¿Nuevo modelo?
Un gato chino para Cuba
Por Wenceslao Cruz
Sólo bastaría leer un reciente artículo de la escritora y periodista
cubana Soledad Cruz "El revolucionario riesgo de la verdad" para
entender la nueva estrategia de la dictadura cubana encabezada por Raúl
Castro, una estrategia con el claro objetivo de dar una imagen diferente
partiendo de una autocrítica poco común de quienes llevan reprimiendo a
un pueblo por cinco décadas.
Soledad Cruz, conocida periodista del Granma, antes que nada y para
poder ejercer su crítica a la "revolución cubana" sin ser tachada de
traidora, hace sus referencias al necesario "enemigo imperialista" y a
los que ella llama "atorrantes" de Miami. Una crítica que con origen
pseudo-oficialista puede que sea oída por quienes empezaban a dudar del
paraíso comunista debido al sufrimiento de millones de cubanos, y este
tipo de "autocríticas revolucionarias" les proporciona nuevo "material
de apoyo" para seguir justificando su adhesión directa o camuflada a la
dictadura.
El riesgo que ha asumido la periodista al describir muchos aspectos de
las dificultades del ciudadano cubano para subsistir, para viajar, para
intercambiar bienes, en fin, para disfrutar de alguna libertad en un
sistema que las elimina todas, es evidente. Pero el riesgo que asume no
es con los herederos que pretenden sobrevivir al tirano, pues
seguramente cuenta con su aprobación, sino el de caer en contradicciones
que permitan confirmar el fracaso de un sistema político y
socio-económico. Un sistema, por otra parte, ideal para ejercer un
control autoritario con efectividad.
Soledad, llega a hacer del peloteo (la guataquería) a los hermanos
Castro el escudo perfecto para que sus críticas no sean tomadas como
similares a las que siempre han hecho la oposición y la disidencia
cubanas, dentro y fuera de la isla.
Con los Castro no han habido elecciones democráticas y nunca se han
permitido partidos políticos diferentes al Partido Comunista, ni tan
siquiera se han arriesgado a hacer un referéndum o plebiscito que pueda
cuestionarlos, pese a ello, la frase de la periodista de que "en Cuba la
mayoría de la población quiere salvar la Revolución a toda costa" me
hizo recordar un chiste de un "chino" cubano en su bote que iba en el
mar remando en dirección norte y cada vez que se acercaba una
embarcación de las tropas guardafronteras el "chinito" disimulaba y
tiraba flores al agua diciendo en voz alta: flol blanca pala Camilo,
floles lojas pala el Ché, hasta que ya adentrado en el mar empezó a
remar más rápido pero ya diciendo para sí: Flol lila pal chinito. Es a
esa costa a la que quieren llegar millones de cubanos sin importar
tiburones ni condiciones climatológicas adversas.
Salir del infierno comunista, ese a la que Soledad le debe lo mejor de
ella, es lo que quiere la mayoría del pueblo cubano. La frase sería más
realista si fuera "la mayoría de la población quiere salvar su vida
alcanzando la costa".
La periodista aboga por la libertad de viajar de los cubanos, pero no de
cualquier cubano, sólo de «las nuevas generaciones de cubanos, nacidos y
criados en el proceso revolucionario que reconocen y- el estado también-
que se trata de emigrantes por causas económicas y no políticas, que
quieren buscar algún dinero y venir a gastarlo con su familia en Cuba, o
emplearlo en mejorar su casa» y es donde el "reformismo trotskista" de
Soledad se confunde y une sus pretensiones a la de los ahora llamados
raulistas - antiguos miembros y simpatizantes de la dictadura que
salieron, como ratas, del barco socialista que hacía aguas, a principios
de los 90, cuando empezaron a ver mermados sus privilegios- como
pretendiendo recuperarlos para ayudar a promover la visión de un único
exilio, el económico, que se identifique con la tiranía y ayude
nuevamente, esta vez desde el exterior, a justificar el oprobio del
pueblo cubano.
El modelo chino, algo que se percibe como deseable por los ahora
raulistas, los nuevos trotskistas y demás versiones del castrismo que
pululan por España, Suecia y demás países europeos con fuerte presencia
exiliada cubana, verán en el escrito de Soledad Cruz una nueva forma o
estrategia para apoyar sus orígenes y justificar su antiguo compromiso
con la ignominia. Ejercerán la autocrítica hasta cierto límite, pues
continuarán responsabilizando a un ente externo y poderoso, a embargos,
y a políticas de firmeza con relación a la dictadura, como la causa de
los principales males que padecen los cubanos. Nos quieren dar gato
chino por liebre rusa, estemos alerta.
http://diariodeamerica.com/front_nota_detalle.php?id_noticia=1849
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