El Infame Nunca Es Valiente
2006-11-15
Dr. Antonio Suárez Marrero
Alemania, noviembre de 2006. Cuando el emperador Nerón incendia a Roma
para pintar un cuadro sin importarle las penurias que le causaba a sus
conciudadanos, se comportó como lo que realmente era: un vil infame.
Aunque todavía hoy con su locuacidad mentirosa quiera adornarlo y
disfrazarlo todo, el dictador cubano Fidel Castro nunca ha sido muy
valiente y siempre muy infame. Hoy su infamia se trasluce también
tratando aparentar estar fuerte cuando se está muriendo.
Alguien algún día escribirá su verdadera Historia, pero ya existen
testimonios sobre la lucha guerrillera contra Batista donde Castro.
Siendo el jefe dirigía los combates desde las sombras y nunca en la
vanguardia como lo hacían otros verdaderos próceres como Maceo, Gómez o
Martí que murió demasiado pronto pero dignamente y como quería: de cara
al sol.
Fue una canallada infame expropiar por decreto a terratenientes e
industriales, de los que muchos habían cooperado en la guerra contra la
tristemente famosa dictadura batistiana, sin suponer que vendría una
dictadura aun más cruel y con ausencia absoluta y manifiesta de matices
democráticos para explotar como Estado propietario a los ahora
totalmente indefensos obreros y campesinos.
La invasión de Bahía de Cochinos fracasa por falta de un oportuno apoyo
militar norteamericano, pero las payasas fotos de Castro sobre una
tanqueta o un cañón eran ya al final de esa cacareada victoria.
Fue una ignominiosa infamia afirmar unilateralmente y sin derecho a
replica que todos nosotros los cubanos estábamos dispuestos a morir y a
que se hundiese nuestro precioso país para apoyar la fanfarronería de un
vil dictador que no se sabe dónde hubiese procurado escapar si se
hubiese desatado, como parece quería, una nueva guerra mundial que otros
estadistas más dignos y serios afortunadamente evitaron a tiempo.
Es una vil infamia que, avasallando a nuestro pueblo, se impongan los
bochornosos records mundiales de duración del régimen dictatorial y del
mísero racionamiento de los más indispensables bienes de consumo.
Es una malvada infamia que se envié a morir a otras tierras a muchos
cubanos que con el impuesto disfraz de "internacionalismo proletario"
fueran realmente una mercenaria moneda de cambio. También lo fue el
asesinar a varios de los generales cubanos de esas guerras, bajo una
rebuscada justificación y con un teatro judicial dirigido tras
bambalinas, realmente porque ya eran peligrosos a la hegemonía
unipersonal del Máximo Líder.
Ha sido una canalla y vil infamia la tragicomedia de recibir a altos
dignatarios mundiales que ingenuamente han supuesto una esperanza de que
Cuba se abriese al mundo, y solamente ha servido para ratificar que al
castrismo cruelmente no le importa que el pueblo viva como una infeliz
horda de pordioseros.
Fue una malvada y traicionera infamia que el castrismo provocase una
realmente impagable por inmensa deuda externa con el pueblo soviético,
aún mayor que los recursos del "Plan Marshal" empleados por Europa para
limpiar sus cenizas y desarrollarse después de la 2da. Guerra Mundial y
no para enriquecimiento propio de sus gobernantes.
Son tantas las cobardes infamias que el castrismo ha cometido que no es
de extrañar la consuetudinaria vileza de reprimir a decenas de
verdaderos representantes del pueblo sin razón real y "porque sí". El
disfraz de "asistente social" de muchos jóvenes escogidos para reprimir
a la población es ya harto conocido.
Cuando hace más de cincuenta años atrás, Eduardo Chibás lanza su
consigna ortodoxa de "vergüenza contra dinero" seguro que no se
imaginaba que sus aldabonazos serían desoídos: Como el gobierno
castrista no tiene vergüenza, no le importa que Cuba siga cada vez más
desastrosa y destrozada.
Aún no se sabe la verdad sobre la trágica muerte de Camilo Cienfuegos,
pero yo creo que si Castro hoy le preguntase en algún discurso: "¿Voy
bien, Camilo?", aquel quizás valientemente le respondería: "¡No!...
!Vas horriblemente mal, Fidel!".
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=7731
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