Brasil y la marcha de Cuba hacia el abismo
Es tiempo de que se apresuren los cambios económicos y se transite en
la apertura a los cubanos, para que en la Isla no ocurra una réplica de
Tiananmen
Miriam Leiva, La Habana | 06/02/2012
La presidenta brasileña Dilma Rousseff, durante su visita a La Habana
del 30 de enero al 1 de febrero, declaró que la gran contribución que
Brasil puede dar a Cuba es ayudar en todo el proceso de actualización
económica. Con esa síntesis pretendió eludir las expectativas respecto
al abordaje de los derechos humanos con su anfitrión y las solicitudes
de disidentes.
Indudablemente, la "obra del siglo XXI" en Cuba es el Puerto de Mariel,
que en correspondencia con su magnitud y costo solo podría acometerlo un
gigante como Brasil. Sus mandatarios —Lula primero, y Dilma ahora—, han
otorgado créditos al quebrado Gobierno cubano para su ejecución, al
avizorar las perspectivas de recuperación incrementadas por su
posicionamiento ventajoso en la ruta del Canal de Panamá ampliado, las
futuras relaciones comerciales y el turismo con Estados Unidos, y el
inicio de industrias complementarias. Simultáneamente, fomentan la
recuperación de los campos azucareros con la utilización experimental de
cortadoras de caña y también se avanza en el cultivo de la soya. Durante
la pasada visita, la presidenta asistió a la firma de acuerdos para la
concesión de un crédito por 200 millones de dólares para la adquisición
de alimentos en Brasil, la colaboración en biotecnología y otros temas
no detallados aún.
La "obra del siglo XX" fue la central termonuclear en
Juraguá-Cienfuegos, cuyos mogotes de hormigón super-armados quedaron
como reminiscencia de la megalomanía totalitaria; quizás la única huella
de la Unión Soviética que queda en pie. Paradójicamente, Raúl Castro
recibió la presidencia y la crisis económica, política y social al
unísono, por lo que los militares tienen como objetivo para la defensa
de los 53 años de "revolución" procurar soluciones civiles, de manera
que no se renovarán los obsoletos armamentos soviéticos para la guerra
contra el imperialismo, sino que los existentes se continuarán aceitando
y se mantendrán los fuertes gastos en las técnicas de inteligencia y
tropas especiales para la eventual represión al pueblo.
La expectativa de que la Señora Russeff se involucrara públicamente en
las cuestiones de derechos humanos en Cuba posiblemente ha seguido una
lógica errática. Vislumbrar que por haber sido una mujer torturada y
prisionera política se involucraría en la situación de los presos y los
disidentes cubanos ha constituido un espejismo. Posiblemente en aquella
etapa juvenil, la militante comunista estuvo muy vinculada al fomento de
las guerrillas desde La Habana, y su héroe fue Fidel Castro, a quien se
sintió feliz de visitar este enero. La suya fue una lucha contra la
dictadura dura, hace muchos años. Brasil obtuvo la democracia y aquellos
jóvenes, como el mismo dirigente sindical Lula, pudieron llegar a la
cima nacional en la que tienen la oportunidad de luchar con igual
ahínco, pero para consolidar al coloso de América Latina como país
emergente a nivel mundial, nada menos que en la época de la mayor crisis
económica mundial en alrededor de 70 años.
No puede entretenerse en asuntos de derechos humanos un BRICS (Brasil,
Rusia, India, China y Sudáfrica). Muy probablemente cuando los altos
mandatarios rusos y chinos han visitado Cuba, a nadie se le ocurrió
pedir su mediación en esos temas. Dilma Russeff debe haber estado
pensando también en sus homólogos, al contestar a los periodistas en La
Habana que había "que hablar de los derechos humanos en todos los
lugares, pero de forma multilateral". Sí, en un contexto tan amplio en
que todos los flagrantes violadores se puedan apañar unos a otros, como
la Conferencia de Ginebra. Se involucró al señalar que "todos tenemos el
techo de vidrio", pero su caro sacrificio fue en vano, pues ella ha dado
muestras de priorizar el bienestar del pueblo brasileño y el continuo
progreso de su país. En Brasil actualmente no hay una política
gubernamental dictada para reprimir arbitrariamente como en Cuba.
Sin embargo, por obra de la biología humana y la crisis multifacética,
en Cuba desde hace seis años comenzó un proceso sin retorno, en el que
pugnan las fuerzas del pasado por impedir el cambio, con las emergentes
que están entrampadas en sus dogmas, el apego al poder, el temor y el
desconocimiento. Es esa cruenta etapa, en que "Cuba debe abrirse a los
cubanos y al mundo, y el mundo a Cuba"… pero sin olvidar a los cubanos.
Habría que analizar si en ese derrotero están los esfuerzos de los
dignatarios brasileños, más allá de las influencias nostálgicas y los
compromisos con la revolución cubana, que feneció hace muchísimo tiempo,
más allá de los intereses meramente político-económicos del gigante.
Pudiera enmarcarse en la estrategia de los mandatarios de la región para
eliminar el aislamiento del Gobierno cubano con el objetivo de
adentrarlo en la realidad del siglo XXI. Eso comenzó a cuajar con el
levantamiento de la suspensión en la Organización de Estados Americanos
(OEA), y la incorporación a los mecanismos de integración de la región,
que culminó con la creación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos
y Caribeños, en diciembre de 2011, bajo el criterio de "unidad en la
diversidad". Fue inteligentemente auspiciada desde Brasilia para diluir
la influencia del bloque ALBA bajo la batuta confrontacional de Hugo
Chávez, así como fomentar el progreso socio-económico-comercial, y la
buena vecindad, como el acercamiento de Colombia-Venezuela y
Colombia-Ecuador, y con una presidencia pro tempore y la sorprendente
troika de Venezuela-Chile-Cuba.
Mientras tanto, entre la población cubana crece la pérdida de
credibilidad del Gobierno por las promesas incumplidas, las lentas y
recortadas reformas, el mantenimiento de prohibiciones absurdas, el
inmovilismo y los dogmas del Partido Comunista, acuñados nuevamente en
su Primera Conferencia efectuada los día 28 y 29 de enero. Es tiempo de
que se apresuren los cambios económicos y se transite en la apertura a
los cubanos, para que no tengamos una réplica de Tiananmen.
Lamentablemente, las evasivas declaraciones de la presidenta Vilma sobre
derechos humanos durante su reciente visita han respaldado la actuación
represiva del Gobierno, patente en la cita de sus palabras en el
periódico Granma, el 1 de febrero. No obstante, ojalá que tenga éxito en
contribuir al verdadero auge económico soberano, no para reforzar el
poder de una cúpula, sino en beneficio de Cuba, con la participación
libre de los cubanos.
http://www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/brasil-y-la-marcha-de-cuba-hacia-el-abismo-273691
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