Víctor Manuel Domínguez, Sindical Press
LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) – Hay una "nueva clase"
cubana que nada tiene que ver con los ensayos sobre los comunistas
yugoslavos que publicara Milovan Djilas en 1957, antes de ir a dar con
sus huesos y comentarios a prisión, acusado de daltonismo
contrarrevolucionario. Los tontos de opereta con carné del partido,
hijos de partisanos y hacedores de un mundo con igualdad de miserias
para todos, menos ellos, han sido opacados en Cuba.
Algunos criollos, hijos de dirigentes, con un tomo de El Capital bajo el
brazo y el capital en los bolsillos, se dan muy buena vida gracias a las
seis balas disparadas por sus padres a gallinas cimarronas en la Sierra
Maestra o en las montañas del Escambray, pero en Cuba, los aristócratas
del colchón y la rumbantela se les fueron delante.
Nacidos en solares, ciudadelas y otros huecos nada comparables a las
mansiones de los hijos de papá, los imitadores incultos de la
aristocracia comunista nacional son "los que mueven La Habana", según
anuncian los DJ's desde los escenarios de sitios exclusivos como La
Macumba, el Salón Rojo del Capri y La Cecilia.
Proxenetas con dientes de oro, tatuajes y camisa Fariani y prostitutas
"milingües" -saben decir sí en mil lenguas, menos en cubano- enfundadas
en sobretodos de piel de castor, botas a la rodilla y oliendo a Carolina
Herrera; o vestidas con baja y chupa, saya pelviana y zapaticos Gucci,
que sólo por 100, 70 o 35 CUC la noche hacen las delicias de cualquier
visitante.
A estos aristócratas de la gozadera y el ron se suman chinos
descarriados, croatas conversos en chancletas con aires de plaboys,
rusos perestroikos, ya sin el "perfume" que los caracterizaba cuando
eran nuestros hermanos soviéticos, y hasta indígenas con las nalgas
peladas de andar por el altiplano.
También encontramos consagrados a la gozadera a los más puros
representantes de la fauna nacional: desviadores y desviados,
científicos de mostrador y artistas del almacén. Iluminados de la
bolita, revendedores, asalta cunas, tumbaviejas e ideólogos de la bolsa
negra, se mezclan con "perseguidos políticos" de visita en la Isla,
comunistas reciclados, falsos profetas, usureros; pero sobre todo, con
ningún profesional que viva de su salario, y mucho menos con un trabajador.
Absortos o moviendo las manos con siete anillos, dos relojes y una
pulsera de Orula, frente a un desfile de modas donde apenas hay ropa que
mostrar; encandilados por la luz de las pantallas gigantes que invitan a
gozar a ritmo de hip-hop, moña, perreo, salsa, jau y otras sonoridades
sanas o culturosas como el reguetón; los aristócratas del colchón y la
rumbantela hacen fielmente cada noche su aporte a la sociedad
revolucionaria, en CUC (moneda convertible).
Los que mueven "La Habana PMM" (Por un Mundo Mejor), como anuncian
sistemáticamente las pantallas gigantes de La Cecilia, no saben, ni les
interesa, quién fue la otra Cecilia -la Valdés; pero disfrutan cada
noche en esta nueva Cecilia, que habita entre los árboles de la 5ta
Avenida de Miramar.
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