Sociedad
La transfiguración de Alberto El Loco
Uno enfermo mental de La Habana está en la cárcel. Y no por apuñalear o
robar, sus lindezas anteriores.
José Hugo Fernández, Ciudad de La Habana
viernes 25 de agosto de 2006 6:00:00
Alberto El Loco está loco, nunca dio motivos para dudarlo. Esquizofrenia
de la peor, incurable y agresiva, dicen que dicen los médicos. Todos en
su barrio habanero de El Cerro lo conocen, le han visto hacer locuras
desde niño. Saben que cuando mezcla la crisis mental con el ron, es
capaz de caer en trances de escalofrío.
Va al policlínico y lo vira patasarriba, agrediendo a los médicos que se
niegan a recetarle ciertas inyecciones que le gustan mucho, porque "lo
ponen a flotar". Se cuela en la casa de cualquier vecino a robarse lo
que encuentre a mano y a rascabuchar a las mujeres. Desafía al más pinto
para un duelo a machetazos, sin necesidad de que medien rencillas ni
discusiones y sin que le importe siquiera que el desafiado pertenezca a
su propia familia.
Alberto El Loco ha dado puñaladas y ha incurrido en otras bárbaras
lindezas de las que —por su forma y contenido— suelen incurrir
únicamente los locos. Son cosas que viene haciendo desde hace mucho
tiempo, pero por las cuales no tuvo que pagar nunca con encerramientos
prolongados: ni en galeras, ni en una granja, ni en el manicomio. Iba
preso durante unas pocas horas o unos pocos días, pero enseguida quedaba
libre y de vuelta a sus andadas.
A decir verdad, los vecinos del barrio se mostraban escandalizados ante
el hecho de que Alberto El Loco no fuera sentenciado por los jueces, o
al menos ingresado en Mazorra. Incluso, no eran pocos los que repetían
que tal vez no estaba tan loco nada. En todo caso (también llegaron a
decir), aún más que loco o por encima de su locura, Alberto El Loco era
un sinvergüenza y merecía ser tratado con mayor rigor por parte de las
autoridades.
Un momento de amable cordura
El pasado primero de agosto, día de malos augurios para los lunáticos,
los vampiros y los hombres lobos, Alberto El Loco se tiró temprano de la
cama y aún antes de probar el primer buche de ron, salió a la calle y se
puso gritar a todo gaznate: "Libertad para Cuba", "Abajo el tirano",
"Qué viva la democracia".
Una vez más la policía lo metió en la jaula. Sólo que al contrario de
todas las otras ocasiones, ahora Alberto El Loco sí fue llevado a
juicio. Y con celeridad pasmosa: apenas 24 horas después de caer preso.
También a diferencia de otras veces anteriores, resultó condenado por
los jueces a cumplir cuatro años de cárcel. No había robado, ni
rascabuchado, ni apuñalado a nadie. Sencillamente proclamó en voz alta
sus deseos, algo que no constituye delito en ninguna otra nación de este
planeta al que gustamos llamar civilizado.
Hoy, todos los vecinos del barrio visitan a toda hora la casa de Alberto
El Loco. Todos se preocupan por su situación. Todos lo extrañan y hasta
rememoran sus trastadas con sonrisas entre benignas y nostálgicas. Todos
se interesan por saber si le permitirán visitas, no para ir a verlo a la
prisión, lo cual sería una imprudencia, pero sí para enviarle cigarros y
algunas chucherías. De la noche a la mañana el coco repelente devino
ángel justiciero.
No obstante, esta transfiguración no es lo más pintoresco ni lo más
revelador que ha provocado el suceso. Ahora todos, absolutamente todos
en El Cerro aseguran que con lo que hizo el primero de agosto, sí es
verdad que el loco de la barriada demostró estar loco de remate. Un
criterio discutible, sin duda, ya que precisamente Alberto El Loco se
encuentra en chirona debido quizás al mejor momento de amable cordura
que tuvo la suerte de experimentar en su vida.
http://www.cubaencuentro.com/es/encuentro_en_la_red/cuba/articulos/la-transfiguracion-de-alberto-el-loco/(gnews)/1156478400
No comments:
Post a Comment