Política
Un cascarón vacío
Tras la escenografía mediática, yace el voluntarismo de un Castro en
declive, que necesita los flashes y las cámaras como el aire para respirar.
Eva González, Ciudad de La Habana
martes 7 de noviembre de 2006 6:00:00
El diario oficialista Juventud Rebelde presentó en su edición dominical
del pasado 29 de octubre siete fotografías de Fidel Castro. La que
apareció en primera plana mostraba al caudillo con bastante mejor
apariencia desde su crisis de julio último, aunque con mirada de enajenado.
La intención es demostrar a la opinión pública que el líder está vivo,
que "se recupera" y "trabaja" (es decir, gobierna) desde su retiro de
convaleciente. No contento con esto, Castro hizo que lo filmaran y
presentaran en un reportaje de televisión, para que quedara claro que no
está muerto y no tiene la menor intención de abandonar el poder; aunque
mostró dificultades para caminar, moviéndose como un autómata.
Por las dudas, ensayó algunos ejercicios ante las cámaras. Su mensaje
responde, dijo, a la insistencia de algunos medios de prensa extranjeros
que sugerían la posibilidad de que la prolongada ausencia fuera señal
inequívoca de su fallecimiento. Los analistas norteamericanos deben
estar satisfechos: son los únicos capaces de "sacar el dios a escena".
Por su parte, el diario Granma, para no ser menos, hizo referencia en su
primera plana del lunes 30 de octubre a la "recuperación" del gobernante
y dedicó la página 3 de esa edición a la "repercusión del mensaje de
Fidel en la prensa de todas partes"; ofreció una lista de los medios que
se hicieron eco de la presentación del dictador, y de los titulares que
encabezaron dichas noticias.
Con acento dramático
Espectáculos aparte, no es ocioso detenerse a inferir, o leer entre
líneas, lo oculto tras la escenografía mediática. En primer lugar, el
voluntarismo del líder en declive, quien no se resigna al ostracismo y
el retiro. Castro necesita los flashes fotográficos y las cámaras como
el aire para respirar. El lapso transcurrido entre su anterior
presentación y esta súbita aparición podría responder no sólo a un
mejoramiento de su salud, sino a crear el suspense que tanto ama y que
prepara al auditorio, a fin de garantizar el éxito de la trama. En
segundo lugar, que el tozudo anciano quiere dejar sentado que (aunque
permanezca "sentado") él y nadie más gobierna en la Isla.
Es sintomático cómo se resalta ante la opinión pública que Castro está
vivo, y se insiste en su recuperación como si de ello dependiera el
futuro, lo que desmiente el discurso de una revolución sólidamente
establecida y un sistema que supuestamente goza del mayor apoyo del
pueblo. Por cierto, si bien algunos medios extranjeros se hicieron eco
del mensaje de Castro, los cubanos comunes y corrientes de la Isla
continuaron, en su mayoría, sumidos en la indiferencia.
Toda esta alharaca de reporteros de dentro y fuera cifrando los destinos
de Cuba sobre la base de la muerte o la recuperación de Castro, sólo
apunta a la ignorancia —deliberada o involuntaria— de la realidad de la
Isla: con independencia de que este señor viva o muera, los cambios en
el país ya se están produciendo. No son cambios estructurales
(ciertamente sólo ocurrirán después de la desaparición física del
anciano), pero lentamente están ocurriendo variaciones que se pulsan ya
en el ánimo social.
Los signos, con sus diversos mensajes cifrados, llegan desde todas
partes, incluidos los círculos de poder. Al reproducir imágenes,
consignas y programas vacíos de significado, los medios sólo demuestran
la ausencia de alternativas y soluciones a los problemas que enfrenta la
nación, de los cuales la enfermedad y declive de Castro es uno más que
se suma a la crisis.
Hay una deliberada intención en la prensa oficial de sostener un
discurso de fortaleza ideológica, proyectado fundamentalmente hacia el
exterior, al "enemigo". Se quiere ofrecer la imagen de una Cuba confiada
y optimista, pero al interior de la nación todo es abulia.
El ranking del patriotismo
El diario Granma, que antes se agotaba con relativa rapidez, desde hace
algún tiempo envejece en poder de los revendedores —que suelen ser
jubilados dedicados a guardar cola desde temprano en los estanquillos de
prensa para acapararlos—, lo que demuestra a la vez el creciente
desinterés de la población por las escasas informaciones oficiales, la
falta de credibilidad en el futuro, y el divorcio entre gobernantes y
gobernados.
Ramiro Valdés Menéndez, uno de los líderes históricos de la revolución
cubana, nombrado recientemente ministro de la Informática y de las
Comunicaciones, hace una apasionada alabanza de Fidel Castro en un
artículo publicado en la web La Nación Cubana. Su título, "La verdad de
nuestra época", ya anticipa un texto con todo tipo de loas y adjetivos
que encomian y glorifican a Castro, pese a que las primeras líneas
aseguran que "Fidel no necesita en absoluto que se le hagan apologías ni
que se le cubra de adjetivos".
Todo el texto rebosa de promesas de lealtad y obediencia al líder, al
tiempo que asegura que no se trata de "un ridículo culto a la
personalidad". Después de varios párrafos que se extienden en dibujar
todas las virtudes que atribuye su autor al dictador, cierra con la
siguiente declaración: "Fidel, en pocas palabras, es la verdad de
nuestra época. Sin chovinismo, es el más grande estadista mundial del
siglo pasado y de este; es el más extraordinario y universal de los
patriotas cubanos de todos los tiempos".
La tradición histórica cubana había sido, hasta ahora, la mitificación
de Martí después de su muerte heroica en Dos Ríos, pero al parecer éste
ha sido superado en el ranking de patriotismo por las "purísimas
virtudes" de Castro. Tampoco sería justo que no se reconociera que en la
época de Martí no existía Internet ni todos los medios de información
que han lanzado a Castro a la fama; y que este último ha vivido
prácticamente el doble que aquel: dos factores que le dan ventaja, entre
otros tan grandes como sus increíbles méritos.
No parece necesario comentar qué tipo de nación necesita que uno de sus
dirigentes políticos se exprese en tales términos. El discurso, las
fotografías, las poses, toda la coreografía patética que se teje en
torno a Castro y el "sistema más justo del mundo", forman parte de un
gran cascarón vacío.
La épica de la revolución murió hace mucho tiempo; el líder la
sobrevivió gracias al férreo control represivo que imponen las
dictaduras, pero el símbolo morirá con él. No hay un proyecto
revolucionario en Cuba, y los debilitados signos vitales de lo que
fueron los sueños de grandeza del último emperador del socialismo de
Estado, también partirán con su muerte. Hoy, como antes, es cuestión de
tiempo, sólo que ahora se trata de un tiempo muchísimo menor.
URL:
http://www.cubaencuentro.com/es/encuentro-en-la-red/cuba/articulos/un-cascaron-vacio
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