Jorge Olivera Castillo, Sindical Press
LA HABANA, Cuba, octubre (www.cubanet.org) - Entrar en la órbita de las
verdaderas correcciones, es para Cuba irse acercando a un final de
pronósticos poco halagüeños. No es tremendismo subrayar que la actual
reparación del régimen puede concluir en un derrumbe y no en algo
satisfactorio. Es impresionante el cúmulo de problemas sociales y
económicos a resolver, a corto y mediano plazo, con herramientas de tan
mala factura.
Como la estrategia de desarrollo siempre estuvo basada sobre los pilares
de la improvisación, el voluntarismo y toda una arquitectura sin nada en
común con parámetros sostenibles, ahora, al tratar de introducir
elementos organizativos de nuevo tipo con la finalidad de comenzar a
erigir una sociedad racional, se corre el riesgo de recoger, en vez de
éxitos, escombros.
Un tema que mueve a la reflexión crítica dentro de la amplia geografía
del desastre en intramuros, es la desproporcionada graduación de miles
de jóvenes y adultos, en diversas profesiones, sin que al final hayan
logrado desempeñar lo aprendido en sus años de estudio. No es extraño
encontrarse con ingenieros, licenciados, científicos y técnicos,
realizando actividades totalmente divorciadas de sus respectivas
especialidades.
Conozco casos que hacen añicos las barreras que separan a la lógica del
absurdo. Por ejemplo, un médico en alpargatas y vestido con ropas
deshilachadas, vendiendo frutas (o lo que aparezca) por los callejones
de los barrios más pobres de la capital. O el caso de un ingeniero en
Química Industrial desempeñándose como pintor de brocha gorda, entre
otros oficios usualmente practicados por personas con un bajo nivel de
instrucción.
Las dos ilustraciones anteriores han sido tomadas de un extenso álbum de
casos similares. La subutilización o abandono de ese capital humano,
durante decenas de años, es un indicador de la inviabilidad del sistema.
¿Cuántas personas han olvidado los conocimientos adquiridos y por los
que el estado invirtió cuantiosas sumas de dinero? ¿Qué explicación
convincente puede derivarse de un acto de total falta de responsabilidad
y que estimula las ya de por sí tensas relaciones sociales?
Después de más de medio siglo de andar sembrando los vientos del
populismo, poco a poco, aparecen las tempestades. En el afán de crear un
paradigma y recoger elogios en el ámbito internacional, el régimen
apostó por instaurar unas reglas que, en apariencias, eran un salto
hacia el desarrollo y la justicia social.
En realidad, los avances conseguidos en diversos sectores, además de
modestos y relativos, fueron posibles gracias a una conjunción de
factores que mucho tienen que ver con emergencias geopolíticas que
dieron lugar a la pérdida de sendas cuotas de la soberanía nacional.
La relación metrópoli-colonia con la ex Unión Soviética, facilitó los
medios para desarrollar los masivos programas populistas. Miles de
millones de rublos sostenían el estrafalario mecanismo de donde salían
anualmente miles de graduados universitarios, previos abastecimientos de
petróleo, alimentos, y cuanto hiciera falta, sin que mediara un sentido
de la eficiencia, la productividad y el control en el momento de situar
las respectivas asignaciones.
Aunque las máximas autoridades del gobierno no lo hayan admitido
públicamente, el capitalismo regresa a Cuba con un adjetivo que provoca
estupefacción y sobresaltos. Que llegue con aspecto salvaje indica en
primera instancia el sonado fracaso de una ideología. También habría que
pensar en los costos humanos a soportar en el tiempo que duren las
transformaciones.
Por increíble que parezca, la funcionalidad del sistema en vías de
desaparecer, radica en el desorden y los caprichos de una élite
parasitaria y manipuladora. El derroche de la nomenclatura y sus
descendientes, su ineptitud, ya no dan para más.
El país está abocado a un severo reajuste y lo más factible es esperar
que otros miles de profesionales queden abandonados a su suerte y tengan
que convertirse en protagonistas de los más inverosímiles empleos para
sobrevivir.
No comments:
Post a Comment