Sociedad
La otra universidad
Masividad inoperante, calidad en picado y cuerpo acrítico: La nueva
aventura educativa de Fidel Castro.
Oriol Puertas, Ciudad de La Habana
jueves 2 de marzo de 2006
Universidad de La Habana: ¿primero 'patriótica', luego académica?
Un titular a todo trapo en las páginas del diario Juventud Rebelde lo
anunció hace unos días: "Seremos millonarios en graduados
universitarios". Se refería concretamente al recién clausurado Primer
Encuentro Internacional de Universalización de la Universidad 2006, que
reunió en La Habana a más de 2.000 delegados extranjeros, incluyendo 130
ministros de Educación.
Un plenario tan nutrido podría ser tomado como señal de que los tiempos
han comenzado a cambiar definitivamente para las llamadas élites
académicas y sus conceptos. Para decirlo más claro: una universidad
nueva está naciendo bajo los mandatos de un liderazgo insólito, en cuya
cabeza se han situado Fidel Castro y Hugo Chávez.
Plantearlo así sería desconocer los nada modestos avances del
pensamiento docente universitario en las naciones del denominado Primer
Mundo, pero es lo que puede sacar en claro un espíritu despierto que
impávido asista a este otro evento organizado para la izquierda mundial
desde esta capital. También la universidad capitalista deberá ser blanco
de reformas, según los dictados de la petroalianza caribeña.
Pero el caso es extrañamente interesante. En Cuba se han venido
promoviendo cambios en la enseñanza general, a los cuales no han estado
ajenas las universidades. En este evento se dio a conocer que la Isla
cuenta con más de 300.000 estudiantes, distribuidos en 3.150 sedes
municipales. Por su parte, el ministro venezolano del ramo explicó a la
prensa que "la educación universitaria, por efecto de las nuevas
tecnologías, se está convirtiendo en un bien movible y vendible" y
apuntó también que los países pobres "deben implantar la
internacionalización de la educación superior con esquemas propios".
Más carencias
Ya no se trata de la permanente recontextualización de aquel eslogan que
anunciaba: "la universidad es de los revolucionarios", ni de maniobras
gubernamentales para detener la fuga de maestros hacia otros empleos
mejor remunerados, como sucedió en los años noventa. Se trata en
realidad de organizar a todo tren un bien montado y eficaz operativo de
tráfico de cerebros, puestos en función de los intereses populistas y
demagógicos de Fidel Castro.
Ya es harto sabido el amplio inventario carencial de la enseñanza bajo
este régimen. El ejemplo reciente de un estudiante cubano que logró
acceder a una maestría en un alto centro estudiantil británico, lo
atestigua: el joven de la Isla quedó sorprendido cuando en una de las
asignaturas que versaba sobre el concepto de esfera pública de Habermas,
les entregaron una serie de textos que criticaban tal concepto.
Partamos de ahí: jamás un estudiante cubano ha podido reconocer la
validez de un aparato crítico que vaya en contra de lo establecido en
los manuales escolares que edita el Estado. Ante una carencia —otra más—
tan extendida en nuestro país, asistiríamos al triste espectáculo de un
sistema educativo monolítico y por ello tambaleante, aunque parezca a
algunos paradójico.
No puede defenderse por sí solo un cuerpo acrítico, cerrado a los cauces
del diálogo, atado en su condición de isla dentro de otra isla,
amordazado ante la posibilidad del intercambio y el flujo de ideas. Marx
no puede estudiarse sin Gramsci, y todo el pensamiento posterior a Lenin
cayó en Cuba en un agujero negro. Althusser todavía está marcado por
revisionista en círculos académicos. Ergo: no existen. Son esos y no
otros los rasgos que reserva Fidel Castro para la nueva aventura
educativa a favor de los oprimidos del planeta.
¿Hace falta anunciar como falsa la temible aspiración del millón de
universitarios? Cuando menos es demagógica, eso lo sabemos. Pero en Cuba
hace mucho tiempo que entraron en crisis las expectativas de los jóvenes
en relación con los estudios universitarios. Los problemas con la
calidad de la enseñanza crecen, los claustros profesorales se las ven
negras para lograr su completamiento, las dificultades con el empleo
aumentan paulatinamente y la escasez de materiales de estudio
actualizados es enorme (no hace mucho, en un manual sobre comunicación,
aparecía por primera vez un texto de Paulo Freire).
De la universidad nueva en Cuba, habló hasta José Martí. No es un tema
original. Pero de algo habrá que estar seguros: su futuro en democracia
no transita por los delirios de un binomio de moda. Fidel Castro está
pensando en grande en relación con la expansión continental de sus ideas
sobre la enseñanza universitaria. No pocos profesores en la Isla ya se
frotan las manos a la espera de una nueva oleada de misiones que
aseguren algún bienestar a corto plazo.
URL:
http://www.cubaencuentro.com/es/encuentro_en_la_red/cuba/articulos/la_otra_universidad
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