Tuesday, June 19, 2007

Adiós al camello

SOCIEDAD
Adiós al camello

Oscar Mario González

LA HABANA, Cuba - Junio (www.cubanet.org) - Hace unas semanas el
periódico Granma publicó un reportaje que hablaba sobre el paulatino
retiro de los camellos del transporte público, y la sustitución de éstos
por ómnibus articulados.

Estos gigantes de acero, de 17 metros de longitud y unas 30 toneladas de
peso, se hicieron visibles en las calles habaneras en 1994, coincidiendo
con los momentos más difíciles del período especial.

Para aquel entonces, cerca de la mitad de las industrias estaban
paralizadas por diferentes razones, y por las calles y avenidas
capitalinas apenas transitaban vehículos, como no fueran las bicicletas
chinas que arribaron a la isla en cantidades apreciables.

Ante tan acuciante problema, el régimen se apoyó en un proyecto
presentado por la Oficina Nacional de Diseño Industrial, que no sólo
contemplaba la parte estructural del vehículo, sino, además, el color y
hasta el uniforme de los trabajadores. Se tuvo a bien construirlos de
manera provisional hasta tanto mejorara el transporte público. Por ello
no comprendemos su reemplazo cuando aún persisten las razones que les
dio "vida".

Desde la aparición de estos "gigantes del asfalto", se suscitaron puntos
de vista contrarios entre la ciudadanía.

De un lado estaban los que aplaudían la idea como forma de aliviar la
problemática del transporte público, al permitir que más de 300
pasajeros viajaran en el mismo recorrido. Dada la desesperación en que
se encontraba el país era una forma de trasladar grandes cantidades de
personas, a costa de no pocas desventajas. Entre ellas, la ausencia del
debido confort. Otros creían que aquello implicaba una ofensa al
individuo, obligándolo a viajar en un medio inapropiado, más a tono con
el traslado de vacas. El mal estado de las calles y la contaminación
ambiental no formaban parte de las objeciones.

Tales protestas no eran públicas, sino que tenían lugar entre conocidos
y a media voz; como cuadra en un régimen totalitario de "cállate la boca
y estate quieto".

Pronto el camello se haría famoso entre cubanos y extranjeros,
insertándose en nuestra cultura con pasaporte propio.

Para los nacionales se convirtió en una desgracia más, ante la cual
debían resignarse y acostumbrarse, porque cualquier manifestación
pública anticamellista que alterara el orden podría costar bien cara.

Para los extranjeros se convirtió en algo curioso. Dependiendo de si era
izquierdista o no, el camello resultaba una muestra de la resistencia e
inventiva del cubano, o una prueba del fracaso del castrismo, incapaz de
ofrecer a la población un adecuado servicio de transporte.

Para carteristas y jamoneros, seguramente constituye una mala noticia,
por ser el camello un lugar propicio para el robo y las aberraciones del
sexo.

El régimen, por su parte, considera al camello como una batalla más
ganada al enemigo imperialista que, junto a otras muchas victorias, le
ha permitido reinar durante medio siglo sobre esta isla "obediente" y
"comprensiva", en la cual abunda todo tipo de bichos raros, desde
grillos malojeros hasta los más diversos tipos de ciempiés y escarabajos.

http://www.cubanet.org/CNews/y07/jun07/19a5.htm

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