Enviado especial
Desde la cárcel, Adolfo Fernández Saínz escribe para que los lectores
sepan la verdad de las prisiones y comprueben que la fuerza no puede
matar las palabras.
Raúl Rivero, Madrid
viernes 5 de octubre de 2007 6:00:00
Cuando Adolfo Fernández Saínz llegó a la prisión de Holguín, a 777
kilómetros de La Habana, en la primavera de 2003, le entregaron como
colchoneta un artefacto que los presos veteranos llaman embutido de
piedra o la madre el que le coja el ritmo. Se trata de una funda de lona
rellena con retazos de tela, periódicos Granma, esqueletos de ratas,
camaleones secos, trozos de aluminio y de cualquier otra materia inerme
que su diseñador tuviera a mano.
Fernández Saínz tenía 55 años. Estuvo tres meses durmiendo en el piso de
su celda de un metro por tres, sin agua y sin luz eléctrica, muy cerca
del baño turco, un hueco que todas las alimañas de la fauna cubana
usaban para entrar a hacerle compañía y agregarse a sus pesadillas.
Luego le cambiaron aquella colchoneta por una más pasajera y el
periodista pudo subir a dormir al camastro de cartón-tabla. Pero
enseguida le reintegraron su colchón especial, porque alguien consideró
que el preso había cometido una indisciplina.
El hombre regresó al piso árido y así cumplió el año reglamentario en
aislamiento que le tocó a los 75 activistas de derechos humanos,
periodistas, bibliotecarios y médicos que fueron a la cárcel durante la
ola represiva conocida como la Primavera Negra.
Fernández Saínz, graduado en Filología Inglesa, traductor y periodista,
recibió una condena de 15 años. La abogada que contrató su esposa, Julia
Núñez, pudo entrevistarse con él cinco minutos antes del juicio.
Es un católico practico y pertenece al Movimiento de Trabajadores
Cristianos. Como periodista, publicaba en Encuentro en la Red, trabajaba
de corresponsal de la Agencia Patria, para el Proyecto Nueva Prensa
Cubana, colaboraba con varias publicaciones del exilio y era el delegado
en Cuba de Prima, un grupo de Rusia que difundía sus textos en Europa.
Describir con objetividad
El periodista está confinado ahora en la cárcel de Canaleta, en la
provincia de Ciego de Ávila. Está enfermo y, por momentos, su salud
—resentida por cuatro años de encierro y mala alimentación— le impone
otras cárceles interiores y dolorosas, pero para quienes rastreamos los
sitios que divulgan información sobre Cuba, sus notas concisas y
directas, las noticias de su entorno, demuestran el profesionalismo de
Fernández Saínz, su vocación y la fidelidad a la propuesta original del
periodismo independiente: describir con objetividad la realidad del país.
Ahí están sus piezas en las páginas de Cubanet y de Bitácora Cubana. No
pueden ser frecuentes ahora sus comentarios y análisis de la vida
nacional. Sin embargo, su sensibilidad y su mirada de reportero alerta
nos hacen llegar reseñas semanales del drama diario de la convivencia y
las tragedias humanas en un almacén de hombres sin libertad y sin derechos.
Fernández Saínz ha fundado una corresponsalía en el sitio donde lo
sepultaron por decirlo todo con decencia y honestidad mediante una prosa
sin afeites y desnuda, sin deudas con ninguna ideología. Desde allí
escribe, con esa misma limpieza y desnudez, para que los lectores sepan
la verdad de las prisiones y comprueben que la fuerza no puede matar las
palabras.
http://www.cubaencuentro.com/es/encuentro-en-la-red/cuba/articulos/enviado-especial/(gnews)/1191556800
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