El malestar de "lo político" sobre la realidad cubana (I)
La sobresaturación de lo político en los medios dentro de Cuba y el
malestar de ocuparse de la política doméstica de Cuba por "la
crispación" del debate cuando se realiza sin fronteras
Marlene Azor Hernández, México DF | 29/02/2012 10:44 am
Varios amigos me han enviado el texto del excelente escritor Leonardo
Padura "Yo quisiera ser Paul Auster" publicado por IPS, en el cual el
escritor se queja de los periodistas que le preguntan más sobre la
realidad de su país y casi nada de su profesión como escritor.
Colateralmente he mantenido un intercambio con dos amigos intelectuales
que residen en La Habana y en Canadá, sobre el tema que nos ocupa: la
sobresaturación de lo político en los medios dentro de Cuba y el
malestar de ocuparse de la política doméstica de Cuba por "la
crispación" del debate, éste sin fronteras.
En este malestar hay varios asuntos que se entremezclan y como socióloga
propongo un análisis del contexto que condiciona este rechazo a "lo
político".
1. La política informativa en los medios masivos de comunicación en Cuba.
2. La confusión entre los roles de la ciudadanía y el rol de los
políticos profesionales.
3. La desinformación dentro del país por no contar con el acceso a
Internet y carecer de medios alternativos de información no estatales.
4. La ausencia de instancias eficaces para canalizar la agregación de
demandas ciudadanas.
Seguramente nuestros lectores pueden añadir otros problemas, yo propongo
centrarme en los que acabo de enunciar.
La política informativa en los medios de comunicación masiva en Cuba
El bombardeo sistemático de la prensa la radio y la televisión en Cuba
con el análisis de los problemas internacionales desde una única óptica,
la del discurso oficial, —o si se prefiere de una manera más precisa,
elaborada por el Departamento Ideológico del Comité Central del PCC—,
reseña y analiza los problemas del mundo hasta el detalle con la óptica
catastrófica de que el mundo está "al revés". Los problemas que plantean
existen, pero la valoración está sesgada a favor de la postura del
Gobierno cubano con relación a su política interna e internacional.
El criterio de que todos los países hacen lo mismo no disculpa el
análisis del problema, porque en los restantes países existen canales de
información alternativos (entre ellos Internet) y varios partidos para
que la ciudadanía discrepe o coincida con los medios masivos nacionales.
La política selectiva en la información en los medios en Cuba está
dirigida a crear la imagen de que el mundo está abocado al desastre,
para provocar la comparación instantánea, aunque no sea explícita, de
que entonces Cuba "no está tan mal".
Con relación a los asuntos domésticos, la política informativa ensalza
las medidas en curso de la dirección del país, o se ocupa de las
disfuncionalidades económicas sociales y políticas (funcionarios
locales) en el nivel de la micropolítica. Los problemas estructurales o
de políticas públicas erradas no existen en los análisis, más que cuando
la dirección del país los nombra y en términos muy difusos.
Por otra parte, la política informativa plantea un mundo maniqueo en el
que solo existe el discurso cubano de una parte y el Gobierno de EEUU o
el lobby republicano reaccionario y sus seguidores por el otro. No hay
otros interlocutores o estos son invisibles. Los opositores abiertamente
al régimen son criminalizados como "mercenarios" y son vistos como
apéndices de un gobierno extranjero, por lo tanto se asimilan a este
discurso maniqueo.
Esto tiene implicaciones graves para la ciudadanía que solo tiene acceso
al discurso oficial y/o a esta visión sesgada del mundo y la reproduce
con mayor o menor elegancia de acuerdo a sus recursos intelectuales. El
escritor Padura señala: "Hay escritores cubanos que, desde un extremo al
otro del diapasón de posibilidades ideológicas, han hecho de la política
centro de sus obsesiones, medio de vida, proyección de intereses. La
política les ha pasado de la respiración a la sangre y la han convertido
en proyección espiritual. Unos acusando el régimen de todos los horrores
posibles, otros exaltando las virtudes y bondades extraordinarias del
sistema, ellos extraen de la política no sólo materia literaria o
periodística, sino incluso estilos de vida, estatus económicos más o
menos rentables y especialmente, representatividad".
Este discurso centrado en dos polos extremos reproduce el maniqueísmo de
la política informativa oficial. Los discursos de otros intelectuales
quedan invisibles y pareciera que los implicados en la clasificación del
escritor han optado por esta supuesta "obsesión" por razones personales
espurias. Aquí los matices sobre la realidad desaparecen, algo que piden
escritores como Padura o el escritor Eduardo del Llano en su entrevista
a Tracey Eaton, pero también está ausente el análisis del contexto
social que propicia el incremento, éxito o fracaso de estos ¿oportunistas?
Indudablemente a pesar de su proyección maniquea, el malestar del
escritor Leonardo Padura está en que algunos intelectuales se centran en
la política cuando hay otros temas más agradables y nobles que le
gustaría tratar.
¿Por qué los intelectuales y los artistas se apropian del campo de la
política y no lo dejan a los políticos profesionales?
La confusión entre los roles de la ciudadanía y el rol de los políticos
profesionales
Leonardo Padura se considera un ciudadano comprometido y escribe sobre
su realidad, pero no quiere ser un gurú que realiza predicciones acerca
del futuro del país o sobre cuándo ocurrirán los cambios. No quiere
saber de economía, política, relaciones internacionales, ni ser
sociólogo. Quiere ser solo un escritor ciudadano comprometido con su
realidad.
Entiendo su malestar, así como el de mis amigos cubanos dentro y fuera
de la Isla, pero esto es el resultado de que los políticos profesionales
en Cuba no hacen su trabajo. Los presidentes y las comisiones
municipales, provinciales y nacionales del Partido y el Poder Popular se
ocupan de las orientaciones que vienen del centro y no de los reclamos
populares. Si como socióloga me intereso en investigar la agregación de
demandas ciudadanas que durantes las cinco décadas han hecho los
ciudadanos cubanos en las estructuras establecidas, no podré encontrar
esa información en ninguna parte. No existen investigaciones sobre ello
ni tampoco sobre el resultado de las consultas en 1990 y 2010. Esta
información es "secreta", de la cual se filtra solo las cifras de
participantes en las consultas nacionales y el contenido de sus
propuestas queda invisible para la opinión pública.
En esta realidad hermética y disfuncional en la cual los políticos no se
ocupan de su trabajo como representantes de la población supuestamente
en "el poder", obliga a ocupar el espacio vacío por los ciudadanos
entonces encargados de generar las agendas y articular las demandas
frente a unos políticos profesionales "sordos" y "de espalda" a la
ciudadanía.
Por eso los periodistas extranjeros o nacionales le preguntan a las
figuras prominentes del arte y la literatura todo lo que los políticos
no responden y por eso también los intelectuales llevan la pesada carga
de saber de otros dominios del conocimiento no estrictamente centrados
en su perfil profesional.
Por lo pronto le sugiero al escritor Leonardo Padura que remita a los
periodistas cuando le pregunten sobre política, economía y las
adivinaciones del futuro, a los políticos profesionales, en cambio
también le puedo asegurar que sus criterios —como intelectual-ciudadano
comprometido— sobre los problemas que ve y describe en su sociedad caen
también por el momento en los oídos sordos de "nuestros" políticos
profesionales. La política migratoria, el cable de fibra óptica
venezolano, el incremento de la pobreza o la lentitud de los cambios,
seguirán esperando por la voluntad política de dirección del país para
informarle a la ciudadanía. Y en eso, se nos va la vida.
La segunda parte de este artículo aparecerá la próxima semana.
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