Tuesday, February 07, 2012

Un parto de los montes

Un parto de los montes
[07-02-2012]
René Gómez Manzano
Abogado y Periodista Independiente

(www.miscelaneasdecuba.net).- Tras ver los resultados de la recién
concluida Primera Conferencia del Partido Comunista de Cuba (PCC), hay
que reconocer que actuó con sabiduría el General de Ejército Raúl Castro
cuando el 12 de enero, refiriéndose a ese encuentro, declaró a la
prensa: "No hay que hacerse tantas ilusiones".


Esas manifestaciones, aunque hayan representado el clásico jarro de agua
fría lanzado a los que desde muy diversos sectores expresaban sus
esperanzas de que el inédito evento comenzara los cambios profundos que
Cuba necesita, sirvieron al menos para que la inevitable desilusión
resultase menos sorpresiva.


En verdad, las intervenciones que han ido publicando los medios masivos
de comunicación constituyen un ejemplo difícilmente superable de
estancamiento y continuismo. Con el propósito declarado de sacar a Cuba
del hoyo en que está, la dirigencia anuncia el empleo de viejas recetas:
las mismas cuya aplicación la metieron en él.


Al analizar los documentos emanados de la flamante Conferencia, el
colega Luis Manuel García Méndez, en un extenso trabajo fechado en
Madrid, hace un resumen antológico de algunas de las frases hechas de
los comunistas utilizadas ahora, las que, de manera harto sospechosa, se
parecen demasiado a tantos mamotretos redactados y tantos discursos
kilométricos pronunciados durante el último medio siglo.


Cedo a la tentación de citar algunas de esas perlas del saber: "impulsar
la participación", "perfeccionar la atención política", "profundizar en
la conciencia", "enfrentar los prejuicios", "incentivar la participación
real y efectiva", "desarrollar la labor política e ideológica"…


Igual que un ganso, cuyas plumas tienen la virtud de permanecer secas
aunque el animal haya estado durante horas en el agua, así también el
partido único cubano, tras haber obrado a su antojo durante medio siglo,
parece sentirse exento de toda responsabilidad por la situación caótica
en la que está sumido el país.


Sus más encumbrados líderes no tienen empacho en reconocer —como lo hizo
el mismísimo Raúl Castro— que Cuba se encuentra "al borde del
precipicio", pero, en virtud de algún mecanismo psicológico cuyo secreto
es una exclusividad suya, eximen de toda responsabilidad a esa misma
organización dirigente, así como al hombre que rigió durante decenios
los destinos de todos.


Al contrario: el señor Fidel Castro mereció una mención especial del
actual Máximo Líder, quien lo caracterizó como "el único Comandante en
Jefe de la Revolución Cubana" y aclaró que sólo el Partido es "el digno
heredero de la confianza depositada por el pueblo" en él.


Como es lógico, con esto el señor Raúl Modesto, haciendo honor a su
segundo nombre, sale al paso de los apapipios que pretenden calzarlo en
las botas —o, por mejor decir, en las actuales zapatillas deportivas— de
su hermano mayor (quien, por cierto, no hizo en la Conferencia ni
siquiera una aparición simbólica).


En contra de lo que pudiera pensar cualquier ser racional de otro país,
los comunistas, tras haber conducido a Cuba al actual atolladero, siguen
considerándose los únicos aptos para sacarla de él, y niegan la
posibilidad de que el pueblo tenga alguna otra opción. Para ello, su
actual Primer Secretario alega que "renunciar al principio de un solo
partido equivaldría, sencillamente, a legalizar el partido o los
partidos del imperialismo".


Desde luego, quien atribuye esta última condición a las organizaciones
políticas opositoras es la misma camarilla gobernante, la cual, al
esgrimir ese pretexto, se libra de cualquier competencia indeseable que,
en la desastrosa coyuntura de hoy, podría conducirla a resultados harto
adversos a sus propósitos continuistas en el ejercicio del poder.


El monopartidismo, de paso, es justificado por el General de Ejército
mediante invocaciones al Apóstol Martí, quien, en palabras del orador,
concibió "la creación de un solo partido político: el Partido
Revolucionario Cubano".


El argumento es no sólo absurdo, sino también viejísimo, y ya en 1997,
en el manifiesto La Patria es de todos, mis tres hermanos de causa y yo
lo respondimos con una perogrullada necesaria: "No se conoce un
dirigente político que haya creado simultáneamente varios partidos". Por
desgracia, el comentario conserva hoy su vigencia.


En resumen: Empleemos la conocida frase castellana: la Primera
Conferencia del PCC ha resultado ser un verdadero parto de los montes.

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=35109

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