Tuesday, December 23, 2008

La cumbre de la infamia

Publicado el viernes 19 de diciembre del 2008
La cumbre de la infamia
ADOLFO RIVERO CARO

La cumbre de presidentes latinoamericanos en Brasil ha servido para la
incorporación oficial de Cuba al Grupo de Río. Por primera vez, ni
Estados Unidos ni la Unión Europea estuvieron en la reunión. Deberían
alegrarse. Independientemente de su fracaso práctico, la reunión se
caracterizó por una emulación en la infamia. No hubo ni la sombra de una
crítica a la dictadura más larga y sangrienta del hemisferio. No hubo ni
el más mínimo gesto de solidaridad con el pueblo cubano ni con los
centenares de presos políticos que se pudren en sus cárceles. Todo lo
contrario. Los presidentes compitieron por fotografiarse sonrientes con
un miserable, un violador de todos los derechos humanos empapado en
sangre de los pies a la cabeza. Todas las críticas se concentraron en
EEUU, el único país que se ha mantenido solidario con el pueblo cubano,
a pesar de todos ellos.

Lula dijo que no había ''ninguna razón'', económica o política para el
bloqueo de EEUU. Por favor. Se podrá no estar de acuerdo con el bloqueo
como táctica de lucha contra la dictadura cubana pero lo que no se puede
decir es que ''no existe ninguna razón'' para el mismo. Más lamentable,
si se quiere, fue la actitud del presidente de México, Felipe Calderón.
''Es un privilegio dar la bienvenida a Cuba como miembro del Grupo de
Río'', dijo, añadiendo esta verdadera joya: ''La presencia de este país
hermano será muy valiosa para la construcción de un destino común con
valores compartidos''. Por favor. Yo quisiera que alguien me explicara
los ''valores'' que México comparte con Corea del Norte y con Cuba, las
últimas dictaduras comunistas del mundo, ferozmente represivas y
hostiles a todo tipo de cambio.

Es muy probable que el 2009 sea un año de conmociones políticas. La
recesión mundial lo hace prácticamente inevitable. El descenso en el
precio de las materias primas va a tener un duro impacto en los países
subdesarrollados. Todos lo saben y Raúl Castro quiere aprovechar su
posición anticapitalista en un momento en el que el capitalismo
atraviesa una de sus periódicas recesiones. En estos momentos, lo que
llama la atención de los dirigentes latinoamericanos no es que ese
anticapitalismo haya hundido en la miseria al que, hace 50 años, era uno
de los países más prósperos del continente sino que haya sobrevivido.
Que haya sido porque una dictadura le ha quitado al pueblo cubano toda
posibilidad de expresión y de protesta, no les parece demasiado
importante. Y, sin embargo, ésa es su oculta receta contra todas las
dificultades.

¿De qué se preocupa Chávez, por ejemplo? ¿De qué sus ingresos vayan a
disminuir verticalmente y eso le va a restar apoyo popular? Grave error.
En primer lugar, nunca debió haberle dado demasiada importancia a ese
apoyo. Nunca debió haber confiado en elecciones. De lo único que
realmente tiene que preocuparse Chávez, como se lo ha dicho Fidel Castro
una y otra vez, es de no haber conseguido imponer la dictadura en
Venezuela. Que nadie se engañe con los acuerdos comerciales, el objetivo
principal del viaje de Raúl Castro a Venezuela ha sido el de advertir a
Chávez de que corre un peligro mortal. El desplome de los precios de
petróleo va a hacer descender en barrena su ya precaria popularidad. Y
si no asegura su dictadura a breve plazo, está condenado a perder el
poder. Raúl ha ido a Caracas para advertírselo, una vez más, y para
garantizarle una ayuda extraordinaria para la represión en los próximos
meses. Estamos en vísperas de una ola represiva sin precedentes en
Venezuela. Y uno de sus objetivos fundamentales van a ser los dirigentes
estudiantiles.

Tenemos que insistir en que para la izquierda marxista-leninista, de
América Latina, ganar unas elecciones sólo representa una oportunidad
para imponer su dictadura desde el poder y bajo la cobertura de haber
llegado al gobierno democráticamente. En este sentido, la incapacidad
política de la Organización de Estados Americanos (OEA) ha sido
realmente impresionante. La principal culpa, sin embargo, es de Estados
Unidos. Los embajadores de EEUU tienen que defender las posiciones de
principios del gobierno americano. No se trata de estar criticando esta
o aquella política gubernamental. EEUU no puede intervenir en los
asuntos internos de otro país. Se trata de defender los principios
ideológicos atacados por esas políticas. Nada les impide promover
discusiones intelectuales sobre los mismos. Cuando Chávez se proclama un
admirador de Lenin, por ejemplo, ¿manda a traducir al español la
embajada americana cartas y telegramas de Lenin como los que aparecen en
Lenin el Desconocido, de Richard Pipes? Nunca se les ocurre. (Los amigos
venezolanos pueden encontrar la introducción del libro, traducida al
español, en www.neoliberalismo.com.) Yo recuerdo el enorme trabajo que
hizo la Editorial Progreso para difundir las ideas marxistas en el mundo
de habla hispana. Y que nadie me diga que trabajó fue en vano. La URSS
habrá desaparecido pero las ideas marxistas siguen siendo hegemónicas en
toda América Latina.

La recesión mundial le permite a Raúl Castro justificar el viejo
anticapitalismo de la revolución cubana e ignorar que el comunismo, su
modelo social, fue violentamente rechazado hace casi veinte años por
todos los pueblos de la Europa de Este. Y que, un par de años después,
se desplomó en la misma Unión Soviética, ''la patria de Lenin'', un país
al que tuvieron que cambiarle hasta el nombre, la bandera y el himno.
¡Por favor! El sistema de la libre empresa y el libre mercado siempre
tiene problemas, ocasionalmente graves, pero todas sus alternativas han
sido funestas. Es bueno recordarlo.

www.neoliberalismo.com

http://www.elnuevoherald.com/opinion/story/342389.html

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