Leonel Alberto Pérez Belette
LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) - Desde hace días los
cubanos están preocupados porque circula el rumor de que el gobierno
podría incrementar los ya inflados precios de los productos de la
canasta básica. Se ha producido una fiebre de acaparamiento que ha
dejado vacíos los anaqueles de los mercados donde se vende en moneda
convertible.
Los comentarios de personas con estrecha relación gubernamental,
aseguran que el litro de aceite de soya, que actualmente cuesta 2, 40
CUC, subirá a más de tres dólares, y la lata de cerveza nacional,
actualmente en 1,15 CUC, se montaría en más de 2 CUC ; aproximadamente
2, 20 dólares al cambio actual. Hasta el momento los aumentos no se han
producido, pero lo habitual es que las autoridades impongan este tipo de
medidas sin ningún tipo de anuncio previo; como ocurrió con el aumento
del precio de los combustibles.
Los empleados de las tiendas dicen haber registrado un mayor volumen de
venta en estos días; muy superior al que se produjo antes del paso de
los huracanes. Algunos comentan que hasta mercancías de difícil salida
han desaparecido de los anaqueles, dejando desabastecidos los locales.
–La gente compra cualquier cosa y existe un estado de ansiedad nunca
antes visto. Una vecina dijo a este reportero que no lograba encontrar
ni siguiera perros calientes, o una lata de sardinas. Se refería a una
marca de perros calientes de baja calidad, que por ser una de las más
baratas fuentes de proteínas para la familia, tiene gran demanda.
Varios economistas me aseguraron que los ingresos provenientes de estas
ventas pasan directamente a engrosar las arcas estatales, las cuales
presuntamente deben tener un alto déficit de liquidez dada la acometida
de diversos planes socio-políticos en la región. Arcas, que por demás
deben afrontar un desembolso aún mayor, luego de que los recientes
huracanes asolaran la Isla dejando un terrible panorama.
Por lo anterior, muchos cubanos dan por seguro que el Estado es quien
está impulsando los rumores sobre el aumento de precios para que los
ciudadanos inviertan sus escasos recursos en mercancía de mala calidad
vendida a altos precios. Los rumores siempre han sido una excelente
estrategia para crear falsas necesidades y aumentar el consumo.
En lo adelante, y para evitar una explosión social que podría acarrear
desde un éxodo masivo a la repetición de incidentes de protesta como el
"maleconazo" de 1994, el régimen de La Habana tendría que hacer un
milagro para cubrir lo que no ha logrado hacer en su casi medio siglo de
existencia.
El sector de la vivienda y la alimentación serán los retos más
difíciles, debido a que eran los que presentaban más deterioro, y fueron
los más dañados por los meteoros. Los frutos están en el suelo y aunque
existe una cierta estabilidad en cuanto a productos del agro, no ajenos
a la especulación de inescrupulosos revendedores impuestos por el mismo
Estado, muchos se preguntan qué pasará dentro de dos o tres meses, ya
que extensos cultivos como el plátano fueron arruinados, otros como la
malanga se han malogrado y la incapacidad del sistema para producir
suficientes alimentos, aún en condiciones normales, es reconocida hasta
por las mismas autoridades.
La mayoría parte de los cubanos subsistimos con los productos de la
canasta básica adquiridos en CUC; ya sea en la red estatal de tiendas, o
en el mercado negro, pues los productos racionados subsidiados,
escasamente alcanzan para una semana.
El salario promedio mensual ronda entre los 15 y 20 CUC y el presupuesto
familiar de la mayoría de los cubanos se completa con remesas enviadas
por familiares que residen en el extranjero, trabajos particulares -
generalmente ilícitos- y la sustracción de bienes al régimen.
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