Adiós a Manolito
Juan Carlos Linares Balmaseda
LA HABANA, junio (www.cubanet.org) - Poco importan los cuándo, cómo,
dónde y por qué. Me dijeron lo de Manuel Alarcón Santana y no supe cómo
ni donde ocultar mi pesadumbre, por que ya había transcurrido poco más
de un año de su desaparición.
Por la costa norte de Pinar del Río se hizo a la mar una noche en
compañía de amigos. Intentaba ser en otro lugar la persona que en su
tierra le estaba prohibida: un ciudadano del mundo.
Fue uno de los tantos cubanos que tiró abajo el estandarte nacionalista.
De los que contemplan la bandera patria y escuchan al himno nacional
como formato y métrica de telas pintadas y cánticos de terruño. En este
caso del ultramarino poblado de Regla, terruño de Manolito.
Desandaba por todo el país. Hacía bien su misión política. Hubiese sido
un joven ejemplar en cualquier sociedad democrática.
Era comunicativo y activo. Unas veces me viene al recuerdo sentado
frente a mí, hablando de las violaciones de los derechos humanos o
narrando historias sobre el Movimiento de Integración Racial,
organización a la que pertenecía.
Otras veces se me aparece en la imaginación flotando sin vida en mar
abierto. Con bichos marinos mordisqueándole el rostro. Procuro ignorar
los últimos instantes de suplicio: la sed, el hambre, el ardor de las
quemaduras en la piel, o en el momento final evocando a los seres queridos.
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