Friday, July 14, 2006

El sospechoso cuchillo de Olokkun

El sospechoso cuchillo de Olokkun

Shelyn Rojas

Bitácora Cubana, 14 de julio de 2006 - La Habana

La ceremonia sería a las doce del mediodía, en Centro Habana. Desde
varios días antes, la madrina le había avisado. Gerardo Youniel Ávila
Perdomo sería el encargado de sacrificar los animales para Olokkun.

Se preparó desde bien temprano en la mañana. Se bañó con flores blancas,
cascarilla y perfume, se limpió con un pase de hierbas, vencedor y "yo
puedo más que tú". Vistió sus mejores galas blancas, se puso los
collares y guardó el cuchillo y un paño en una jaba de nylon. El
cuchillo era pequeño, adecuado para patos y gallinas. A Olokkun sólo se
le sacrifican aves.

Luego, rezó ante el altar. Antes de salir, frotó sus manos con un puñado
de polvo de aché de Orula y lo lanzó sobre su hombro izquierdo sin mirar
atrás.

Se le hacía camino pasar por la Catedral. Todavía era temprano. Decidió
que entraría en la iglesia. No pudo llegar.

Un centenar de metros antes, un policía le salió al paso y le pidió su
identificación. Gerardo, previendo males peores, le mostró lo que
llevaba en la bolsa y le explicó para lo que era. También le comentó que
cada oriaté (santero) debía tener su propio cuchillo. Es un requisito de
su religión.

El agente, sin escuchar, lo esposó. Lo condujo esposado el trayecto de
tres cuadras hasta el punto de control. Allí verificó por la planta si
Gerardo tenía antecedentes penales. El resultado fue negativo. Entonces,
pidió le enviaran un carro patrullero. Cuando llegó el carro, lo
montaron a empujones.

Mientras esperaba ser conducido a la unidad, Gerardo escuchó que el
policía que lo había arrestado comentaba con sus colegas que había
pedido la baja del Partido porque "eso era una mierda", que no pensaba
regresar.

A Gerardo lo llevaron a la unidad policial de la calle Dragones, la más
próxima al lugar donde lo detuvieron. Permaneció allí, en espera de una
decisión, durante más de dos horas. Tuvo suerte. Supone que el oficial
de la carpeta era creyente. Después que se fueron los policías que lo
trajeron, lo miró comprensivo, le devolvió su cuchillo y le dijo que se
podía marchar.

Gerardo llegó tarde a la ceremonia. La madrina y sus hermanos lo estaban
esperando con impaciencia para el sacrificio. Se puso el delantal,
empuñó el cuchillo y degolló una paloma a Elegguá, para que abra los
caminos. La ceremonia será un éxito. Gerardo lo depuró todo.

http://www.bitacoracubana.com/desdecuba/portada2.php?id=2467

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