que Fidel Castro renunció al poder el año pasado, el largo
estancamiento entre Cuba y Estados Unidos ha tomado los mesurados pasos
de un minué. Es decir, son pasos delicados de parte de La Habana con
limitados avances de Washington.

En sus primeros 100 días después de tomar el poder en sustitución de su
hermano, Raúl Castro pareció mostrarse interesado en cambiar la relación
de Cuba con Estados Unidos. Levantó rápidamente varias restricciones
para que los cubanos de la isla pudieran hospedarse en hoteles para
turistas, comprar teléfonos celulares y tostadores y, en ciertos casos,
tierras agrícolas estatales, cosas que Fidel Castro nunca permitió.

Algunos en "la gran familia cubana" dieron la bienvenida a las medidas
como indicadores que debían haberse adoptado hacía mucho tiempo. Pero
muchos otros sintieron que las medidas eran superficiales y, un año
después, parecen tener razón. Esos cambios no se han convertido en los
primeros pasos hacia la libertad, la democracia o una vida mejor para el
pueblo cubano.

Ni siquiera está claro que Fidel Castro siga teniendo indirectamente las
riendas del país. Los prisioneros políticos siguen en prisión, los
teléfonos celulares siguen siendo un lujo y los cubanos no son más
libres de expresar sus opiniones.

Ahora es el turno de Washington de tomar la iniciativa. Vale aclarar que
el presidente Barack Obama ya cumplió con algunas de sus promesas
respecto a Cuba. Pero falta.

El presidente, claro, está apelando a un público más amplio fuera de los
cubanoamericanos. No es accidente que las reformas en la política de
Washington con respecto a La Habana se dieran en un contexto de asuntos
latinoamericanos.

Obama ha dicho que tiene pocas disposición para levantar el embargo
antes de que Cuba empiece a abordar las más graves violaciones de los
derechos humanos. En México dijo que el próximo paso correspondía a La
Habana. Raúl respondió entonces que Cuba estaba dispuesta a discutir
todo con Estados Unidos, mientras las conversaciones se dieran entre
partes con los mismos derechos.

Cuba ya no tiene para exportar nada, excepto médicos. Esto no ha
determinado pero de alguna manera está relacionado con la política de
Estados Unidos. Y es que el país tiene nuevas prioridades hemisféricas,
como manejar a un belicoso Chávez y fortalecer los lazos con la potencia
política y económica en que se está convirtiendo Brasil.

Manejar las expectativas sobre su política hacia Cuba permite a Obama
ganar terreno e influencia para abordar estos y otros asuntos más
apremiantes en el hemisferio. En otras palabras, el mayor problema que
Cuba plantea a Estados Unidos ahora es que sigue siendo un problema.

Una resolución final de la enemistad entre Estados Unidos y Cuba en
estos tiempos probablemente no produciría cambios drásticos que afecten
a muchos más allá de los miembros de la familia cubana que anhelan la
reunificación, y a la industria de viajes.

Y la depresión económica mundial afecta incluso esas expectativas. La
economía cubana está tan golpeada ahora que sería abrumada por la
competencia estadounidense. Al posponer la reconciliación tanto tiempo,
los hermanos Castro podrían terminar haciendo perder a Cuba la
posibilidad de obtener lo que parecían querer más todos estos años: una
relación de iguales con el coloso del norte.

La gran familia cubana observa el baile político -- South Florida
Sun-Sentinel.com (2 May 2009)

http://www.sun-sentinel.com/news/local/cuba/sfl-flelamcubaobama0502brmay02,0,7970391.story?track=rss

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