2008-04-24.
Guillermo Fariñas Hernández, Periodista Independiente, Cubanacán Press
Los agoreros de la nomenclatura en el poder en Cuba afirman, que con el
recién estrenado Raúl Castro Ruz se han producido cambios. Y lo más
importante, que los mismos continuarán. Estas afirmaciones de los
propagandistas del Neocastrismo, se repiten hasta la saciedad.
El hecho que los cubanos de dentro de la isla puedan entrar a los
hoteles, que cobran sus servicios en divisas convertibles; o que en las
tiendas por pesos convertibles, los nacionales accedan a equipos de DVD
o motocicletas eléctricas y que unos pocos puedan comprar un teléfono
celular; esos son los cambios.
Un teléfono móvil que el mundo civilizado y democrático ya utilizaba,
desde hace unos largos 35 años. Y es solo ahora cuando los gobernantes
del Castrismo se lo dejan tener a sus conciudadanos. Más que un logro
otorgado, no pocos consideran que es una vieja injusticia abolida.
Sin lugar a dudas, el logro de mayor espectacularidad dentro de las
absurdas prohibiciones, como las denominara el propio recién electo
Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, ha sido el tema de
la exclusión bochornosa de los cubanos de los centros turísticos, sin
una explicación plausible.
Cuestión que violaba la bastante ultrajada Constitución de la República,
que los partidarios del socialismo dicen todavía se cumple. Además de
entrar en franca contradicción con la cosmovisión del fallecido Poeta
Nacional Nicolás Guillen, en un conocido poema.
El nuevo ejecutivo desea proyectar una fresca imagen de ser reformista,
para resultar aceptada por la opinión pública internacional. Pues ante
los cambios que se vislumbran en Venezuela, necesita tener como
salvavidas económico a la siempre tolerante y comprensiva Unión Europea.
Otros son los objetivos al interior de Cuba. En primer lugar, recoger
las no cuantificadas sumas de divisas convertibles circulantes, para
hacerse una idea del monto de ese tipo de dinero en manos de los
isleños. Y de ese modo disminuir la inflación galopante del sistema
económico cubano.
En segundo lugar tenemos la disminución de las protestas de la
ciudadanía por sentirse individuos de segunda y hasta tercera categoría,
por tanto marginados en su propio país. La no exacerbación del
nacionalismo rampante y el nocivo rechazo a los visitantes extranjeros,
siempre en la prevención de una explosión social incontrolable.
Si observamos con detenimiento, todas las medidas adoptadas por el
Raulismo, arribamos a la conclusión que hace 10 años o menos, estas eran
reclamadas con vehemencia por la oposición pacífica de aquella época.
Sin que los gobernantes dieran siquiera una mínima contesta; la
respuesta aquel instante fue la indiferencia.
Ante que la situación de la sociedad cubana actual se vaya de las manos,
la nomenclatura en el poder usó un ardid. Convocar á unas asambleas para
presentar quejas y opiniones críticas, sobre el funcionamiento del
socialismo. Como la cortina de humo necesaria, para quitarle el crédito
de las concesiones a la disidencia no violenta.
La tensión social se localiza hoy en otros predios de la conciencia
humana, ahora la disyuntiva viene dada por nuevas preguntas. Ya no se
cuestiona, si se tiene acceso o no a un objeto dado. En este instante
todo se limita a saber, si se es de los ciudadanos que poseen o no la
cantidad de divisas convertibles para comprarlo.
Por eso en su tertulia diaria, en el céntrico parque Leoncio Vidal de
Santa Clara, el octogenario tertuliante, pero siempre lucido Matías
Cantero, dice a sus amigos: "En cuanto a los cambios hechos por el
gobierno de Raúl, no hablemos de favores concedidos y si de derechos
conquistados".
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=15043
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