Posted on Thu, Jul. 13, 2006
Más que una ''transición'' y una ``asistencia''
VICENTE ECHERRI
Con gran despliegue publicitario el presidente George W. Bush aprobó
este lunes el Plan para la transición en Cuba como parte del segundo
informe de la Comisión de Asistencia a una Cuba Libre. El Presidente
dejó claro que Estados Unidos colaboraría en una transición, no en una
sucesión del régimen de Castro.
El que Cuba siga estando en la agenda del gobierno norteamericano a casi
medio siglo del triunfo castrista es esperanzador para todos los que no
hemos renunciado a que nuestro país vuelva a ser una democracia, donde
rijan los derechos humanos y las libertades fundamentales. Sin embargo,
en la semántica de estos planes y anuncios encuentro dos palabras de
dudoso sentido que no me alegran del todo: ''transición'' y ``asistencia''.
La transición está en boca de todos y tal vez se produzca y, desde
ahora, me comprometo públicamente a colaborar con ese proceso en lo que
buenamente pueda ser útil; pero no alcanzo a ver en el panorama del
momento cómo esa transición pueda llegar a producirse. Los virtuales
herederos de Fidel Castro saben a estas alturas, si es que algo saben,
que en la decrépita estructura de ese sistema no es posible mover ni un
ladrillo, el día que Castro falte, sin que el edificio entero se les
venga encima. El ejemplo de la difunta Unión Soviética está ahí para
demostrarlo. No creo que Gorbachov, por mucho que los comunistas
ortodoxos quieran denostarlo, se propusiera la liquidación de la URSS;
tan sólo intentó reformarla, de buena fe, y la estructura entera se
desplomó. ¿Por qué querrían los sucesores de Castro provocar un desplome
semejante?
Como no pienso que sean patriotas ni suicidas, apostaría que se
atrincherarán en el continuismo; es decir, en el intacto mantenimiento
de ese estado gangsteril que tiene sumido al pueblo cubano en la
miseria, la esclavitud y el envilecimiento, y que resistirán cualquier
invitación pacífica al cambio, porque ese cambio significaría, casi
seguramente, el fin de sus privilegios y acaso de sus vidas. Además, los
posibles inductores --o interlocutores-- de esa transición, los
dirigentes de la disidencia dentro de Cuba, pese los breves espacios que
han conseguido con grandes sacrificios y riesgos, no creo que cuenten
con la fuerza suficiente para exigirles a los usurpadores de mañana que
abran las puertas de la democracia.
De ahí por qué no me gusta lo de ''transición'' en este documento que le
ha servido al régimen dictatorial de Cuba para empezar a dar ridículas
voces de alarma. Lo que el presidente Bush ha dicho y lo que este vasto
y pormenorizado plan (al menos en lo que de él se conoce) explicita es
que los cubanos deben producir una ''transición'' a la que Estados
Unidos prestará su ''asistencia''. Esto sitúa a este país en un papel
secundario y pasivo frente a la dictadura cubana, nada en verdad
distinto de lo que ha sido su política, con altibajos, por las últimas
cuatro décadas.
En lugar de ''transición'', me gustaría que se hablara, y que se
escribiera, de ''derrocamiento'' o ''cambio de régimen'' --el lenguaje
que se usó como prólogo a la invasión de Irak--; y que en lugar de
''asistencia'' se hablara al menos de ''promoción activa'', lo cual
implicaría que Estados Unidos se compromete a poner un empeño real para
la remoción del castrismo, como una verruga indeseable en el rostro de
este continente, y no a un simple respaldo, por cuantioso y solidario
que sea, cuando los cubanos hayan iniciado y adelantado por sí mismos
esa soñada transición, a la espera de la cual el presidente Bush bien
podría envejecer en su retiro en Texas.
©Echerri 2006
http://www.miami.com/mld/elnuevo/news/opinion/15024092.htm
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