Monday, December 26, 2011

La chupi omisión

La chupi omisión
Lunes, 26 de Diciembre de 2011 00:46
Oscar Sánchez Madan

habana_vCidra, Matanzas (PD) Parece que la omisión de aspectos
esenciales de los acontecimientos en Cuba es una enfermedad crónica del
periodismo castrista. Esto se puso de manifiesto en un trabajo de la
joven comunicadora matancera Idalmis León Solar, articulista del
Semanario Girón.
En la columna "En Diana" de la referida publicación (1º de diciembre de
2011), esta colega analiza – de forma un tanto superficial, aunque con
buenas intenciones, al parecer – las reacciones que provocó la polémica
exclusión del número musical – del género reggaetón – Chupi chupi de los
Premios Lucas, certamen competitivo de la televisión estatal que
estimula anualmente a los realizadores de videoclips.

Según dice esta colega, el vídeo fue sacado de concurso "porque se le
considera irrespetuoso, vulgar, con tendencia al machismo y alentador de
otros males que están creciendo entre nosotros".

Ante la citada afirmación, válida por cierto, ha surgido en mucha gente
una interrogante: ¿por qué Chupi chupi, a pesar de su letra mediocre,
goza de tanta popularidad entre muchachos y muchachas, que corean su
prosaico estribillo hasta el cansancio en discotecas, ómnibus,
domicilios, fábricas, prisiones, escuelas, hospitales y plazas de todo
el país? Para responder esta interrogante hay que profundizar mucho más
de lo que lo hizo la mencionada periodista.

Si Chupi chupi prendió tanto en la juventud no fue sólo por su ritmo
caribeño excepcionalmente contagioso. Se debió también a la ceguera
espiritual que afecta a muchos en la isla, derivada de la falta de
valores morales y estéticos que pretenden rescatarse hoy en nuestra
sociedad.

Resulta increíble que un número musical cuya letra supera los razonables
límites del erotismo y del doble sentido haya sido aceptado por la
población con mucho más entusiasmo que una cubanísima pieza de Willy
Chirino, Los Van Van, La Charanga Habanera, Celia Cruz o Los Aldeanos.

Sí, porque no sólo los jóvenes incautos – como acertadamente les llamó
Idalmis – bailan con esta canción. Disfrutan también con ella hombres y
mujeres adultos que muestran, cuando se mueven, una sonrisa picaresca,
como señal de incuestionable aprobación.

Idalmis León culpa de esto a lo que ella denomina "enrevesados
estándares impuestos" (no dice por quién), "modos de difusión
extraoficiales" y "mecanismos de selección defectuosos". Es, según
afirma, "una especie de farándula-ideal que se perfila como tentativa
para nuestros jóvenes".

Es cierto, como asegura mi colega, que las letras de muchas canciones
que se difunden educan poco. Pero éstas no siempre deben tener el
propósito de educar (adoctrinar), también es necesario que reflejen la
terrible realidad en que se vive, las esperanzas de unos y ¿por qué no?
el pesimismo de otros.

La periodista debe – aún está a tiempo – profundizar en la verdadera
causa de un fenómeno que impulsa a jóvenes y adultos a utilizar con
bastante frecuencia un lenguaje obsceno como algo natural y a llevar una
vida sexual promiscua, donde por lo general las mujeres tienen las de
perder. Se puede adelantar que una de las principales causas de esta
anomalía lo constituye el creciente deterioro del sistema nacional
(estatal) de educación.

¿Dónde se formaron los jóvenes amantes y promotores del reggaetón y de
otros géneros musicales envenenados con estos fenómenos degenerativos,
incluido Osmany García, cantante de Chupi chupi? Pues en las escuelas
del Estado. Durante las últimas décadas ha reinado en ellas el caos y la
indisciplina, sobre todo, en los ya casi extintos centros ubicados en el
campo, en los que los estudiantes (niños y jóvenes) permanecían alejados
de la necesaria influencia familiar.

Chupi chupi es sólo una ínfima parte del efecto de los disímiles
problemas materiales y espirituales existentes en nuestra sociedad,
donde los seres humanos, ante tantas prohibiciones y escaseces, se
aferran a lo no permitido como un acto de rebeldía en contra de una
autoridad aparentemente supraterrenal que los asfixia. Es la manera en
que su autor, de forma equivocada, pero audaz, le dice a sus semejantes:
"Un poder absoluto me despersonaliza y aplasta, pero yo existo, aquí
estoy, escúchenme".

Omitir estos detalles importantes en un trabajo periodístico sobre el
tema es enfermar una profesión que existe para valorar los hechos y los
fenómenos desde todos los ángulos posibles y proponer soluciones. De no
hacerlo, la prensa no jugaría su verdadero rol: servir a la sociedad.
Recuérdese que en el periodismo, el hecho de omitir aspectos relevantes
de un acontecimiento no es otra cosa que distorsionar la realidad, mentir.

sanchesmadan61@yahoo.com

http://primaveradigital.org/primavera/sociedad/sociedad/2982-la-chupi-omision

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